Nueva Constitución o reforma chapuza o pervertirla más 5y6s4i

Se despertará la conciencia española y ese es nuestro deber y nuestro objetivo del MCRC.

Yo cumplo con mi deber sembrando, echando la semilla, dando los argumentos, estudiando y ofreciendo todo lo que cosecha de mi vida intelectual para que el MCRC colectivamente adquiera una fuerza que yo como persona no puedo tener.

Pero ese es el objetivo del MCRC, comunicar la fuerza suficiente a un movimiento cultural antes que político, que resucite la energía de la unidad de España para sostener no reformas sino un cambio drástico del sistema.

Ir a la República Constitucional, sin miedo a la palabra, claro que da miedo, ¿a quién no sabe lo que es? A los oportunistas.

¿Quiénes son los enemigos de las palabras? Los oportunistas.

...dentro de Ciudadanos hacia la República Constitucional, fundado por Antonio García Trevijano.

La lucha por el derecho, con Pedro Manuel González.

Profundizar en esta Constitución es profundizar en la ausencia de democracia.

La Constitución del año 1978 no es un marco de libertad sino un corse que aprisiona la voluntad política.

Si de origen no establece ni la representación ni la separación de poderes, en consecuencia profundizar en ella es alejarse de la democracia cada vez más.

Si ella es algo malo, profundizar en lo malo nos lleva a lo peor.

En una democracia, la representación consiste en que los ciudadanos elijan a personas concretas para legislar en su nombre, con un vínculo directo entre representantes y representados.

Sin embargo, el sistema electoral proporcional de listas de partido que impone la Constitución vigente neutraliza esa relación.

Los diputados no representan a los ciudadanos en absoluto.

¿A quién representan? A las cúpulas de los partidos, a las cúpulas de sus partidos que les han integrado en esas listas.

Ellos, los partidos, les seleccionan y les ponen en esas listas impermeables a la voluntad del electorado.

Bajo este régimen de poder, el Parlamento no es una asamblea de representantes de la nación, sino es un órgano burocrático de validación, de ratificación de las decisiones previamente tomadas por los jefes de partido, como hemos visto además públicamente hace muy poco a los representantes de los partidos políticos, a los jefes de los partidos o los portavoces de los partidos políticos, poniendo las caras como todo se soluciona fuera del Parlamento.

El otro requisito formal de la democracia es la separación de poderes.

No existe libertad política sin elección distinta en origen, en origen, eso es lo importante, del legislativo y del ejecutivo.

En España, el jefe del gobierno es a la vez el líder del partido con la mayoría parlamentaria, lo que convierte al Congreso en un mero instrumento de su voluntad.

Lejos de fiscalizar al ejecutivo, el legislativo se encuentra subordinado a él, garantizando la aprobación de leyes sin debate auténtico de autonomía.

Y ni siquiera eso, en realidad, el legislativo y el ejecutivo lo que se encuentran subordinados es a la jefatura de los partidos que dominan en ese sistema proporcional de listas.

Más aún, el mal llamado poder judicial tampoco escapa a ese dominio.

La elección política de jueces y magistrados de los órganos superiores, de los órganos de gobierno de la vida judicial, los convierte en piezas del engranaje del poder, eliminando cualquier atisbo de imparcialidad en la istración de justicia.

Así ocurre con el Consejo Poder Judicial, con el Tribunal Constitucional o con la Fiscalía General del Estado, por ejemplo.

Por eso, cada vez que se plantea una reforma de la Constitución o que se profundice en la Constitución, lo que se está haciendo es perpetuar este esquema de dominación.

No se puede remediar la falta de democracia con una estructura que impide su aparición.

No hay que regenerar nada, todo está por generar aún a día de hoy.

La única solución auténtica pasa por la ruptura con este régimen de poder y la instauración de un proceso de libertad constituyente, de un período de libertad constituyente, como camino hacia la República Constitucional que garantice la representación y que garantice la separación efectiva de poderes.

No hay solución dentro del régimen, la monarquía.