
Descripción de 1902. Hechos Apóstoles III 173z1t
Meditación en el Domingo VI (C) de Pascua, sobre los Hechos de los Apóstoles, predicadas en un retiro mensual en un Centro del Opus Dei. Meditamos tres pasajes: la elección de Matías, el nombramiento de los 7 primeros diáconos, y el Concilio de Jerusalén, que nos cuenta la Primera Lectura de hoy. Los primeros cristianos fueron fieles al Evangelio, con iniciativa para encarnarlo y extenderlo a todas las gentes, contando con la ayuda de los demás para no desviarse de lo esencial. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/874295 j1z3
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Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, livranos Señor Dios nuestro, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes.
Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, intercede por mí.
En la última meditación habíamos hablado de estar a la escucha, de seguir lo que el Espíritu Santo nos indica. En esta tercera meditación y última del retiro nos vamos a fijar en otro aspecto que llama mucho también la atención en los primeros cristianos y que es quizás un poco complementario de este.
Y es el modo en que supieron pensar con iniciativa, modos de poner en práctica fielmente el mandato del Señor de extender el Evangelio por todas partes y a todas las gentes. Esos primeros hermanos nuestros piensan, hacen planes, toman decisiones, se ponen en marcha, corrigen errores cuando se dan cuenta de que se han equivocado. Nada de inquietismo, o sea, absolutamente nada, sino fidelidad dinámica y creativa.
Y quisiera, Señor, en este rato de oración hacer un paralelismo entre esa actitud de los discípulos de la primera hora y la actitud que hemos de tener nosotros también para hacer esa parte fica de la iglesia que es el Opus Dei, cada uno de nosotros, tal y como nos lo propone el Padre en su carta, en el último apartado de su carta sobre la fidelidad del 19 de marzo del 2022, un apartado que se llama significativamente lo permanente y lo mudable en la vida de la obra. Y para eso pues vamos a mirar, por supuesto, a los hechos de los apóstoles, que es el leitmotiv de este retiro que estamos haciendo. Pues un primer episodio es la elección de San Matías.
Inmediatamente tras la ascensión y con las palabras de los ángeles todavía resonando en los oídos de los apóstoles, ¿no? Galileos, ¿qué hacéis ahí perdiendo el tiempo? Venga, hombre, espabilar, ¿no? Hacer lo que os ha dicho el Señor. Pues inmediatamente se ve que Pedro reflexiona, piensa, medita sobre lo sucedido, el trágico final de Judas, su desaparición, consulta las escrituras y decide hacer algo. Se puso en pie en medio de los hermanos y les recuerda que el libro de los Salmos dice que su morada, está escrito en el libro de los Salmos, que su morada quede desierta y que nadie habita en ella, refiriéndose a Judas, pero también que su cargo lo ocupe otro.
Es necesario, hermanos, dice Pedro, por tanto, que uno de los que nos acompañaron todo el tiempo en que convivió con nosotros el Señor Jesús, comenzando en el bautismo de Juan hasta el día en que nos fue quitado y llevado al cielo, se asocie a nosotros como testigo de su resurrección. Hay mucho cabilar y mucho pensar en estas palabras.
No, bueno, que sea uno, pero no uno cualquiera, sino uno de los que fueron testigos de la resurrección. Bueno, pero también de los que escucharon toda la enseñanza del Señor. Bueno, uno de los que estuvieron con nosotros desde el principio tiene que ocupar el puesto de, para ser una de las columnas de la iglesia, etcétera.
Y de este modo, pues eligen a Matías. De todo esto, tú, Señor, no les habías contado nada. ¿Es iniciativa de Pedro, de los apóstoles? Pues, Señor, pues elige a doce, ascendió a los cielos y a ellos las veáis, ¿no? Estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos, pero es Pedro el que cabila, piensa, mira la Sagrada Escritura, etcétera, ¿no? Y así comienza a dar los primeros pasos para consolidar la iglesia siempre en un recuerdo fiel de la voluntad del Señor Jesús. Pues vamos a empezar a hacer ese paralelismo que decía con la obra, ¿no? Siguiendo esta carta. Dice el Padre aquí, la fidelidad personal a la propia vocación en la obra está necesariamente relacionada con la fidelidad institucional, es decir, con la permanencia
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