27-5-2025. Martes de la 6ª semana de Pascua. Pablo Sanchis Cano 2p3721

Ayer escuchábamos a Jesús en el Evangelio, en la última cena, diciéndole a los discípulos que iba a enviar al Espíritu Santo, el Espíritu de la Verdad, el Paráclito, que dará testimonio de mí.

También vosotros daréis testimonio.

Pero sigue Jesús hablando y les dice ahora, nadie me pregunta dónde vas, sino que por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón.

La tristeza os ha llenado el corazón.

Cuántas veces la tristeza llena nuestro corazón.

Cuántas veces la tristeza toca nuestra vida y nuestras familias.

Cuántas veces nos encontramos en situaciones cada día, a veces son chorradas pequeñas, a veces son cosas de gravedad y potentes, que nos roban la paz y la alegría, que nos hacen entrar en una preocupación, en una angustia, en el miedo, con un peso.

A veces, como os digo, son chorradas.

A veces es que no sé quién no me ha mirado por la calle, igual es que no se ve ni a él y no me ha visto.

A veces es que el otro le he dicho algo y me ha dicho ahora no te puedo atender y ya me he ofendido.

A veces es que había quedado con no sé quién, que haría no sé qué y he llegado a casa y no lo ha hecho.

A veces es que he tirado a imprimir una cosa y la impresora no va.

A veces es que he pisado una caca por la calle, yo qué sé.

A veces son cosas así del día a día y a veces son cosas graves.

A veces es un diagnóstico que me condiciona mi vida, a veces es la noticia de una muerte de alguien querido, de alguien cercano, a veces es el constatar que mi cuerpo no responde igual ya que me hago mayor.

A veces es un fracaso en los estudios, en el trabajo, en el matrimonio.

A veces es un problema de los hijos.

Tantas cosas, tantas cosas, pero mira, el Señor quiere hacernos pasar de una mirada meramente humana a una mirada sobrenatural.

Quiere hacernos pasar de interpretar las cosas solo con nuestra capacidad, con nuestra razón, con nuestra inteligencia y con lo que nosotros vemos y valoramos el bien y el mal, a poder interpretar la realidad desde la fe, desde la confianza en que Dios está obrando para nuestro bien.

Decía el Espíritu Santo, dará testimonio de mí.

Esta es la obra que hace Dios en nosotros, ir poco a poco haciéndonos ver nuestra vida como una historia de salvación, ir poco a poco leyendo los acontecimientos que ocurren en nuestra propia historia personal y en la historia del mundo desde esta clave de interpretación, de que Dios en todo actúa, Dios para bien de los que lo aman.

Por eso se dice, vosotros estáis tristes porque yo me voy y porque tenéis conmigo una relación humana, aunque esté Dios en medio, es una relación en los límites humanos, con la vista, con el tacto, con el gusto, con el oído y con el olfato.

Una relación personal, tenéis aquí mi cuerpo, me podéis tocar, os puedo aconsejar, me podéis escuchar, os puedo instruir, me vais a hacer milagros, os envío pero luego volvéis, comentamos cómo ha ido la jugada y todo eso, y entonces soy como vuestro punto de referencia.

Y claro, dice, si Jesús se va, ¿qué queda, no? Dice, pero os conviene que yo me vaya, porque Jesús en su encarnación, el Hijo de Dios, se ha hecho hombre y en esta humanidad se ha sujetado a la limitación humana, traspasada por la presencia de Dios, pero sujetado, digamos, al espacio y el tiempo, y lo que está prometiendo el Señor no es ir solo al lado de sus discípulos, no es acercarse solo a tocar a los enfermos y a sanarlos, es que su mismo Espíritu, el Espíritu Santo, que es el Espíritu de Cristo, que es el Espíritu que enviará al Padre, que es nuestro abogado defensor, eso es lo que significa el paráclito, vivirá dentro de nosotros, y entonces todo cambia, porque ya no solo que Dios está a tu lado, es que vive en ti, y entonces todo cambia, porque entonces en todo puedes ver la obra de Dios, puedes tener la luz, el espíritu de sabiduría, de inteligencia, para poder darte cuenta de que Dios está actuando ahí, de que eso que humanamente es una mala noticia, a lo mejor no es una mala noticia, sino que es el paso que Dios está dando para seguir obrando en ti para tu salvación y para la de otros, que esa enfermedad a lo mejor no es una mala noticia, sino que es un paso de Dios por tu vida y una oportunidad de conversión y de unirte a la pasión de Cristo por la salvación de los hombres, que esa muerte de ese familiar, que a lo mejor no le tocaba nada,