Décimo programa de nuestra segunda temporada, uno más dentro de nuestro bloque temático acerca de la Gestión de Mantenimiento. En esta ocasión no pondremos foco en un proceso propio de gestión si no que abordaremos una filosofía y una cultura que nos puede ayudar a llevar nuestra madurez en Gestión de Mantenimiento, y del Mantenimiento en general, a otro nivel. Hablo, en general, de la cultura Kaizen o de Mejora Continua, y de forma específica en lo que ha Mantenimiento conlleva, de la filosofía TPM, Total Productive Maintenance. Ambos conceptos provienen del modelo JIT (Just In Time), específicamente del modelo TPS (Toyota Production System), creado hace más de 40 años por el ilustre Taiichi Ono, director de Toyota. Es el origen del concepto Lean Manufacturing acuñado posteriormente por Womack y Jones. Este modelo de gestión busca maximizar el valor ofrecido al cliente optimizando los recursos empleados para llevarlo a cabo. Partiendo de la identificación y minimización de desperdicios, ordenados en las tres categorías Mura (irregularidad en la carga de trabajo), Muri (Sobrecarga) y Muda (los desperdicios Persé); buscamos erradicar aquellos procesos o actividades de NVA (No Valor Añadido) dentro del Value Stream Mapping de nuestra producto o flujo de valor. Decíamos, hará casi un año, en la intro de nuestro undécimo programa con Esther Piquer de SEAT S.A., que para desarrollar el concepto Kaizen o de mejora continua se hacía impepinable tener un dominio absoluto de nuestro Contexto Operacional. Si terminamos esa intro hablando de esto, comenzaremos ésta donde lo dejamos… Contexto Operacional, que fantástico concepto, ya sabéis que me flipa; es la madre del cordero. Debemos analizar nuestro Contexto Operacional en todo su conjunto para identificar que es lo que nos hace perder eficiencia, donde están nuestras grandes pérdidas y, Pareto en mano (porque el foco y la priorización es fundamental), comenzar nuestro proceso de optimización. Debemos hacerlo, siempre que sea posible, basando la toma de decisiones en el dato, es decir; utilizando indicadores que nos permitan evaluar cuan eficiente son nuestros procesos. Estamos hablando de mejora continua, y como todos y todas deberíamos ya tener nítido: Lo que no se mide no se puede mejorar. Visto el concepto Kaizen o de mejora continua a nivel general, nos vamos a centrar en la eficiencia asociada a nuestros activos físicos, entramos en territorio TPM. Decíamos que debemos usar indicadores que nos permitan evaluar esa eficiencia, y en el contexto del activo físico y de la filosofía TPM, “EL INDICADOR” es el OEE (Overall Equipment Efficiency). El OEE nos permite evaluar la eficiencia del indicador basado en tres factores principales: Disponibilidad: Que nos define el tiempo en el cual el activo está funcional con respecto al teórico tiempo de producción previsto. Rendimiento: Que mide el tiempo de activo funcional trabajando a velocidad de proceso nominal. Calidad: Que nos ofrece el porcentaje de ejecuciones sin defecto con respecto al total. Indicador muy potente y completo… Siempre y cuando seamos capaces de medirlo debidamente, tanto desde el punto de vista de fiabilidad del dato (tiempos de parada, pérdida de rendimiento o pérdidas de calidad); como desde el punto de vista de la correcta caracterización de las 6 grandes pérdidas que nos provocan pérdidas de eficiencia: Paradas no planificadas (averías) y paradas previstas por ajuste y configuración, que conforman las pérdidas por disponibilidad; las pequeñas paradas y los ciclos a velocidad inferior a nominal, pérdidas por rendimiento; y finalmente las pérdidas por calidad, los defectos de proceso y desperdicios por puesta en marcha. Es crucial, repito, tanto la creación de un árbol de fallo de proceso que nos permita categorizar a primer nivel de acuerdo a las 6 grandes pérdidas, de forma que podamos poner foco y paretizar nuestros grandes generadores de ineficiencias; como una correcta trazabilidad de los tiempos. Para ello, herramientas digitales como los sistemas MES o GMAOs nos pueden ayudar notablemente, si bien es clave el pleno compromiso de operadores de máquina y técnicos de mantenimiento para una correcta cumplimentación y alimentación de estos sistemas. Identificados los fallos y sus potenciales causas, vamos a esas herramientas, técnicas y metodologías que nos pueden ayudar a mejorar; ya sea erradicando, minimizando o mitigando. El TPM tradicional se compone de 8 pilares principales: Mantenimiento autónomo, mejoras enfocadas, mantenimiento planificado, mantenimiento de calidad, prevención del mantenimiento o mantenibilidad desde el diseño, la formación y competencias, el concepto EHS (environment, health & safety) y la gestión y istración del mantenimiento. A mí me gusta hacer otra estructura diferente relativa a la mejora continua: Cimentamos con conocimiento del activo, tanto desde el punto de vista de operación como de mantenimiento; sustentamos con datos fiables y adecuados al contexto del activo, información obtenida del correcto procesado de los mismos , metodologías de Ingeniería de Mantenimiento y Fiabilidad y herramientas de gestión como un GMAO o herramientas BI para una toma de decisiones eficaz; y encumbramos con el resultado, la mejora continua, la eficiencia operativa. Además de estos habilitadores de eficiencia, el Lean Manufacturing ofrece otra serie de herramientas cuya correcta implementación nos ayudará a conseguir nuestro objetivo, hablo de conceptos como el poka-yoke, metodologías como 5Ss o SMED, la gestión visual, el ciclo de Deming y un largo etcétera. De esto también hablaremos con el protagonista de este programa... Para hablar de TPM y mejora continua, siempre he tenido claro con quien quería contar en Mundo Fiable, es de las personas a las que sigo en LinkedIn y las sigo de verdad, y desde hace años.. Con un background de décadas en Mantenimiento, TPM y mejora continua, tendremos el inmenso placer de contar en nuestro programa con Sebastián Giraldo.