Rescatando a Nanny Morgan, Bruja y Víctima en la Inglaterra Victoriana 4e4s1c

Veo que tomaste la senda de la izquierda para llegar aquí. ¿Te gusta el misterio y las leyendas, las tradiciones y el folclore, los seres elementales, lo intangible y en definitiva todo aquello que es casi invisible al ojo humano? Sé pues bienvenido al hogar de esta humilde bruja donde habitan trece miglos o la aprendiz de leyendas. Adelante siéntate cómodamente en la butaca y sírvete una tacita de té. La tetera sigue humeando con su pancita repleta de hojas de menta.

Si además le añades una cucharadita de rica miel de ese tarro tu sistema inmune estará feliz. También tengo para ofrecerte una bandeja de naranja confitada bañada en chocolate negro. Es uno de mis dulces preferidos. ¿Estás observando la escoba invertida detrás de la puerta verdad? Las brujas somos así. Hemos de protegernos de las envidias y maldiciones como cualquier hijo de vecino. Pero además de lo que puedas ver he de advertirte que es muchísimo más lo que está oculto pero casi siempre a simple vista.

La brujería toma muchas formas a partir de marcas apotropaicas y amuletos que aseguran la protección. La reverencia a la luna, la adivinación, las maldiciones y los amuletos de amor. La brujería está en los huesos de la gente y en ocasiones para mal. Verás hoy te voy a contar una historia que acredita esta afirmación. ¿Estás preparado? Es un lunes por la mañana a mediados de la década de los cincuenta del siglo diecinueve.

Una infame mujer fue vista deambulando por el mercado de Matchwell Lock, municipio del condado de Robshire, limitando con tierras galesas. Esa mujer era Anne Morgan, más conocida como Nanny. Los lugareños se sorprendieron por su regreso, ya que era por todos sabido que Nanny había sido desterrada hacía muchos años de la casa familiar. Sus padres se habían negado a sufragar los gastos legales que devenían por el robo de unos vestidos que ella, junto a una compañera, habían sustraído durante su adolescencia cuando trabajaban como sirvientas.

Tras su condena, no teniendo un techo bajo el que cobijarse, marchó con los Caminantes, una comunidad nómada de gentes irlandesas que rondaban por doquier haciendo trabajos agrícolas entre otros. Ellos la acogieron a pesar de ser soltera y considerada como una criminal, porque desde entonces Nanny había sido puesta como un mal ejemplo para las muchachas jóvenes de los alrededores. Cuando las gentes del mercado le preguntaron por qué había vuelto, informó que había heredado la casa de su padre en Cinco Chimeneas y que planeaba establecerse allí. Cinco Chimeneas era una pequeña hilera de edificios construidos como parte de trece cabañas para trabajadores de la piedra caliente.