Ligeros de equipaje 5x2227

Ponemos punto y final a esta 2ª temporada de Ligeros de Equipaje con un programa dedicado a los CABALLEROS DEL PILAR en el que RAFAEL CASTRO, de RE-SONANDO, y ya un habitual en nuestros micrófonos, nos habló sobre esta Orden dedicada a velar y custodiar a la Virgen del Pilar de Zaragoza, tan querida y respetada dentro y fuera de nuestras fronteras. Esperamos que os guste. Os esperamos con nuevos espacios en Septiembre. Saludos viajeros.

Pasión desbordada por la literatura, tanto en la lectura como en la escritura, fue lo que en el programa que hoy os presentamos nos mostraron adolescentes como Mario Bosquet, Ángela Gutiérrez y las mellizas Noemí y Ainhoa Allué. 13 o 14 años llenos de ilusión que ya ha dado sus frutos en forma de premios para confirmar la calidad que atesoran en sus bolígrafos o, siendo más actuales, en sus Pcs.

El término ‘almogávar’ provierne del árabe y viene a significar: el que hace algaradas o correrías. Durante la conquista de las tierras dominadas por los musulmanes a lo largo del valle del Ebro, muchas zonas de frontera o recién conquistadas se quedaban prácticamente desiertas, donde eran frecuentes la inseguridad y las escaramuzas de saqueo. Muchos de estos almogávares fueron campesinos aragoneses y catalanes que se vieron obligados a abandonar sus tierras de frontera y a convertirse en soldados de fortuna. El objetivo de las correrías era obtener botín, normalmente en forma de personas y animales que luego se podían intercambiar por dinero. La referencia histórica más antigua que habla de los almogávares dentro de los ejércitos cristianos es de la crónica aragonesa de San Juan de la Peña, que los sitúa participando en el asedio de Saraqusta –la Zaragoza islámica- con las tropas de Alfonso I el Batallador en 1118. En el espacio de hoy, vamos a conversar con protagonistas; tataratataranietos de aquellos almogávares o-mejor dicho- quienes en el siglo XXI dedican parte de su tiempo a teatralizar para el pueblo quiénes eran, qué hacían, cómo y por qué luchaban, y arriesgaban así su vida así; ‘ligeros de equipaje’.

Se cuenta que Homero, el aedo griego que escribió la Ilíada y la Odisea de inmortal lectura, fue ciego –como lo es el primer amo de nuestro pícaro, el Lazarillo de Tormes; que dará nombre a esos magníficos perros que ayudan a los invidentes de hoy. También carecen, o les faltó en su día la percepción visual, el cantante Stevie Wonder, el genio Juan Sebastián Bach, y su homólogo el español Joaquín Rodrigo –autor del concierto de Aranjuez que suena de fondo-; Andrea Bocelli; el astrónomo Galileo Galilei; el novelista y dramaturgo canario Benito Pérez Galdós o el también escritor argentino Jorge Luis Borges-. Han sido y son faros del mundo que han demostrado que, aunque apagada una luz, se puede ser estrella en un mundo en el que no todo es la imagen o el brillo de los escaparates. En el espacio de hoy contamos con profesionales muy cerca de esa realidad, que contribuyen a potenciar su conexión con el mundo, a crear personas –mermadas de un importante sentido, pero que compensan con creces sus carencias dejándolas a un lado y potenciando el desarrollo de todos los demás-. Seguro, seguro, que tienen mucho que contarnos…

Nuestros oyentes no lo saben; pero Manolo se ha hecho mucho de rogar. Hace meses que vamos detrás de él para ofrecerle el micro de este espacio y que nos cuente cuáles son las fuentes de energía de una persona que, si se compromete con una causa, se entrega al completo y sin fisuras. Una vida a tope, la suya, inspirada por una fe que mueve montañas; y que lo convierte en trabajador incansable en su empresa (a la que regala horas para sacar a flote, y que ha terminado por darle enormes responsabilidades); que construye una familia modelo junto a su Merche y sus hijos Javi, María y Elisa -siempre volcados en la tarea de dar testimonio y contribuir a agitar la fe de su comunidad; un aragonés entregado, explosivo, contradictorio, espléndido, del todo o nada, de humor total y risa estruendosa, siempre sorprendente, contundente… único en su género.

Imposible no irar las heroicidades de los grandes hombres; las hazañas de quienes han logrado protagonizar -a riesgo de la propia vida- gestas que muy pocos son capaces de lograr -por lo que exigen de sacrificio, riesgo, preparación y resistencia. En este espacio sentimos particular debilidad por quienes, después de poner la pica en Flandes, después de haber tocado el cielo; su humildad les llevaa esquivar las coronas de laurel, las alfombras rojas y los pétalos de rosa… Otra forma de dar testimonio y sembrar interrogantes en el pueblo: esa gente de a pie que escucha LIGEROS DE EQUIPAJE y nos exige que rescatemos a tales protagonistas, y así poder mostrarles caminos alternativos a los que imperan en estos tiempos de oropel, purpurina y maquillaje. Con nosotros un grande, que se ha querido hacer pequeño para compartir con nosotros el pan de los caminos de a pie. Con nosotros un faro que atesora la virtud de no pretender serlo en demasía; JAVIER PÉREZ GARCÍA. Nombre y apellidos comunes. Ser excepcional.

Que queda un largo recorrido por lograr hacer justicia y que LA MUJER ocupe su sitio nadie lo puede negar. En un mundo gobernado por hombres en el que impera la violencia, y la igualdad de oportunidades es todavía un sueño, vamos encontrando en nuestro camino personas geniales -hombres y mujeres- ante los que sólo podemos quitarnos el sombrero. Ellas porque van derramando estrellas por donde caminan, y ellos por las mismas razones -o, porque al menos, no miran de forma diferente el talento de uno o de otra-. La palabra libertad, salir a la calle, estudio, sueldo… es tan bueno para ellos como para ellas. Partiendo de esta realidad; ¿cómo lo ven nuestras compañeras, nuestras amigas, nuestras mujeres? ¿Se sienten respetadas, con ganas de comerse el mundo? ¿Han logrado no distinguir la condición sexual para ver a su alrededor un todo de seres humanos navegando en el mismo barco? En LIGEROS DE EQUIPAJE buscamos respuestas de boca de protagonistas. Queremos voces femeninas y contamos con las mejores.

Hay días en los que mirar a los ojos de las personas que nos rodean resulta ser la mejor de las terapias para acabar el día en paz consigo mismo. Y esta noche, Jorge y Javier, Javier y Jorge, es lo que han hecho...se han mirado a los ojos y han charlado. Una charla tranquila, con anécdotas, temas indistintos y el sabor dulce de una amistad que prevalece ante todo. Sin olvidarnos de la encomiable labor de nuestro control, Javier quien, callado, hace posible este programa.

De no ser por Gertrude Stein y un taller de reparación de coches parisino, la genial “generación perdida” de escritores norteamericanos no se llamaría así. “Todos sois una generación perdida”, le dijo una vez la novelista y poetisa Gertrude Stein a Ernest Hemingway (el excéntrico escritor estadounidense que inmortalizó los Sanfermines de Pamplona). Y como recogen los libros de Historia de la Literatura, y cualquier amante de la buena narrativa puede comprobar, esa fue, precisamente, la frase que éste puso al frente de su primera gran novela, “París era fiesta”. Lo curioso del caso es que el origen de la expresión tuvo lugar en un espacio tan aparentemente poco literario como un taller de reparación de vehículos. Stein, que apoyó a los jóvenes escritores norteamericanos -como Hemingway, Dos os, Scott Fitzgerald, Hart Crane, Ezra Pound, Djuna Barnes, Sherood Anderson, Waldo Peirce, E. E. Cummings y Archibald MacLeish- expatriados en el París de la década de 1920, tomó la expresión del dueño de un taller parisino que, al ver la torpe reparación que del automóvil de la escritora había hecho uno de sus mecánicos, reprendió a éste diciéndole que todos eran una “génération perdue”. Y Gertrude Stein añadió dirigiéndose a Hemingway al relatarle la anécdota: “Eso es lo que sois. Eso es lo que sois todos vosotros... todos vosotros los jóvenes que servísteis en la guerra. Sois una generación perdida... No respetáis nada. Os estáis matando con el alcohol”. El término, “generación perdida”, hizo fortuna.

Cada etapa de la vida tiene sus ventajas e inconvenientes. Aparecemos en este mundo como seres frágiles, que necesitan protección, adaptarse a un medio que resulta extraño -en el que hay que respirar, alimentarse, dormir…-; seres indefensos que, entre algodones, crecemos día a día, aprendemos, desarrollamos picardías, hacemos amigos, nos enamoramos… A medida que ‘vamos quemando etapas’, nos vamos dando cuenta de los sabores agridulces que van quedando en nuestra memoria y en el alma… Si hay una etapa bien aprovechada que sea plenamente feliz, en la que estamos pletóricos de energía, en la que concebimos sueños que pueden hacerse realidad, ésa es la juventud: superadas las contradicciones de la adolescencia, el mundo se abre ante nosotros con una mirada nueva y un cuerpo cargado de energía con el que luchar por VIVIR A TOPE, con mayúsculas. En LIGEROS DE EQUIPAJE hoy nos rodeamos de gente guapa, joven, y con ganas de pasarlo bien.

2ª parte Como previo a la Semana Santa os hemos preparado un compilatorio, dividido en dos partes, de lo que llevamos de 2ª temporada. Resumen de los 25 programas que hemos realizado que esperamos que os guste, llenos de música, temas interesantes y no menos interesantes invitados.

Como previo a la Semana Santa os hemos preparado un compilatorio, dividido en dos partes, de lo que llevamos de 2ª temporada. Resumen de los 25 programas que hemos realizado que esperamos que os guste, llenos de música, temas interesantes y no menos interesantes invitados.

Con nuestros amigos de Re-sonando poniendo punto y final a este estupendo programa, os dejamos hasta la semana que viene. Es extraño, pero se nota. Se nota porque la brisa de repente parece distinta, porque la gente empieza a agolparse bajo los naranjos a la espera de ver caer los primeros pétalos blancos. Es difícil de explicar, pero se sabe. Y esto se sabe cuando en las calles empieza a flotar una energía diferente, como si la ciudad entera quisiera despertarse, como si un murmullo y ajetreo te indicara que algo está a punto de suceder. Y entonces los veladores se llenan, y el ambiente que se respira sólo es comparable a la cantidad de gente que espera en la puerta de las iglesias o al revuelo de personas que van y vienen con un capirote de cartón entre los brazos. Pero tú lo sabes...lo sabes porque has nacido aquí. Porque te has criado en la Puerta Osario, en Triana o en la Puerta la Carne; porque has crecido en La Calzada, en el Arenal, en el Cerro o en la calle Feria. Lo sabes perfectamente porque has aprendido desde pequeño a medir el paso del tiempo según el tamaño de la bola de cera que guardas en un cajón. ¿Cómo no lo vas a saber? Si llevas toda la vida asomándote al Uno de San Román para ver si el camarero tacha los días del calendario detrás del mostrador, y la consecuente sensación de extraño bienestar que te produce..."otro año más" No se puede explicar si no lo has vivido, si no lo has sentido, porque también se siente, sí! Se siente cuando vuelves a tocar el terciopelo morado que espera al fondo del altillo, cuando oyes tras una puerta las primeras notas de "Virgen del Valle" en la guitarra de tu padre, cuando ves que el rayo de sol que colorea cierto azulejo de la cocina y que se cuela por la ventana ya desde finales de Febrero, va aumentando cada día. Se reconoce a través de un sin fin de olores que están grabados en tu memoria y que te recuerdan por qué es tan especial esta época del año. Una mezcla de incienso, azahar, canela, el bacalao con tomate de tu madre y el arroz con leche de tu abuela; que aunque ya no esté para hacerlo consigues revivirlo una y otra vez en tu imaginación. Y así, vas saboreando los días que quedan en forma de torrijas con miel en la Campana o con chocolate en Santa María la Blanca. Y así, todo ese archivo sensitivo, ese torbellino de imágenes, sonidos, olores y sabores; te conecta con personas que ya no están y te transporta a momentos que aunque se repiten todos los años son diferentes cada vez. ¿Demasiado tradicional? No... aquí ya se sabe que no se trata sólo de tradición y de religión, sino de apreciar la belleza de los pequeños detalles y de no perderse el espectáculo de sensaciones del que formamos parte los que vivimos a orillas del Guadalquivir. Porque en Sevilla, más que en ninguna parte, no se cumplen años, se cumplen primaveras, y acaba de comenzar...

En 1855, el cirujano y dentista italiano Giovanni Platerio, después de horas de prácticas y de observación, decidió abandonar la posición habitual en la que él y sus colegas atendían a sus pacientes -apretando entre sus rodillas la cabeza del enfermo- e ideó y desarrolló un sillón reclinable, bajo, de respaldo reducido, que permitía un mejor a la cavidad bucal y una mayor comodidad de la persona que iba a la consulta. Pero para algunos autores, el sillón de Platerio no fue el primero en instalarse en las consultas de los dentistas. En el siglo XVIII, los sacamuelas ya habían hecho suya la silla de madera de los peluqueros, a la que colocaron a cada lado un reposabrazos para que los pacientes se aferrasen con fuerza en el momento de la extracción. Más tarde, le añadieron el reposacabezas y en 1790 Josiah Flagg tuvo la deferencia de acolcharlo. En 1832, James Snell patentó el primer sillón reclinable y 16 años después Waldo Hanchett, de Siracusa (EE UU), presentó como un invento revolucionario un lujoso y modernizado sillón. Sea quien fuere su inventor, resulta que este sillón ha sido, desde entonces, lugar en el que millones y millones de personas han pasado de todo, miedo, nervios, alivio, alegría….lugar de confidencias que ha ido evolucionando desde ese primitivo sillón hasta los últimos modelos de hoy día, ultramegacómodos que incorporan la última tecnología. Sacamuelas, barberos, dentistas buenos, dentistas malos, impostores, charladores, confidentes, enamorados….¡Ay si esos sillones hablaran……!

Santiago es un hombre de rostro semejante al de mister Proper, el árbitro Pierluigi Colina, o el protagonista de la vieja teleserie Kojak. Con el rostro curtido por las intensas batallas libradas en su agitada vida, hace gala de un don de gentes que le lleva a saludar a paisanos, a dejar que los niños se acerquen a él para retarlos con juegos y gamberradas, a ayudar al viejecito a bajar la escalera… Es uno de esos privilegiados que puede presumir de haberse reinsertado tras un período para olvidar, que él va a rescatar para nosotros –por si eso resulta de ayuda a quien todavía no tiene claro que la calle es seductora, engañosa, y embaucadora; si es la droga quien aporta sus aromas al que busca sensaciones-. Amante del mundo taurino, ayudante de parroquia, y entrañable e inconfundible conversador; su voz grave y cazallera seduce casi tanto como la aflautada de los ángeles.

Frente al estrés -que siempre está al acecho -para destruirnos lentamente, o sacar lo peor de nosotros mismos-, la paz interior, el relax; el saber lidiar con los avatares del día a día sin perder la sonrisa… Para llegar al ‘nirvana’ no basta la casualidad. Existen caminos, que tienen que ver con la búsqueda del silencio, y beber ‘en fuentes tranquilas’. ¿Dónde está ese ‘Dorado’? ¿Cómo dar con él? ¿Cómo encontrar el verdadero tesoro, una vez asimilamos que lo que se nos vende como oro no es sino ‘oropel’, y que la felicidad está lejos de lo material? En LIGEROS DE EQUIPAJE hoy damos la mano a alguien que puede aportarnos respuestas.

El programa de anoche de LIGEROS DE EQUIPAJE, quizá egoístamente, nos lo dedicamos a nosotros, a los que hacemos posible que cada jueves noche nos tengáis en antena. Teníamos ganas de charlar, pues nuestro día a día nos hace a veces imposible el cruce de unas cuantas palabras. Y anoche, esperando que os hayamos entretenido, así lo hicimos. Con la excusa del Día a día nos dimos ese gustazo de mirarnos cara a cara y contarnos nuestras cosas, nuestros pensamientos, como si estuviéramos sentados en la terraza de cualquier bar. Contamos con la inestimable presencia de un ya habitual en nuestros espacios, Carlos Encuentra, una voz que ya nos suena y que siempre da mucho juego.

Elzéard Bouffier es el protagonista de un pequeño relato titulado ‘El hombre que plantaba árboles’. La historia está protagonizada por un pastor que, con su sola voluntad y esfuerzo, convierte una tierra desierta, abandonada, infértil, en un maravilloso vergel. A menudo los micros de ‘Ligeros de equipaje’ se han abierto para estos personajes anónimos que, calladamente, hacen una labor de la que nos beneficiamos todos; y son un faro, un estímulo, para despertar nuestra sensibilidad y proponernos ser un poco mejores. Juan es así: un pequeño héroe de nuestro tiempo. Cosmopolita. Bienintencionado. Que no sabe dónde vivirá pasado mañana.

Jubilarse -cuando uno se siente joven y le quedan fuerzas y ganas para seguir afrontando retos- es un lujo- Si, además, uno tiene a sus espaldas toda una vida de luchas, conquistas, ilusiones que se han ido haciendo realidad, familia por la que seguir luchando… la persona en cuestión provoca la simpatía y la iración de quienes le rodean. Puede que no todos lleguemos a conocer esa situación; retirarnos en plenitud de facultades, con el ánimo a tope… pero como digo alguna vez: Luis. ‘Tito’. Quiero ser como tú.

Pero vamos, vecina, vamos a la iglesia, antes que se ponga de bote en bote... que algunas noches como ésta suele llenarse de modo que no cabe ni un grano de trigo... Buena ganga tienen las monjas con su organista... ¿Cuándo se ha visto el convento tan favorecido como ahora?... De las otras comunidades, puedo decir que le han hecho a Maese Pérez proposiciones magníficas; verdad que nada tiene de extraño, pues hasta el señor arzobispo le ha ofrecido montes de oro por llevarle a la catedral... Pero él, nada... Primero dejaría la vida que abandonar su órgano favorito... ¿No conocéis a maese Pérez? Verdad es que sois nueva en el barrio... Pues es un santo varón; pobre, sí, pero limosnero cual no otro... Sin más parientes que su hija ni más amigo que su órgano, pasa su vida entera en velar por la inocencia de la una: y componer los registros del otro... ¡Cuidado que el órgano es viejo!... Pues nada, él se da tal maña en arreglarlo y cuidarlo, que suena que es una maravilla... Como le conoce de tal modo, que a tientas... porque no sé si os lo he dicho, pero el pobre señor es ciego de nacimiento... Y ¡con qué paciencia lleva su desgracia!... Cuando le preguntan que cuánto daría por ver, responde: Mucho, pero no tanto como creéis, porque tengo esperanzas. -¿Esperanzas de ver? -Sí, y muy pronto -añade sonriéndose como un ángel-; ya cuento setenta y seis años; por muy larga que sea mi vida, pronto veré a Dios... ¡Pobrecito! Y sí lo verá... porque es humilde como las piedras de la calle, que se dejan pisar de todo el mundo... Siempre dice que no es más que un pobre organista de convento, y puede dar lecciones de solfa al mismo maestro de capilla de la Primada; como que echó los dientes en el oficio... Su padre tenía la misma profesión que él; yo no le conocí, pero mi señora madre, que santa gloria haya, dice que le llevaba siempre al órgano consigo para darle a los fuelles. Luego, el muchacho mostró tales disposiciones que, como era natural, a la muerte de su padre heredó el cargo... ¡Y qué manos tiene! Dios se las bendiga. Merecía que se las llevaran a la calle de Chicarreros y se las engarzasen en oro... Siempre toca bien, siempre, pero en semejante noche como ésta es un prodigio... Él tiene una gran devoción por esta ceremonia de la Misa del Gallo, y cuando levantan la Sagrada Forma al punto y hora de las doce, que es cuando vino al mundo Nuestro Señor Jesucristo... las voces de su órgano son voces de ángeles... En fin, ¿para qué tengo de ponderarle lo que esta noche oirá? Baste el ver cómo todo lo demás florido de Sevilla, hasta el mismo señor arzobispo, vienen a un humilde convento para escucharle: y no se crea que sólo la gente sabida y a la que se le alcanza esto de la solfa conocen su mérito, sino que hasta el populacho. Todas esas bandadas que veis llegar con teas encendidas entonando villancicos con gritos desaforados al compás de los panderos, las sonajas y las zambombas, contra su costumbre, que es la de alborotar las iglesias, callan como muertos cuando pone maese Pérez las manos en el órgano... y cuando alzan... cuando alzan no se siente una mosca... de todos los ojos caen lagrimones tamaños, y al concluir se oye como un suspiro inmenso, que no es otra cosa que la respiración de los circunstantes, contenida mientras dura la música... Fragmento de “Maese Pérez el organista” de Gustavo Adolfo Bécquer