Segunda Fundacion de Isaac Asimov - Capítulo 6 (Audiolibro en español con voz humana) 703z3i

Saludos Divergentes, soy Marker Resoto y te doy mi más calurosa bienvenida a Divergencia 0.

¿Estamos todos listos? ¿Estamos preparados? Pues venga, vamos allá, porque hoy vamos a escuchar el final de la primera parte de las dos que componen Segunda Fundación, de Isaac Asimov.

El tercer libro de la trilogía original de la Fundación, escrita en los años 50 del siglo pasado, del siglo XX, pero que todavía a día de hoy resuena en muchos de nosotros. Y es que, demonios, qué divertida es, qué divertida es. Yo al menos reconozco que me lo he pasado pipa, me lo he pasado pipa haciéndome pasar, metiéndome en la piel de cada uno de los personajes que conforman esta saga de novelas. Y hoy, y hoy llegamos al final de la primera parte.

No os lo perdáis porque ya os digo que vienen curvas y que es muy muy divertido. Dicho esto, muchísimas gracias a todos aquellos que apoyáis el podcast, que sois fans del podcast AnyVox y que con un café al mes contribuís a que esto sea posible semana a semana, que este hobby mío siga llegando a vosotros de la mejor manera posible.

Muchísimas gracias a todos aquellos de vosotros que sois fans, pero también a quienes no lo sois y compartís estos audios con gente que sabéis que disfrutará de ellos, que le dais like, que comentáis, en fin, ¿qué puedo decir? Muchísimas, muchísimas gracias. Me repito más que a lajo, pero es que es verdad. No me extiendo más. Os dejo con este maravilloso final, final de fiesta, season final, lo que podría ser esta temporada 3 de la serie Fundación. Os dejo con el capítulo 6, como os decía, de Fundación e Imperio.

Segunda Fundación, de Isaac Asimov. Primera parte, el mulo inicia la búsqueda.

Capítulo 6. Un hombre, el mulo y otro. Dos hombres, aparentemente relajados y a sus anchas, o los opuestos físicamente y con todos sus nervios al servicio de la detección emocional, temblaban en una gran tensión interna. Por primera vez en muchos años, el mulo carecía de la suficiente seguridad en sus métodos. Chani sabía que, aunque por el momento podía protegerse, le representaba realizar un gran esfuerzo y que a su adversario no le costaría nada atacar. En una prueba de resistencia, Chani sabía que llevaría las de perder.

Pero pensar esto era mortal. Confesar al mulo una debilidad emocional equivalía a entregarle un arma. Ya había una chispa de algo, algo de vencedor, en la mente del mulo. Ganar tiempo.

¿Por qué se retrasaban los otros? ¿Cuál era la causa de la confianza del mulo? ¿Qué sabía su adversario que él ignoraba? La mente que acechaba no le decía nada. Si al menos supiera leer las ideas. Chani frenó rápidamente su remolino mental. La única solución era ganar tiempo, dijo. Ya que ha quedado claro, y yo no lo he negado después de nuestro pequeño duelo acerca de Pritchard, que pertenezco a la segunda fundación, ¿por qué no me dice el motivo de que yo viniera a Tazenda? Ah, no. Rió el mulo, alegre y confiado.

Yo no soy Pritchard. No tengo que darle explicaciones. Usted tenía lo que consideraba sus razones. Cualesquiera que fuesen sus acciones me convenían. De modo que no me molesté en analizarlas. Con todo, tiene que haber grandes lagunas en su concepto de la historia. ¿Está Zenda la segunda fundación que usted esperaba encontrar? Pritchard hablaba mucho de su tentativa anterior por encontrarla. Y de su psicólogo, Evelyn Meese. A veces hablaba más de la cuenta. Gracias a una pequeña presión por mi parte.

Piense de nuevo en Evelyn Meese, primer ciudadano. ¿Por qué habría de hacerla? Confianza. Ya ni sintió que la confianza del otro iba a inaugurar.