
El Macabro Experimento que dejo a los Científicos sin Palabras 6k1s4m
Descripción de El Macabro Experimento que dejo a los Científicos sin Palabras 3az6r
En un oscuro laboratorio, un hombre se convierte en el sujeto de un experimento que lo lleva al borde de la locura. Atrapado en una cámara de pruebas, es bombardeado por las voces de los muertos, susurrándole secretos horribles y visiones del infierno. Desesperado por escapar de esta tortura mental, su mente se desmorona. A medida que los días pasan, las voces se vuelven cada vez más hostiles, y el hombre grita que ha hablado con Dios, solo para afirmar que todos han sido abandonados. Finalmente, sus signos vitales se detienen sin explicación aparente, dejando solo un eco de su sufrimiento. Mientras tanto, en una cabaña alejada en el bosque, Daniel busca a su hijo Riker, quien ha desaparecido misteriosamente. Tras una intensa búsqueda bajo la amenaza de una tormenta inminente, el niño es encontrado a cuatro kilómetros de su hogar. A pesar de estar vivo, su mirada revela un horror indescriptible: la mirada de las mil llantas. Desde ese día, Riker no pronuncia palabra alguna y su experiencia en el bosque queda atrapada en un misterio que atormenta a su padre. ¿Qué vio realmente en ese lugar? ¿Fue abducido por fuerzas oscuras o algo más siniestro se apoderó de su identidad? La historia se desenvuelve entre el horror psicológico y lo sobrenatural, dejando al lector con preguntas inquietantes sobre los límites de la mente humana y las fuerzas desconocidas que acechan en la oscuridad. 1q6p4n
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
En 1963, un grupo de científicos pioneros condujo un macabro experimento en una instalación secreta.
Los expertos teorizan que una persona sin ningún sentido ni posibilidad de percibir estímulos, sería capaz de contemplar la presencia de Dios. Ellos creían que los cinco sentidos nublaban nuestra percepción de la eternidad, y que sin ellos, un humano podría establecer o con Dios a través del pensamiento.
Un hombre, declarando que no tenía ninguna otra razón para vivir, fue el único sujeto en ser voluntario para este procedimiento. Los científicos condujeron una compleja operación en el hombre, en la que cada nervio conectado a algún sentido, fue quirúrgicamente desconectado de su cerebro. Aunque el sujeto todavía tenía completo control sobre sus funciones musculares y corporales, no podía ver, oler, saborear, sentir o escuchar.
Sin ninguna forma posible de comunicarse o incluso conectarse al mundo exterior, fue dejado completamente solo con sus pensamientos. Los científicos lo monitorearon mientras el hombre vociferaba oraciones de su estado mental y divagaba sobre temas que ni siquiera podía oír.
Luego de cuatro días, el hombre comenzó a decir que podía oír voces en su cabeza.
Estas se escuchaban opacas, como si alguien le estuviera hablando a través de una pared.
Pensando que era una pequeña señal de psicosis, los científicos le presentaron muy poca atención a las preocupaciones del sujeto. Dos días más tarde, el hombre comenzó a llorar desesperadamente. Sus gritos pusieron en alerta a todos los especialistas. El hombre decía que podía escuchar a su esposa muerta hablando con él, y que incluso podía comunicarse de regreso con ella. Los científicos estaban intrigados, pero seguían atribuyendo eso al deterioro mental del sujeto. Eso fue hasta que comenzó a nombrar conocidos y parientes fallecidos de los mismísimos investigadores. Repetía información y hablaba sobre temas que solamente estas personas fallecidas podrían conocer.
Fue en este momento en que un número importante de investigadores abandonó la investigación. Luego de una semana de conversar con los muertos a través de sus pensamientos, el hombre comenzó a sentirse sobrecogido diciendo que las voces en su cabeza comenzaban a ser abrumadoras. Siempre que estaba despierto, su mente era bombardeada por cientos y cientos de voces que se rehusaban a dejarlo solo. Golpeaba todo su cuerpo contra las paredes de la cámara de pruebas para poder sentir algo, al menos dolor. Suplicó gritando a los científicos que le dieran sedantes, así al menos podría escapar de las voces durmiéndose. Esto funcionó solo por tres días.
Luego de eso, el sujeto comenzó a padecer graves pesadillas. Despertaba gritando diciendo que podía ver y oír a los muertos en sus sueños. Solo un día después, el hombre comenzó a gritar desesperado.
Golpeaba su cabeza contra los muros e intentaba arrancarse los ojos con los dedos, intentando sentir algo en el mundo físico. El sujeto decía que los muertos comenzaron a volverse extremadamente hostiles y que le hablaban del infierno, la muerte y el fin del mundo. En un punto gritó No hay paraíso, no hay perdón, por cinco horas seguidas. Luego de esto, el hombre comenzó a llorar violentamente.
Ya no había nada que pudiera mantenerlo calmado, ni nada que pudiera callar las voces en su cabeza. Entonces empezó a morder y arrancar trozos de carne de sus brazos. La sangre le brotaba manchando la blanca superficie de la habitación. Los científicos entraron en la cámara de pruebas y lo sedaron, a la vez que lo ataban a una camilla para que no se quitara la vida.
El hombre suplicaba que detuvieran el experimento, que lo asesinaran de una vez, para que pudiera descansar de aquella tortura. Pero los investigadores estaban convencidos de que estaban muy cerca de lograr su cometido, que aquel hombre estaba muy cerca de poder comunicarse con Dios. Allí estuvo el hombre durante siete días más, atado a aquella camilla inmóvil.
Las lágrimas caían por su rostro mientras miraba el techo de la habitación, ahora de forma silenciosa. Los científicos tenían que rehidratarlo constantemente debido al volumen de agua que perdía por sus lágrimas. Al finalizar el séptimo día, el hombre giró su cabeza y a pesar de su ceguera, hizo o visual con los investigadores.
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