5. La felicidad es de los diferentes (Mat. 5:13-16) - Héber Torres. 4e473i

Pues, gracias al Señor que nos ha traído hasta aquí, hasta nuestro último estudio en este fin de semana intenso, pero bien acompañado de buen alimento y no sólo espiritual. Hemos comido hoy aquí muy bien. Todavía alguno estará haciendo la digestión, así que esperamos que la predicación no le interrumpa en esta tarde y podamos ser alimentados ahora sí espiritualmente hablando. Vamos a orar y pedir al Señor que nos bendiga en este tiempo.

Padre nuestro, nos dirigimos a ti en este momento, en esta hora, desde este lugar, sabiendo que tú nos escuchas porque tu hijo es aquel que murió y resucitó y ahora sirve a tu iglesia como camino nuevo y vivo y podemos presentar delante de ti nuestras súplicas, nuestra acción de gracias, nuestras peticiones y en esta hora te pedimos que tu palabra sea pan de vida para nosotros, que nos sacie en esta tarde, que nos complemente y que nos complete. No necesitamos nada más, pero no queremos conformarnos con menos. Oh Dios, habla a tu pueblo aquí hoy y que realmente seamos hacedores de esta palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos y que son olvidadizos y pronto pasan a otra cosa.

Graba tu palabra en nuestro corazón y permítenos que te obedezcamos como solamente tú mereces. Oramos esto en el nombre de Jesús. Amén.

Hemos venido hablando en estos días de en qué consiste la felicidad verdadera y también cómo obtenerla, pero hemos hablado al mismo tiempo de a qué se parece, cómo luce, cómo vive una persona que realmente feliz, una persona que ha sido verdaderamente satisfecha, que está contenta y en esta tarde, para cerrar nuestra serie de estudios en el Sermón del Monte, nos adentramos en un tema verdaderamente importante.

A la luz de la bendición de Dios, de haber sido aprobados por Dios, de haber sido privilegiados por Dios, de estar en Cristo, ¿cómo deberíamos nosotros los creyentes relacionarnos con los que no son de Él? ¿Cuál debería ser el papel del cristianismo en el mundo? ¿Qué lugar ha de ocupar el cristiano en este tiempo que le toca vivir? Algunos han propuesto que la actitud correcta para la Iglesia en general y el cristiano en particular se halla en el absentismo, es decir, en el no presentarse, en el no estar presente, pero esta no es una postura nueva.

Allá por el siglo III de nuestra era comenzaron a construirse los primeros monasterios y sin embargo no hablamos simplemente de encerrarse y de tirar la llave, como algunos hacen y han hecho, sino simplemente de tomar la actitud de no intervenir, de no intervenir y de no interesarse por lo que está sucediendo en el mundo, de no interponerse con lo que está sucediendo en el mundo.

Otros defienden que la actitud, que la postura adecuada para el cristiano y para la Iglesia cristiana es la del activismo y en estos tiempos se escucha mucho hablar también entre cristianos de hacer la guerra cultural, de implicarnos en movimientos sociales, de manifestarnos para defender derechos o ciertos derechos, ya sea por medio de iniciativas sociales, políticas o directamente legales, denunciando a las autoridades lo que entendemos que debería ser nuestro derecho o directamente denunciando a las autoridades porque entendemos que éstas son ilegítimas.

Otros sugieren que