1984: La Profecía que Nos Atrapa Hoy 71n5h

Hola de nuevo, soy Álvaro García del fanzine y os doy la bienvenida a una nueva edición en la cartelera de Antena Historia en la que voy a hablaros de la película 1984 que hunde sus raíces en una obra literaria homónima escrita por George Orwell, un novelista y periodista británico nacido en la India, lo mismo que Royal Kipling, que plasmó su evolución política en dos obras literarias como Catarsis para expiar sus remordimientos ideológicos tras su paso por España.

1984 es la madre de todas las distopías y creedme que por su vigencia en la actualidad os dejará sin aliento. Para entender esta película necesitaré hablar del texto original, que es la novela homónima escrita por George Orwell, pero además para entender ambos textos, tanto el literario como el cinematográfico, primero tendré que explicaros quién era el autor, sus orígenes ideológicos, su convicción política y sobre todo el punto de inflexión en su conciencia también política, personal y social, que dio origen a esta novela que a la sazón se convirtió en el mejor retrato del socialismo hecho precisamente por un laborista. Para quien no lo sepa, el Partido Laborista, y para situaros en el contexto, es el principal partido de la izquierda inglesa, escocesa y galesa desde 1920 y fue fundado en 1900 a partir del Comité de Representación Laborista por Iniciativa Sindicalista.

Este retrato literario de rasgos distópicos cobró vida propia para convertirse en denuncia y como veremos en falta de premonición. Esta será casi sin duda una de las películas en las que más me recreen el libro que la inspiró, pero creo que bien merece la pena por su peso en la historia de la literatura y del cine, por su influencia en la sociedad y porque ha resultado tristemente atemporal. Voy a hablaros mucho de semántica, esto es del significado de las palabras y del uso maquiavélico del lenguaje y si tras este podcast alguno de vosotros sintiera curiosidad por ver la película o por leer la novela, daré por bien empleadas todas las horas y quebraderos de cabeza que me ha llevado a preparar este guión. Hecha la presentación de 1984, vamos a darnos un paseo por la conciencia política del autor, Orwell, a quien yo denomino ese laborista idealista.

Siendo Orwell quien fue y pensando lo que pensó y escribiendo lo que escribió y más aún porque lo escribió será inevitable entrar en política, por lo que sí, este podcast abarcará inevitablemente toda la horquilla histórica de las diferentes manifestaciones del fascismo y de su máximo exponente que es el comunismo, cuando menciona eso es la yo rebelión en la granja, es otra obra de Orwell. Antes me refería a Orwell como ese laborista idealista y lo hice o lo hacía con ciencia porque no hay combinación semántica que más horrorice y aborrezca a un laborista británico, que unan en una misma frase las palabras laborista que sería el equivalente para nosotros de socialista e idealista, que sería lo mismo que decir un socialista ingenuo, porque para ellos ser idealista es sinónimo de ingenuo semánticamente y en el contexto político y social lo toman por un insulto.

Permitidme hablaros de la influencia del filósofo francés del siglo XVIII ruso y a esto que voy a referirme ahora lo sé de buena tinta porque siendo yo español, bueno, nadie es perfecto y tengo tíos ingleses que son además laboristas y son el ejemplo de idealistas que viven en un mundo de ensueño fieles al concepto russoniano e idealista también del ser humano idealista y utópico, del ser humano por el que somos buenos por naturaleza y es la sociedad la que nos corrompe y nos empuja a ser malos y que ellos por tener dicha ideología utópica gozan del privilegio de no poder equivocarse nunca, que no es moco de pavo pues sienta la premisa ideológica de siempre tenemos razón e implica una falsa legitimidad moral difícil de superar. Rousseau trasladado al cine nos serviría para comprender la inversión de los valores y el cambiazo en el modelo del héroe tradicional a favor del desarraigado que campea por las películas de la presente década. De este modo y con filtro russoniano convertimos al villano en héroe para ensalzar sus contravalores.