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Neofascismo, el totalitarismo de nuevo cuño y el espejismo de las urnas

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3/4/2025 · 51:20
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Descripción de Neofascismo, el totalitarismo de nuevo cuño y el espejismo de las urnas 593422

Es bien conocido que el fascismo propiamente dicho, el fascismo clásico, es un fenómeno históricamente situado en el cual se suele englobar, pese a sus diferencias, tanto al fascio mussoliniano como al nacionalsocialismo hitleriano. También sabemos que ese término ha sido extrapolado para designar tanto a los regímenes que guardan cierto parecido con los que se impusieron en los años veinte y treinta del siglo pasado, como para calificar a las posturas políticas y a los movimientos que se reclaman de las ideologías de aquellos regímenes, introduciendo si acaso algunas actualizaciones menores. Es preciso desmontar el espejismo según el cual se vence al neofascismo acudiendo a las urnas, porque, lo que realmente se está haciendo al introducir en ellas una papeleta de voto cuando este se perfila como posible ganador, es contribuir a legitimar su modo de al poder, y, de esa forma, darle carta blanca para poder actuar después a su antojo. Por Tomás Ibáñez. 1u5j6a

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Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Es bien conocido, estoy abundando en cosas que todas y todos sabemos, es bien conocido que el fascismo, propiamente dicho, el fascismo clásico, es un fenómeno históricamente situado en el cual se suele englobar el facho musoliniano y el nacionalsocialismo glediano. También sabemos que ese término ha sido extrapolado para designar tanto los regímenes que guardan cierto parecido con los que se impusieron en los años 20 y 30 del siglo pasado, así como para designar también las ideologías actuales, digamos, que guardan también cierto parecido con las que se expresaron en el seno de aquellos regímenes, introduciendo, por supuesto, algunas actualizaciones, digamos, pero con pocas diferencias respecto de aquellas y de otras, aunque, esas son las nuevas tecnologías, aunque esté históricamente fechado, creo que la extrapolación de ese término mantiene hoy cierta utilidad, porque la ideología fascista sigue siendo reivindicada en la actualidad por diferentes colectivos, sigue impregnando determinados comportamientos tanto individuales como colectivos, con lo cual no se me ocurriría ni por asomo negar que el fascismo sigue estando presente en nuestras sociedades y que no se limita a ser simplemente un objeto del pasado confinado en el museo de la historia.

Por lo tanto, claro que sí, hay que seguir combatiendo de forma radical y con todas nuestras fuerzas el fascismo. Otra cosa es utilizar el fascismo, digamos, para conjuntar fuerzas, digamos, y utilizarlo, digamos, como una manera de no atacar las raíces del sistema donde se genera el fascismo, pero bueno, combatir el fascismo me parece que sigue estando al orden del día.

Sin embargo, al lado de ese fascismo, del cual no voy a hablar hoy, no lo voy a tratar, se está desarrollando en el plano macrosocial un fenómeno bastante novedoso, tan execrable como el fascismo del pasado siglo y que incluso bien podría elevar aquella barbarie a unas cotas aún mayores. Es de ese fenómeno que pretendo hablar hoy y creo que calificarlo de fascismo, cosa que se suele hacer con bastante frecuencia, no nos ayuda a entender su naturaleza sino que contribuye más bien a distorsionar su comprensión.

Pues bien, para denominar los actuales movimientos y las actuales políticas de extrema derecha que están proliferando, como bien sabemos, por todo el planeta, prefiero recorrir al término neofascismo, aún sabiendo, aún sabiendo que al igual que ocurre con el vocablo fascismo, también se trata de una palabra históricamente fechada porque fue usada para denominar unas formaciones políticas de extrema derecha que tomaron el relevo del fascismo clásico en los años 50 y 60, particularmente en Italia, partidos que se llamaban neofascistas.

Aún así, si pese a ello recurro al término neofascismo, es porque este término evoca el inconfundible aire de familia que la actual extrema derecha comparte con el fascismo clásico, pero al mismo tiempo también apunta a cierta diferencia. En cuanto a las semejanzas, son obvias, son obvias lo que el aire de familia que hermana a ambos fenómenos, al fascismo y al neofascismo, son, por ejemplo, el racismo, la xenofobia, la exaltación de la fuerza, el culto a la autoridad, el menosprecio a los llamados derechos humanos y se podrían añadir muchas cosas más.

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