#413 De Tuor y la Caida de Gondolin de JRR Tolkien 4c5u6a

En memoria de Lorena Fernández Campos, cuya luz brilló con la fuerza de un sinmarín en la Tierra Media, y cuyo espíritu sigue resonando en cada rincón de la fantasía épica.

Que su amor por los relatos eternos y las tierras de leyenda nos inspire a todos a mantener viva su memoria, como una canción que nunca se apaga en los salones de los reyes.

Tu marido, hijos, familiares y amigos, no te olvidan.

De Tuor y la caída de Gondolin, extraído del Silmarillion, de J. R. R. Tolkien.

Se dijo que Uor, el hermano de Uriín, fue muerto en la batalla de las lágrimas innumerables y en el invierno de ese año, su esposa Rian parió un niño en el descampado de Mithrim y lo llamaron Tuor, y fue criado por Anael de los elfos grises que vivía aún en esas colinas.

Ahora bien, cuando Tuor contaba 16 años, los elfos decidieron abandonar las cavernas de Androth donde moraban entonces e ir en secreto a los puertos del Sirión en el lejano sur, pero fueron atacados por orcos y orientales antes de que consiguieran ponerse a salvo, y Tuor fue hecho prisionero y esclavizado por Lorgán, jefe de los orientales de Idlum.

Durante tres años soportó esa servidumbre, pero por último escapó y regresando a las cavernas de Androth, vivió allí solo e hizo tanto daño a los orientales que Lorgán puso precio a la cabeza de Tuor.

Pero cuando Tuor llevaba cuatro años viviendo así en la soledad del proscrito, Ulmo le puso en el corazón el deseo de abandonar la tierra paterna, pues había escogido a Tuor como instrumento de sus designios.

Y dejando una vez más las cavernas de Androth, Tuor se dirigió hacia el oeste a través del Dor-Lomín y encontró a Anón y Ingelid, el portal de los Noldor, que el pueblo de Turgón había construido cuando habitaban en Nebrast muchos años atrás.

Desde allí un túnel oscuro avanzaba por debajo de las montañas y salía a Cirith Niniagh, la grieta del arco iris, por la que unas aguas turbulentas se precipitaban hacia el mar occidental.

Así pues, la huida de Tuor de Ithlum no fue advertida por hombre ni orco alguno, y nada de todo esto llegó a oídos de Morgoth.

Y Tuor llegó a Nebrast, y al contemplar el Belegaer, el gran mar, se enamoró de él, y llevó siempre en el corazón y en el oído el sonido y la nostalgia del mar, y una inquietud despertó en él que lo arrastró por fin a las profundidades de los reinos de Ulmo.

Entonces vivió solo en Nebrast, y el verano de ese año pasó, y el destino de Nargothrond estaba cumpliéndose, pero cuando llegó el otoño, vio a siete cisnes que iban volando hacia el sur, y le parecieron un signo de que se había demorado demasiado, y lo siguió a lo largo de las costas del mar.

Así llegó por fin a las estancias desiertas de Viniamar bajo el monte Taras, y entró en ellas, y encontró allí el escudo y la cuerda.