
Descripción de Romanticismo 3d557
Me fui a Viena porque quería vivir un amor decadente que discurriese entre un paisaje barroco henchido de autosuficiencia. Escuchaba valses mientras paseaba por la HeldentPlatz y me saturaba de palacios y jardines cartesianos. Me sentaba en una terraza con vistas al Danubio y escribía floridos sonetos en un cuaderno de papel viejo con una pluma de ave. Ante los infructuosos resultados de mi estrategia de generar un aureola delirante de neoclasicismo, decidí pasar a la acción y me puse a tocar el violín al lado de la Ópera vestido de levita oscura con puños de encaje y una peluca empolvada que ensalzaba mi despejada frente. Todo cambió de repente y decenas de curiosos se acercaban e incluso me dejaban dinero, algo que yo no buscaba. Y todos los días que ejercí el arte de fundirme con mi violín una joven con el pelo tintado de rosa se quedaba de principio a fin de mi actuación, hasta que un día se me acercó y me cogió de las manos y me dijo: - Me gustaría invitarte a una actuación mía No pude resistirme al requerimiento de una fan tan fiel y la seguí hasta una sala de fiestas en la que ocupó el espacio reservado al los DJs donde empezó a crear melodías subyugantes de pulsos electromagnéticos procedentes del centro del Sol y con una mano me llamaba y me invitaba a que me uniese a ella. Comencé a tocar una melodía que bailaba vals entre pulsos y vocoders. Había logrado iniciar un amor, pero no parecía nada decadente y no me pesó. En Ecos en la Penumbra hacemos del amor el lienzo sobre el que escribimos cada historia, porque es el amor y no otra cosa lo que nos lleva a experimentar con historias imposibles al ritmo de músicas soñadas. d5v6p
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Ecos en la penumbra música y secretos para cambiar de dimensión un podcast de emilio sáez soro me fui a viena porque quería vivir un amor decadente que discurrió ese entre un paisaje barroco henchido de autosuficiencia escuchaba valses mientras paseaba por la ley de empleados y me saturaba de palacios y jardines cartesiano nos le sentaba en una terraza con vistas al danubio describía floridos sonetos en un cuaderno de papel viejo con una pluma de ave ante los infructuosos resultados de mi estrategia de generar una aureola delirante de neoclasicismo decidí pasar a la acción y me puse a tocar el violín al lado de la ópera vestido de levita oscura con puños de encaje y una peluca empolvada que ensalzaba ni despejada frente todo cambió de repente y decenas de curiosos se acercaban e incluso me dejaban dinero algo que yo no buscaba y todos los días que ejerce el arte de fundirme con mi violín una joven con el pelo tintado de rosa se quedaba de principio a fin de mi actuación hasta que un día se me acercó y me cogió de las manos y me dijo me gustaría invitarte a una actuación mía no pude resistirme al requerimiento de una fan tan fiel y la seguí hasta una sala de fiestas la que ocupó el espacio reservado a los james donde empezó a crear melodías subyugantes de pulsos electromagnéticos procedentes del centro del sol y con una mano me llamaba y me invitaba a que me uniese a ella comencé a tocar una melodía que bailaba vals entre pulsos y vocoder había logrado iniciar un amor pero no parecía nada decadente y no me peso en ecos en la penumbra hacemos del amor el lienzo sobre el que escribimos cada historia porque es el amor y no otra cosa lo que nos lleva a experimentar con historias imposibles al ritmo de músicas soñadas ah ah yo acá sí fol oh sí bueno somos sí sí solo sí no es juguetes no puedes sí oh ska matsuda ama no me hable más o menos puestos coreógrafa claro yo
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