1890.bis. Escalera al Cielo (EDITADA) 3z284q

Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes.

Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, intercede por mí. Hoy celebramos la fiesta de la Virgen de Fátima. La Virgen de Fátima que ha estado muy presente en el siglo XX, su mano ha protegido al Papa Juan Pablo II, al mundo.

Tenemos aquellas palabras, por ejemplo, de San Juan Pablo II en el gran jubileo del año 2000, preparando, mejor dicho, el gran jubileo del año 2000 que pronunció el 13 de junio de 1994 delante de todos los cardenales en Fátima. Decía, a mí personalmente me fue dado a comprender de modo particular el mensaje de Nuestra Señora de Fátima. La primera vez el día 13 de mayo de 1981, en el momento del atentado a la vida del Papa. Después, al final de los años 80, con ocasión de la derrota del comunismo en los países del bloque soviético.

Pienso que se trata de una experiencia bastante transparente para todos. Tenemos confianza en que la Virgen Santa, que camina delante del pueblo de Dios peregrino, a través de la historia, nos ayudará a superar las dificultades que, después de 1989, no han dejado de modo alguno de estar presentes en las naciones de Europa y de los otros continentes.

Así, con esas palabras proféticas, San Juan Pablo II describía la actuación de Nuestra Madre, la Virgen de Fátima, en la historia de Europa del siglo XX y XXI. Nosotros ahora, Señora, nos acogemos a tu protección y te pedimos por todas las personas que lo están pasando mal, que sufren, y te pedimos que ilumines a todos los gobiernos para buscar claramente el bien común. La Virgen es tan poderosa, es tan buena, es tan bella, que levanta iración. Quien quiera que la conozca.

Tenemos un ejemplo en el Evangelio de la Misa de hoy. Mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío, nos dice Lucas, levantando la voz, le dijo bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron. Es decir, nosotros traduciríamos, viva la madre que te parió. Y Él, Jesús, dijo, mejor bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. Que es como un piropazo a Nuestra Madre, la Virgen de Jesús, porque tú, Señor, lo que dices es, más bien la Virgen es tan buena porque ha escuchado la palabra de Dios y la ha cumplido. Ella es la primera discípula.

Ella es la primera en la que se cumple aquella última bienaventuranza de Nuestro Señor Jesucristo. Cuando dijo a Tomás, porque me has visto has creído, bienaventurados los que sin ver crean. Ella, sin ver, creyó contra toda esperanza. Y por eso, como dice el Salmo 45 también de la Misa de hoy, prendado está el rey de tu belleza. Ya entra la princesa, bellísima, vestida de perlas y brocado. Se refiere a esa entrada de la Virgen en su asunción a los cielos. Esa entrada en los cielos ante la pleitesía de todos los ángeles. Por eso el Señor la ha encumbrado sobre toda criatura.

En el Apocalipsis, precisamente, la vemos así. Un gran signo apareció en el cielo, una mujer vestida del sol y la luna bajo sus pies y una corona de 12 estrellas sobre su cabeza. Toda la creación está en torno a la Virgen, alabando a la Virgen. Precisamente, de esta imagen, no sé si lo sabes, arranca el escudo de la Unión Europea, las 12 estrellas. Viene de aquí, de esta imagen del Apocalipsis que tenemos en la primera lectura de la Misa de hoy.

Bueno, pues la Virgen está en el cielo, es su casa y ella es madre, nos reserva sitio y nos ayuda a llegar allí. Se cuenta de Fray León, compañero de San Francisco de Asís,