El reencuentro de Los Mentas: "Esto es una aplanadora" 3k1v6d

Muchas de las noches más arrabaleros de caracas tuvieran como banda sonora a la música de los mentas esta agrupación que con su fuerza su desparpajo su ruido y su humor también marcaron a buena parte de los años de la capital tal venezuela en sus noches y esos días también en el año dos mil quince y luego de un par de décadas de actividad ininterrumpida y luego de publicar también su disco el dios el diablo y el dinero decidieron tomarse una pausa una pausa que venía luego de ese último álbum que era conceptual distinto a la manera de aproximarse en el arte por parte de los mentas pero también marcado ese momento de la vida nacional por el fenómeno de la migración y la necesidad de buscar caminos para desarrollar una vida más cómoda una vida que caminase en otros rumbos uno se fueron primeros otros se fueron después y desde entonces los mentas quedó como un recuerdo allí entre sus fans fans que no han agotado tiempo ni plataforma para reclamar el regreso de este grupo alguna presentación ocurrió fuera del país con algunos de sus integrantes pero fundamentalmente un silencio desde la tarima silencio que no fue tampoco discográfico porque en el año dos mil veintidós se publicó el museo de los pillos el museo de los pillos sirvió como un solamente un reencuentro a nivel de estudio de unos músicos haciendo lo suyo cada uno en distintos lugares sino también una suerte de carta de reconocimiento de saludo a las influencias que los habían marchado a ellos en sus primeros años como músicos a partir del repertorio de bandas alternativas venezolanos que fueron marcando a toda una generación de artistas que luego fueron quienes dominaron de alguna manera nuestras tarimas y nuestros lanzamientos musicales ahora en dos mil veinticuatro los men las vuelven a ser noticia y lo son por una buena razón es el reencuentro de los mentas con su formación completa aquí en caracas también pasando por valencia y también pasando por barquisimeto traen finalmente el museo de los pillos a una gira nacional que más allá del título que tenga se tra mata finalmente del reencuentro de los mentas con su audiencia venezolana aquí quien esto sí suena hoy vamos a conversar con juan olmedilla vocalista guitarrista cantante y compositor miembro fundador de los mentas desde el estudio de esto sí suena para hablar los intríngulis de este reencuentro lo que nos esperan en esas presentaciones pero también la vida de una banda da que acumula años de experiencia pero también acumula deseos de reunirse y de reencontrarse con su audiencia hoy en esto sí suena los mentas bueno juan bienvenida este suena cómo estás cómo está tu victoria muy bien me alegra tenerte aquí a creer que la primera vez que conversamos en el estudio de esto en la zona como la gran cosa pero no es gran cosa pero bueno me alegra que estés acá para para conversar además por lo que viene a hablarnos que es el reencuentro de los mentas es una cosa yo no yo no soy tú eres el que maneja las redes sociales de la banda algunas san pablo papeleras pero pero hubo una persona que que externa la banda que de pronto hacer mantenimiento pero cada tanto cada que le mete mano digo porque normalmente uno ve en los comentarios y en las respuestas y tal cuando se reúnen por qué se fueron hasta cuando esto no sé qué más y había como un hambre no entre el propio público de los mentas de bueno esto fue este apagón que hubo fue como de la nada este este este grupo de gato presentó presentó su último disco un hecho del teatro chacao estuvimos allá y luego silencio en el penal vamos a hablar vamos a hablar justamente de ese cierre cómo fue ese cierre si bueno primero te corrijo que no fue el último disco hay un disco más reciente que es el museo los pillos pero digamos correcto pero ese no no hubo promoción de ese disco como banda en conjunto y chao ni nada no no no no no ha sido un disco tocado correcto y es parte de la incertidumbre y el hambre que yo tengo raíces y la deuda también deuda exacta este bueno nosotros de poner el diablo del dinero bueno ya para ese entonces dos mil quince metros