El Museo del Calamar Gigante: El Kraken Existe 215u5w

Estás escuchando Mil y un viajes por el mundo con Maribel Ruiz.

Mochila al hombro, la brújula en el alma y el corazón mirando al horizonte.

Aquí hablamos de recuerdos imborrables, de caminos que transforman y de viajes que dejan huella. ¿Nos vamos? ¿Cómo andáis queridos oyentes? Bienvenidos a un nuevo episodio de nuestro podcast Mil y un viajes por el mundo. Hoy nos vamos a sumergir en las profundidades más oscuras y más tenebrosas del océano porque vamos a hablar de dos de los monstruos más fascinantes que han acechado la imaginación humana. Uno de ellos, ficticio, original de la mitología escandinava, que es el Kraken, y el otro totalmente real, el calamar gigante.

Tan real como que en España, en Luarca más concretamente, en Asturias, tenemos el único museo del mundo que está dedicado al calamar gigante y donde se exponen varios cadáveres conservados en formol de estos animales que hasta hace no mucho se creían que eran producto de la imaginación de marineros que decían que los habían visto pero no había una prueba palpable de su existencia. Pues sí, efectivamente existen y los tenemos muy cerquita.

Nosotros fuimos a visitar el museo el año pasado en un viaje que hicimos por el norte de España. Nos encantó. Yo también tengo que reconocer que tengo una pasión desmedida por todo lo que sea mitología. Iba a decir mitología pero en realidad no es mitología porque estos animales existen, no solamente los calamares gigantes sino los tiburones, los cocodrilos, es decir, cualquier animal que pueda ser potencialmente peligroso para el hombre, capta siempre mi atención. Tengo que reconocer que quizás me viene toda esta pasión por este tipo de criptología, digámoslo así, porque mi padre me llevó siendo muy pequeñita a ver una película malísima de John Huston que se llamaba Tentáculos y ya desde entonces vino todo seguido, ya todas las películas de tiburón, cocodrilos, arañas asesinas, tarántulas, me las he visto todas, así que la verdad es que voy a disfrutar mucho mucho de este capítulo que tenemos por delante.

Vamos a ello. Y esos orígenes nos llevan al kraken. ¿Quién era el kraken o qué era el kraken? Pues el kraken tiene sus raíces en las leyendas escandinavas. Los primeros registros sobre esta criatura provienen de los marineros nórdicos del siglo XII quienes describían a enormes bestias marinas con tentáculos capaces de abrazarse a sus barcos y arrastrarlos a las profundidades. En la literatura irlandesa medieval también se mencionaban monstruos marinos como el Fadhuba, que algunos estudiosos consideran un antecedente del kraken.

En el siglo XVIII el obispo y naturalista Erik Pontopidan popularizó la historia del kraken en su obra Historia Natural de Noruega. Pontopidan lo describió como un cefalópodo colosal que podía alcanzar tamaños descomunales y cuyos movimientos provocaban remolinos descomunales capaces de hundir navíos. A lo largo de los siglos el kraken ha sido representado como un ser de proporciones épicas, descrito con una mezcla de temor y fascinación por los marinos que surcaban esos mares del norte. Según la mitología nórdica esta criatura habitaba en las profundidades del océano, acechando a los barcos desprevenidos y emergiendo de las aguas para atraparlos con sus tentáculos.

Los relatos de marineros afirmaban que el kraken podía confundirse con una isla, ya que su enorme cuerpo se mantenía inmóvil en la superficie antes de atacar y era de proporciones colosales. Se decía que su presencia iba acompañada de un hedor de lo más característico y que el monstruo, que era más listo que el hambre, se rodeaba de bancos de peces, lo que atraía a los barcos sin que sus tripulantes supieran del peligro inminente. Es decir, que teníamos a una bestia que era capaz de poner cebos para atrapar a los hombres. ¿La vida al revés? Sus tentáculos eran su arma principal, envolviendo a los barcos y aplastándolos con una fuerza increíble. En algunos relatos el kraken sólo emergían ciertas estaciones del año, lo que lo convertía en un fenómeno impredecible y aterrador para los navegantes.