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Descripción de 1889.bis. Prismas de luz (EDITADA) 585r17
Meditación sobre algunos ejemplos de la vida del Beato Alvaro, cuya fiesta celebramos hoy, que nos pueden servir para identificarnos con Jesucristo, el único Modelo. Los santos son como prismas que descomponen la luz blanca purísima de Cristo en luces de colores más visibles para nosotros. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/874295 3i5e54
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Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, libranos Señor Dios nuestro, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes, te adoro con profunda reverencia, te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, San José, mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, intercede por mí. Muchas veces nuestro Señor Jesucristo dijo, al menos se recoge una en el Evangelio, dijo yo soy el camino, la verdad y la vida, lo cual significa que el único modelo con mayúscula eres tú Señor.
Nosotros por esta vida pasamos imitándote, intentando pisar donde tú pisaste, para así hacer mucho bien y llegar al cielo. Por eso nosotros normalmente hacemos la oración con el Evangelio. Es sin duda el mejor libro para hacer la oración. Sin embargo, también a veces nos puede ayudar a hacer la oración sobre el ejemplo de algún santo. ¿Por qué? Pues mira, Benedicto XVI dice en la Espesaldi lo siguiente, la vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso.
Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia, pero para llegar hasta él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz, reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía. Es decir, que hay personas que reflejan y nos hacen más cercana la luz de Cristo, o incluso como decía Romano Guardini, hay personas que son como prismas, como prismas que reciben la luz purísima de nuestro Señor Jesucristo, el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo y lo descomponen, esa luz blanca purísima que nos ciega y apedas, somos capaces de ver, la descomponen en un montón de colores, en luces de colores, que nos es mucho más fácil identificar. Algo así son los santos, no tienen luz propia, pero sí que nos hacen como más cercana, más asequible, la luz purísima de nuestro Señor. Es decir, necesitamos modelos de amor a ti, Señor, de identificación contigo y estos son los santos.
Por eso me gustaría hoy, que es la fiesta del Beato Álvaro del Portillo, un hombre con un gran amor a Jesucristo, hacer la oración sobre algunas anécdotas de él.
Me mueve a eso, sobre todo, que yo le tengo mucha devoción y que lo conocí y que pienso que nos puede ayudar a todos nosotros. La primera, voy a contar varias anécdotas de él intentando sacar alguna conclusión respecto a nuestro trato contigo, Señor. La primera es que ocurrió pues más o menos en el año 87, en agosto del 87. En ese verano, yo estaba pasando unos días en un sitio de convivencia donde vino Álvaro del Portillo, el Beato Álvaro, que era entonces el prelado del Opus Dei.
Yo, hacía poco que era del Opus Dei y estaba haciendo una convivencia y una semana más tarde me iba a embarcar en Juan Sebastián Elcano para dar la vuelta al mundo. Bueno, el caso es que tuvimos una tertulia con él y después me acerqué y siendo pues un chaval de eso, joven, de 18 años, pues me acerqué y le dije, Padre, mire, yo soy marino de guerra. Entonces me miró con cara de, bueno, sonriendo. Y entonces le conté, pues dentro de una semana me voy a ir, me voy a embarcar en el Juan Sebastián Elcano a dar la vuelta al mundo.
Vamos a estar diez meses. El único de la obra del Opus Dei en ese barco soy yo y vamos a estar cinco meses hasta que toquemos tierra en un puerto donde haya un centro de la obra. Yo fui como cargando las manos para hacer ver pues las circunstancias extraordinarias, me parecían a mí, en que me iba a encontrar.
Bueno, y el Beato Álvaro me miró sonriendo, sin inmutarse, sin que le pareciera nada extraño y sonriendo.
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