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Has llegado a la casa del acantilado con Paco Moreno. Bienvenido.

Vamos a entrar en un misterio que realmente nos ha tenido enganchado desde siempre.

¿Por qué los malos, los villanos de la historia nos fascinan tanto? Sí, esos personajes que hicieron cosas horribles, que rompieron todas las reglas, pero que de alguna manera no podemos dejar de mirar.

Desde emperadores locos, hasta piratas sanguinarios, pasando por criminales con estilo.

Los malos de la historia tienen un imán que nos atrae como las polillas a la luz.

Así que agarraros bien los auriculares. Hoy vamos a intentar desmenuzar algunos de estos personajes. Y empecemos por lo básico.

¿Qué tienen estos villanos que nos hace quedarnos pegados a su historia? Pues para empezar, son el lado salvaje de la humanidad.

Nosotros, pobres mortales, vivimos atrapados en rutinas, reglas y un montón de «no hagas esto, no hagas aquello». Pero ellos no. Ellos se ríen de las normas.

Son como esa vocecita en tu cabeza que dice «y si lo hago de todas formas, pero, claro, llevado al extremo». Imagínate a alguien como Nerón, el emperador romano que, según la leyenda, tocaba la lira mientras Roma ardía.

¿Verdad o mito? No importa en este podcast, porque la imagen es tan potente que nos deja hipnotizados. Es el tipo de audacia que nos deja pensando «ojalá tuviera yo esa energía».

Pero claro, sin que quemara mi ciudad. Y no es solo que rompan las reglas, que lo hacen con estilo. Los héroes suelen ser predecibles.

Salvan el día, besan al amor de su vida y fin.

¿Los villanos? Los villanos son un torbellino de caos y de carisma.

Piensa en Darth Vader, con esa voz que teriza la piel. O en Cleopatra, que no solo conquistó Egipto, sino a medio mundo con su inteligencia y su habilidad política.

Los villanos no actúan solos, ellos son espectáculo. Y itámoslo, a veces los buenos son un poco sosos, siempre tan perfectos, tan rectos.

En cambio, los malos tienen drama, intriga y una energía que te mantiene al borde del asiento.

Pero no todo es superficial. Hay algo más profundo, algo que nos toca el alma.

Los mejores villanos no son malos porque sí, eso sería aburrido. Tienen historias, motivaciones, tienen grietas en el corazón que lo hacen humanos.

Y eso nos engancha, nos engancha muchísimo, porque nos vemos reflejados en sus luchas, aunque sea desde lejos. Y para ilustrarlo un poco, dejemos de lado a los villanos ficticios por un momento, que ya llegarán en las siguientes secciones. Hablemos, por ejemplo, de una villana histórica que ya ha estado aquí en la Casa del Acantilado y que lo tiene todo, Elizabeth Bathory, la famosa condesa sangrienta del siglo XVI.

Elizabeth, noble húngara, pasó a la historia como una de las asesinas más prolíficas. Se dice que mató a cientos de jóvenes para bañarse en su sangre y mantenerse joven eternamente.

¿Suena a cuento de terror? Pues sí, claro que sí. Y probablemente parte de todo esto sea una exageración de la época. Pero ahí está la clave de su atractivo. Imagínate esto, una mujer poderosa, rica, bella, en un mundo donde las mujeres apenas tenían voz. De repente, se convierte en el monstruo de la historia. ¿Y por qué no fascina? Porque no es solo una loca con un cuchillo.

Hay un trasfondo. Hay algo más. Está el miedo a envejecer, la obsesión con el poder, el desafío a un sistema que la encerraba siendo prácticamente solo una muñeca decorativa. Algunos dicen que fue víctima de una conspiración para quitarle su tierra. Y otros dicen que realmente era un demonio con un vestido de serpiente.