Parentela, linaje y clan: cómo elegimos a nuestros parientes 4v4i4o

Hemos venido reflexionando sobre las características de la reproducción humana.

Hemos visto como los seres humanos tienen una serie de dificultades en esa reproducción, dado que el cachorro humano necesita de varios años de protección de su comunidad, de su sociedad para poder salir adelante frente a la mayor parte de los seres vivos que son autónomos prácticamente desde nacer. Esa necesidad de esa comunidad en torno al cachorro humano es lo que ha generado una institución que garantice la legitimidad del recién nacido dentro de la sociedad a la que llegue, el matrimonio, algo que como hemos visto históricamente no respondía tanto a un acto de amor entre un hombre o una mujer, o a la contracción de derechos y obligaciones de esa pareja, sino sencillamente a la legitimación o a la posibilidad de legitimar al ser vivo que pueda surgir del hecho de que esa mujer ya es fecunda y puede tener niños. Teniendo claro entonces que ese ser humano recién nacido necesita vivir en una comunidad, hemos de entender cuáles son los fundamentos de esa comunidad, cuál es la unidad doméstica básica a la que ese niño llega.

Una unidad doméstica que está configurado por dos realidades, el conjunto de personas que se van a hacer cargo de ese niño, la familia, y las condiciones materiales necesarias para que ese niño salga adelante. Unas condiciones materiales que en algunos casos puede ser un espacio físico y hablaremos de un hogar, pero que en el caso de sociedades seminómadas podría ser sencillamente un conjunto de objetos de artilugios que faciliten la crianza de ese bebé, desde donde preparar la comida hasta la ropa más básica que le pueda proteger del frío o de cualquier otra inclemencia del tiempo. Pero quiero detenerme en esa primera parte, en esa primera parte de las personas que en la comunidad se van a hacer cargo de la crianza de ese niño. Por general, esa familia suelen ser, por lo general insisto, aquellos que están vinculados biológicamente con el propio niño. ¿Y cómo podemos establecer esas relaciones de parentesco? ¿Cómo podemos hacer esa vinculación familiar? En realidad existe una relación biológica innegable que es la filiación.

Todos somos hijos de alguien, en concreto de nuestra madre, y a partir de ahí podemos esperar que nuestro padre sea aquel que estaba a la par de nuestra madre cuando se llevó a cabo todo el proceso reproductivo. Es interesante porque en todas las sociedades humanas reconocen ese principio de filiación, reconocen que inevitablemente todos somos hijos de alguien. A partir de ahí se puede debatir mucho de cuál es la contribución. Por supuesto, estamos hablando de sociedades de culturas previas a todo el conocimiento biológico del que disponemos hoy. ¿Cuál era la contribución de la madre y del padre? ¿Hasta qué punto era una mezcla perfecta de la sangre de ambos? ¿Hasta qué punto la una era más que el receptáculo de todas las virtudes que aportaba el otro? ¿Hasta qué punto ella era la que disponía de la capacidad creativa que sencillamente era incentivada por ese añadido final por parte del varón? Todo esto no nos va a preocupar en lo que queremos explicar porque lo realmente importante es ese reconocimiento en todas las culturas de la filiación como el rasgo definitorio de las relaciones de parentesco. ¿Soy pariente de alguien inicialmente porque soy el hijo de una persona que a su vez puede compartir el ser hermanos de otras personas que son hijos del mismo progenitor? Y de esa manera vamos ampliando esas relaciones de parentesco.

Llegándose aquí, hemos de recordar que los antropólogos han explicado las diferentes posibilidades que existen esas relaciones de parentesco. Desde las más simples, las unilineales, donde lo que se va a reconocer sencillamente es a uno de los dos progenitores y entonces estaremos en sociedades matrilineales cuando la única filiación que queda establecida es la que existe entre la madre y el hijo. El resto de personas que contribuyen a la reproducción no se incluyen dentro de esas relaciones de parentesco o por supuesto existir existen pero su importancia a la hora de establecer