The Alto Knights (2025) 6v3z3z

Esta es para ti, Frank.

Esta es para ti, Frank.

Debería haber estado más atento en lugar de recibir aplausos en el Copacabana.

Creo que hasta que no me pegaron un tiro, la gente no me asociaba con la mafia.

No llevaba arma, no tenía guardaespaldas, iba en taxi.

Llevaba casado con la misma mujer 38 años.

Y cuando salía mi nombre en el periódico por algún tema político o benéfico, se me relacionaba con el juego.

Un personaje de la picaresca de Damon Lanyon, ellos y ellas y todo eso.

Pero años más tarde, mi mejor amigo me traicionó.

Vito, ya casi ha acabado.

Vito y yo crecimos juntos.

No lo sabréis, pero de pequeños éramos muy buenos amigos y estábamos muy unidos.

Los dos dejamos los estudios no porque fuéramos zoquetes, sino porque éramos ambiciosos.

Siempre estábamos en el Alto Knights.

Era nuestra casa.

Y no íbamos a cavar zanjas como nuestros padres, ni a vivir en un pisucho sin agua caliente el resto de nuestras vidas.

De eso nada.

Nosotros no.

Estados Unidos era la tierra de las oportunidades.

Yankee Doodle Dandy y demás.

Pero cuando Lucky se metió en política, todo cambió.

Especialmente después de que Tamani viera que esos inmigrantes que nunca votaban eran muy valiosos el día de las elecciones.

Vito y yo les decíamos a todos en italiano, votad al burro.

Recuerdo haberle dicho a Vito una vez, oye, ¿y si abriéramos un restaurante o un bar? ¿Qué te parece? Él me dijo, no, no me interesa.

Tú piénsatelo, lo digo en serio.

Yo saco pasta, pero no meto.

Esa fue la primera vez que me dije, no pensamos igual.

Al principio no me hacía gracia lo de recibir aplausos y demás, no era lo mío.

Después de un tiempo ití que me empezó a gustar.

Señor Halley, como presidente de la Asociación de Empresarios de la 5ª Avenida, ¿qué le parece trabajar con Frank Costello? Les diré que me encantaría contar con Frank Costello en cada uno de nuestros actos benéficos.

Adelántate con Jean y Lois, nos vemos en el restaurante.

Voy a casa un segundo.

Vale, cariño, pero no vayas a tardar.

Ha sido maravilloso, nunca había conocido a tantos jueces en mi vida.

No tardo, ¿no? No es que sean el alma de la fiesta.

No te preocupes.

A veces se me olvidaba que el mío no era un negocio de mil millones de dólares al uso, de hecho, hasta me había planteado dejarlo, pero no lo vi venir.