LOS PUEBLOS DE LA MONTAÑA LEONESA 313u2n

Los estudiantes y profesores reunidos con los portavoces del territorio sumergido. Con los supervivientes de la invasión de las aguas en la Montaña Leonesa para rememorar y recuperar a la vez la tradición oral leonesa a través del Filandón. Un acto celebrado en el espacio multi usos de la villa de Boñar.

LA POLA DE GORDÓN: Este municipio se ubica en la montaña central leonesa y lo atraviesan, de norte a sur, el río Bernesga y su afluente el río Casares. Con un relieve que oscila entre los 1000 y los 2000 metros de altitud, ofrece un paisaje extraordinario. Este territorio, enmarcado en la Reserva de la Biosfera Alto Bernesga, tiene una gran riqueza histórica, cultural y etnográfica, y está surcado por infinidad de caminos que durante siglos fueron utilizados por todo tipo de gentes, peregrinos, religiosos, pastores, arrieros, nobles… En Llombera hay vestigios del Paleolítico superior; en Paradilla la cultura del Argar, con yacimientos de la Edad de Bronce; en Geras la cultura castreña, y pueblos como La Vid, Nocedo y Villasimpliz dan testimonio del paso de la cultura romana por estas tierras. La época medieval deja monasterios y castillos como el de Los Barrios, del que sólo queda el recinto de la fortaleza, mandado construir por Alfonso tercero en el siglo noveno y las ermitas de Gordón, pertenecientes a distintos siglos y estilos. La minería forma parte de su historia y de su carácter. Las explotaciones conocidas como Grupo Ciñera o Pozo Ibarra constituyen un conjunto industrial extractivo de carbón en pozo y galería, testimonio de la cultura y de las formas de vida de un pueblo cuya actividad ha generado una transformación importante en la fisonomía del lugar. El conjunto histórico del Pozo Ibarra fue declarado BIC en 2011 con categoría de conjunto etnológico. También son BIC la torre medieval de La Vid y el Santuario del Buen Suceso, en Huergas, de estilo barroco. Esta ermita es Patrimonio Histórico desde 1983. Está en la ruta norte del Camino de San Salvador, y su romería, el primer domingo de septiembre, declarada de interés turístico provincial, congrega a un gran número de gordoneses por ser la Virgen del Buen Suceso patrona de Gordón. Cabe destacar la belleza de estos pueblos de montaña, donde la arquitectura tradicional se impone. Pueblos tradicionalmente ganaderos, poseen fuentes, abrevaderos y pilones de piedra. Además, cuenta con una preciada gastronomía en la que predominan los guisos, asados y cocidos, y los productos de la matanza. Está compuesta por 17 núcleos de población que son: Los Barrios de Gordón, Beberino, Buiza, Carbonera, Ciñera, Folledo, Geras, Huergas de Gordón, Llombera, Nocedo de Gordón, Paradilla de Gordón, Peredilla, Santa Lucía, Vega de Gordón, La Vid y Villasimpliz. Su población es de 3120 habitantes.

RIAÑO: El viejo pueblo de Riaño quedó sepultado bajo las aguas del pantano a finales de los 80, lo mismo que otras ocho localidades más (Anciles, Salió, Huelde, Escaro, La Puerta, Burón, Pedrosa del Rey y Vegacerneja), en un capítulo de la historia de la provincia cuya cicatriz todavía escuece. En su caso, al igual que en el de Burón, el pueblo fue reconstruido. En el anegado valle se ahogaba el pasado de sus vecinos, pero la memoria es resistente al agua y todavía se reserva en este enclave de la provincia de León, uno de los más espectaculares por la majestuosidad del paisaje y su vida silvestre. Tejos, hayas, acebos, robles, todo tipo de plantas aromáticas y medicinales y la flor emblemática, el capilote o narciso de montaña, que cada mes de mayo siembra de amarillo las extensas praderas, conviven en este territorio en el que es posible ver una larga lista de especies animales entre las que cabe destacar el oso pardo, el urogallo, la cabra hispánica y la fina trucha de aguas de montaña. De su patrimonio monumental destacan la iglesia de Santa Águeda, trasladada del pueblo de Pedrosa del Rey, con una espléndida portada románica, y la ermita de Nuestra Señora del Rosario, del siglo 13, que fue traída piedra a piedra del pueblo de La Puerta. Está ubicada en un promontorio situado a la entrada del pueblo, en un excelente mirador de toda la zona. Riaño forma municipio con otras dos localidades: Carande y Horcadas. Estos dos pueblos muestran construcciones típicas de la montaña, casas y cuadras antiguas de piedra y madera con corredor. En todo caso, los mejores monumentos de todo este municipio se miden en altura, pues son sus montañas. Las posibilidades turísticas de este territorio enclavado en el Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre, con privilegiadas vistas a los Picos de Europa, son ilimitadas: alpinismo, senderismo, espeleología, caza, esquí de travesía, deportes autóctonos, náuticos… Riaño pertenece al Partido Judicial de Cistierna. Su población es de 458 habitantes.

PUEBLA DE LILLO: Ubicado en el paso natural de la meseta hacia el Cantábrico, en el Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre, este municipio goza de impresionantes paisajes, y de un amplio catálogo de especies animales y vegetales. El río Porma hace sus primeros kilómetros en este territorio, recogiendo las aguas del Isoba, y otros tantos regatos y arroyos antes de embalsarse a los pies de San Cibrián y Camposolillo, este último despoblado desde que el pantano anegó el terreno. Esta zona estuvo habitada desde la Edad de los Metales, siendo algunos de sus moradores los astures y vadinios, considerándose el río Porma como línea divisoria de ambos pueblos. A principios del siglo octavo, muchos hispano-visigodos, se refugiaron en estos valles y montes huyendo de los musulmanes. La zona adquirió especial importancia cuando Ordoño segundo estableció la capital del Reino en León. Durante siglos, la ganadería, la agricultura, la explotación del bosque, la caza y la pesca, fueron el sostén de la supervivencia de sus habitantes. A finales del siglo diecinueve y a comienzos del veinte, con la apertura de nuevos caminos y carreteras, se facilita el intercambio de mercancías y el a nuevos mercados. La puesta en marcha de las minas de talco, y la modernización de las explotaciones ganaderas dinamizó la economía, a lo que contribuiría definitivamente, ya en épocas más recientes, el desarrollo del turismo de la naturaleza y la puesta en marcha de la Estación de Esquí de San Isidro. La nieve, los lagos de origen glaciar, las reservas de caza, el pinar autóctono de Puebla de Lillo, o los distintos núcleos de población que conforman este municipio, todos ellos de bella arquitectura, grandes custodios de tradiciones, y entendidos en gastronomía, hacen de este territorio, un destino de excepción para los amantes de la naturaleza, del senderismo, de la bicicleta, de los deportes de invierno, o de los aficionados a la pesca, a la caza, o los deportes náuticos. Puebla de Lillo está compuesta por los siguientes núcleos de población: Cofiñal, Isoba, Redipollos, San Cibrián, San Isidro y Solle. Su población es de 652 habitantes.

LA VECILLA DE CURUEÑO: Situada a 1036 metro de altitud y a la entrada del alto valle del Curueño, esta población es capital y punto de partida hacia el interior de la comarca. Los alrededores del río Curueño guardan muchas leyendas que han despertado la inquietud de poetas y cronistas de diversas épocas. Existen pocos ríos tan “poéticos” como el Curueño: su raudo fluir entre pequeñas y olvidadas aldeas, sus impresionantes hoces y cascada oculta, y otros muchos mitos siguen vivos entre las rocas de este profundo valle. El viajero nunca podrá olvidar su encanto porque será capaz de sentir y experimentar toda la gama de sensaciones que le ofrecerá la zona. En La Vecilla de Curueño, existe un torreón medieval fortificado de planta cilíndrica que fue, en el Medievo, parte del extenso patrimonio de los nobles leoneses condes de Luna. Durante muchos años derruido, hoy podemos verlo restaurado como Ayuntamiento. La Iglesia parroquial de La Vecilla data del siglo XVIII y es realzada por su retablo barroco. Se llega a La Vecilla por cuatro puntos cardinales. La L E-311 nos acerca desde León, por el cruce de Robles, donde se toma la C-626, o vía transversal que une Guardo y La Magdalena. Si se viene del sur, es la L E-321, que entra en el municipio por Sopeña y La Cándana. Por el norte, el Curueño y La Calzada romana de Vegarada disputan a la ruta el paso del puerto. Es La Vecilla nudo de caminos, enriquecido por la vía férrea de la FEVE, el novelado Transcantábrico. Es en esta zona donde se crían los gallos, únicos por la pluma que dan para elaborar moscas de pesca de trucha. Se fabrican de manera artesanal y producen esa pluma tan brillante si permanecen allí. Los gallos se clasifican en dos razas, pardo e indio, que dan pluma de tonalidades diferentes y con unas propiedades distintas a la hora de elaborar las moscas. El segundo domingo de marzo se celebra la muestra de gallos de pluma y mosca artificial donde hacen demostraciones de la pela del gallo y del montaje de moscas. En la lucha leonesa, los mozos de esta ribera pisan fuerte. Se colocan sin falta a la cabeza de las clasificaciones. Una escuela de lucha que tiene premio, al fijar la Federación Leonesa un Corro infantil en Campohermoso (el día 26 de julio) y Corro grande e infantil en La Vecilla (el día 4 de agosto). Luchar aquí es tan tradicional como en el Esla o en el Porma. La Vecilla fue Partido Judicial de la provincia de León, hasta la reciente reforma del sistema. Por eso su Escudo municipal figura en vidrio emplomado, en el Palacio de la Diputación. Son núcleos de población de La Vecilla de Curueño, Campohermoso, La Cándana de Curueño y Sopeña de Curueño. Su población es de 400 habitantes.

CISTIERNA: Situado en la Montaña Oriental Leonesa, el municipio de Cistierna está vertebrado de norte a sur por el río Esla. En su orografía destaca el macizo de Peñacorada, con picos cuyas alturas oscilan entre los 1600 y 1835 metros. Al sur predominan las tierras llanas, donde prolifera la agricultura. Cistierna fue en la prehistoria frontera entre cántabros y astures. La tribu asentada en esta zona era la llamada Vadiniense, una de las más conocidas por las casi 85 lápidas funerarias que como un goteo continuo, siguen apareciendo. Además, puede presumir de ser la puerta de entrada a los Picos de Europa. Centro de la arquitectura tradicional de la comarca, destacan los palomares de Cistierna, Sorriba y Modino construidos con materiales autóctonos, (barro, cantos rodados, y a veces piedra de cantería). Las casas de los hidalgos de Sorriba y Modino, también son una buena muestra de casa tradicional con patio, corredor y pavimento de cantos rodados. Muchas de ellas lucen en sus fachadas la heráldica de las familias propietarias. En Vidanes, aún se mantiene en pie la casa de los Sosa, en la cual nació el Padre Isla, uno de los genios más preclaros de la lengua española durante el siglo 18. Asimismo, destaca la arquitectura religiosa de la zona, representada en las iglesias de las distintas poblaciones del municipio. La Gastronomía de esa localidad se caracteriza por la contundencia de sus platos tradicionales para poder aguantar las bajas temperaturas invernales. Se compone mayoritariamente de potajes, (cocido Montañés, chanfaina, sopas de ajo…), carnes provenientes tanto de la ganadería como de sus bosques y ríos, (caldereta de cordero, lechazo al horno, arroz con codornices, trucha asada…) y de una amplia gama de repostería, (frisuelos, leche frita, sequillos, torrijas, lazos de San Guillermo, virutas…) y licores elaborados de forma artesanal con productos de la zona como guindas, arándanos, endrinos o moras. Cistierna está formado por once núcleos de población que son: Fuentes de Peñacorada. Modino. Ocejo de la Peña. Pesquera. Quintana de la Peña. Santa Olaja de la Varga. Santibáñez de Rueda. Sorriba. Valmartino y Vidanes. Su población es de 3090 habitantes.

MATALLANA DE TORÍO: Un total de 11 localidades conforman este municipio caracterizado por un paraje natural bañado por el truchero río Torío. Un paisaje que invita a perderse por sus caminos y valles para disfrutar de la tranquilidad, la naturaleza, la gastronomía, sus gentes y su patrimonio. La agricultura y la ganadería son, junto a los servicios, las principales actividades de sus vecinos, si bien tiempo atrás la actividad minera ocupaba a la mayoría de la población de estos pueblos que aún conservan las huellas de aquella industria. Junto al citado Torío, otro elemento definitorio de este municipio es el Ferrocarril de Vía Estrecha (FEVE), también conocido, de hecho, como el Tren de Matallana. Además, el municipio posee elementos patrimoniales de gran interés como son el Monumento al Minero, en Barrio de San Lorenzo; el Puente Romano de Villalfeide; la iglesia parroquial de Palazuelo; la iglesia de Paradavé, o las ermitas de Boinas (Robles de la Valcueva) y de San Roque (Pardavé). En la de Boinas, cada 15 de agosto tiene lugar la tradicional romería, en la cual la imagen de la virgen es escoltada por los pendones desde la plaza de Robles de la Valcueva hasta el santuario al son de la dulzaina y el tambor. Todo este territorio está surcado por numeras rutas que suben lomas o siguen el curso del río adentrándose en la historia de estos pueblos y en sus paisajes. Además, el Camino Olvidado a Santiago cruza este municipio después de dejar Boñar tanto si el peregrino sale en busca de La Robla como si lo hace por el trazado de Vegacervera. DE entre estas rutas cabe hacer mención especial a la del Faedo de Orzonaga, un hayedo no muy extenso, pero sí de gran belleza, y que es, además, uno de los limítrofes entre las regiones eurosiberianas y mediterráneas de la península ibérica. Matallana de Torío está compuesto por los siguientes núcleos de población: Barrio de La Estación. La Valcueva. Naredo de Fenar. Orzonaga. Pardavé. Robledo de Fenar. Robles de la Valcueva. Serrilla. Villalfeide y Barrio de San Lorenzo. Su población es de 1270 habitantes.

En el municipio de Valdepiélago la montaña coge impulso desde las verdes praderas y dibuja el paso a la cordillera cantábrica a través de elevados desfiladeros. En sentido opuesto, el río Curueño entra en sus dominios por el Puente del Ahorcado o de Los Verdugos, una infraestructura de época romana ubicada en la estrechez de las Hoces de Valdeteja. El curso de este rio y sus afluentes define el paisaje del territorio, que alberga joyas naturales como la Cascada Cola de Caballo de Nocedo o el escondido salto de agua en el bosque de Vega la Villa, en la Mata de la Bérbula. Es tierra de castros, de calzadas romanas y medievales, de historia, de puentes y pontones y de parajes llenos de magia como el Bosque de las Hadas. Otro lugar emblemático es la ermita de San Froilán, en la Peña el Santo, a la que se llega salvando 365 escalones tallados en la piedra, uno por cada día del año. Una vez arriba, la vista recompensa cualquier esfuerzo. Este enclave protagoniza cada primero de mayo una romería declarada de interés turístico provincial. Los vecinos del Curueño suben desde Valdepiélago portando la imagen de San Froilán y acompañados de pendones. Los pueblos de este municipio gozan de un entorno de excepción y dan asiento a edificios religiosos y casas solariegas que nutren el patrimonio monumental. La Casa de La Vecilla, sede del actual ayuntamiento, o las casas blasonadas de La Mata de la Bérbula, Montuerto y Valdepiélago son algunos de los ejemplos. Además, este municipio goza de una enorme riqueza cultural, siendo una de sus manifestaciones la gastronómica, con recetas basadas en los productos del entorno, la huerta y el corral, la matanza y la caza, la ganadería y la pesca… Los múltiples senderos que articulan este territorio permitirán descubrir y disfrutar de todo lo que la naturaleza, los pueblos y sus gentes tienen que ofrecer. Valdepiélago está compuesto por distintos núcleos de población como son, Aviados, Correcillas, La Mata de la Bérbula, Montuerto, Nocedo de Curueño, Otero de Curueño, Ranedo de Curueño y Valdorria. Su población está compuesta por 309 habitantes.

Este municipio se sitúa en la cabecera y curso alto del río Curueño. Forma parte de la Reserva de la Biosfera de los Argüellos y cuenta con espectaculares valores geológicos y geomorfológicos, así como con una gran biodiversidad. El agua ha jugado a modelar este territorio y ha esculpido impresionantes paisajes como las Hoces de Valdeteja o abierto cavidades como la Cueva de Llamazares, en la que destacan, por su abundancia y espectacularidad, las formaciones coraliformes, auténticas rarezas muy poco habituales en otras cuevas de origen kárstico. Se conservan en la actualidad ocho puentes romanos sobre el río Curueño y sus afluentes, la mayoría con modificaciones medievales. Por ellos transitaba la calzada romana de la Vegarada, que a su paso por este municipio se encuentra con estos ocho puentes: dos en Valdeteja, uno en Tolibia de Abajo, dos en Lugueros, dos en Cerulleda y una Redipuertas. La actividad económica de los vecinos de stos pueblos se ha centrado tradicionalmente en el sector primario, con un peso cada vez mayor del sector servicios, que se beneficia de la estación de esquí de San Isidro y de la gran oferta turística de naturaleza, deporte y aventura y cultura. Nieve, barranquismo, escalada, espeleología, senderismo, montañismo o pesca son algunas de las posibilidades que ofrece este municipio en el que destaca también su suculenta y variada gastronomía, con carnes de caza, embutidos curados al aire de la montaña, cecina de chivo, quesos o dulces tradicionales. Con un decorado natural de excepción, los pueblos que configuran este municipio no defraudan al visitante, que se verá bien escoltado por la piedra de las construcciones tradicionales, muchas de ellas casas señoriales con labras heráldicos. Además, de los molinos harineros que hubo en el valle hay dos restaurados, uno en Cerulleda y otro en Lugueros. Valdelugueros está compuesto por los doce núcleos de población, que son: Arintero, La Braña, Cerulleda, Llamazares, Redilluera, Redipuertas, Tolibia de Abajo, Tolibia de Arriba, Valdeteja, Valverde de Curueño, y Villaverde de la Cuerna. Su población es de 515 habitantes.

Ubicado en las estibaciones de la cordillera cantábrica sin haber perdido de vista aún la regularidad de la meseta, este territorio fue entendido como un lugar privilegiado para dar salida al mineral extraído en las cuencas mineras de la provincia. Así nacía el Ferrocarril de La Robla o Tren Hullero a finales del siglo 19, que enlazaba la localidad con Bilbao. La construcción de esta infraestructura supuso un impulso a esta zona, en la que se asentaba, al arrimo del ferrocarril, la central térmica de La Robla y, ligada a sus promotores, una cementera. Esta “revolución industrial” modificó la fisonomía de la localidad de cabecera y las fuentes de ingresos de los moradores de este municipio, tradicionalmente dedicado al pastoreo y la ganadería. De hecho, algunos explican el origen del nombre de la población que bautiza el municipio en el hecho de que donde hoy se levanta La Robla está el paraje en el que de antiguo cerraban sus tratos sobre aprovechamiento de los pastos del término los pastores y ganaderos venidos de otros lugares. Los datos más primitivos de su historia los ofrecen la cueva paleolítica de Alcedo de Alba, los abundantes castros y el yacimiento romano de Fenar. De época romana son los restos de un acueducto, El Encañao, entre La Robla y Puente de Alba, reconstruido en el siglo 18. En los Llanos de Alba quedan las ruinas del Castillo de Alba, construido por Alfonso tercero de Asturias en el siglo 9, probablemente sobre un asentamiento romano. De estilo románico del siglo 13 es la ermita de Celada, un templo con retablo herreriano, presbiterio de planta cuadrada con bóveda de crecería y una talla de la virgen del siglo 13. Además, entre las obras artísticas del 20 se encentra en el colegio de Formación Profesional Virgen del Buen Suceso un mural de gran formato de Vela Zanetti. En este municipio confluyen, asimismo, dos caminos milenarios a Santiago de Compostela: el Camino Olvidado y el Camino de San Salvador, que atraviesan el municipio de este a oeste y de norte a sur. La Robla está compuesta por 10 núcleos de población que son: Alcedo de Alba, Brugos de Fenar, Candanedo de Fenar, Llanos de Alba, Olleros de Alba, Puente de Alba, Rabanal de Fenar, Solana de Fenar y Sorribos de Alba. Su población es de 3752 habitantes.

Se cita por primera vez a Boñar en el año 924 con motivo de las donaciones que hace el Conde Guisvado y su esposa Doña Leubina de varias de sus posesiones en media legua a la redonda, para la fundación de San Adrián. Con este motivo se dice que se celebró un concilio en Boñar. Su industria tradicional fue la “piedra de Boñar” con la que se construyó la Catedral de León, San Isidoro y otros muchos edificios de piedra y sillería. Se hicieron famosos sus deliciosos dulces, “los nicanores”, creados por el famoso confitero Nicanor Rodríguez. La denominación de Boñar estaría relacionada con los términos Balneare o Balneario, que vendría a ser lugar de baños. Su escudo refleja sus tres elementos caracterísiticos: el agua, la torre y el Negrillón, que parece arrancar del siglo XVI y que fue por mucho tiempo el símbolo de la villa, habiéndose secado hace algunos años, si vbien se ha procedido a petrificarlo para su conservación. El municipio ofrece un buen número de rutas de senderismo, así como diversas posibilidades para la práctica de actividades de turismo activo como barranquismo, rafting, piragüismo, raquetas de nieve, escalada o rutas en bicicleta. En el folklore hay que destacar la llamada “jota de Boñar”, los “aluches” o lucha leonesa y los bolos. Cada una de las 19 localidades que conforman en municipio esconde sus encantos e historias, así, por ejemplo, en Las Bodas está situado el que es considerado el hórreo más antiguo de España, datado según los últimos estudios del siglo XVII, o la tradición de la fiesta de la “machorra”, común de Rucayo y pueblos vecinos, que procede de cuando antiguamente arrendaban puertos invitándose al pueblo a una comida con dos ovejas el 16 de agosto, fiesta de San Roque. Hay que recordar que el municipio de Vegamián, anegado por el pantano del Porma en 1969, quedó incorporado al municipio de Boñar. Boñar está compuesto por 19 núcleos de población que son: Adrados, Barrio de la Ollas, Las Bodas, Cerecedo, Colle, Felechas, Grandoso, Llama, Orones, OvilLE, Poblado del Pantano del Porma, Remellán, Rucayo, Valdecastillo, Valdehuesa, Veneros, Vozmediano y Voznuevo. Su población es de 1816 habitantes.