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Cautivo y desarmado el ejército rojo han alcanzado las tropas nacionales.

Diputados, hay un teniente coronel que con una pistola sube hacia la tribuna, en estos momentos apunta...

Estamos viviendo momentos muy graves para nuestra vida democrática y en estas circunstancias quiero dirigirme directamente a todos ustedes.

Esto es Historias de la Historia, dirige y presenta Fernando Lumbreras.

Muy buenas noches amigos y bienvenidos a Historias de la Historia.

El relato de esta noche habla de una mujer sin miedos y de unas circunstancias que la marcaron tremendamente. Es la historia de una vida que se asomó a otras para retratar unas veces el glamour y otras el horror. Silenciada injustamente os confieso que cuando me encontré con su historia en pleno proceso de investigación de otros asuntos me sorprendió el coraje que esta mujer siempre demostró, el desafío a lo convencional y la valentía de llamar a las cosas por su nombre a una sabiendas de granjearse poderosos enemigos. Os invito a que os asoméis con nosotros esta noche, aquí en Historias de la Historia, a la vida de Lee Miller, la modelo que se convirtió en reportera de guerra.

Su verdadero nombre era Elizabeth, pero todos la llamaron Lee y vino a nacer en una pequeña población del estado de Nueva York el 23 de abril de 1907 en el seno de una familia de clase media. Su padre era de ascendencia alemana y fue quien, cuando nuestra protagonista era niña, comenzó a meterle el gusanillo de la fotografía en el cuerpo. De hecho, Theodore Miller poseía una pequeña colección de cámaras fotográficas y era habitual que su propia hija posara como modelo para él, en algunas ocasiones incluso haciendo desnudos, pero sin ningún tipo de malicia ni nada de eso, era simplemente arte.

La vida de Lee Miller dio un inesperado y terrible vuelco cuando, a la edad de 6 años y durante una breve estadía en Brooklyn, fue violada por un amigo de la familia que incluso llegó a infectarla de gonorrea. Aquel suceso, como os podéis imaginar, marcaría mucho su adolescencia, convirtiéndose en una joven rebelde, difícilmente tratable, que de hecho fue expulsada de varios colegios.

Con 18 años, en 1925, Lee Miller se marcha a Europa, concretamente a París. Como amante de la fotografía que era, por herencia paterna, en la capital sa estudia iluminación, vestuario y diseño. Se habría quedado más tiempo, porque París la fascinó, pero al año siguiente ya estaba de regreso en los Estados Unidos para incursionar en otra de sus grandes pasiones, el teatro.

Por aquellos días, oír hablar de Hailey Flanagan era hacerlo de teatro experimental y estaba muy de moda, la verdad. La ruptura de la cuarta pared, argumentos que se salían de las normas clásicas, todo era válido para entretener. Luego de aquella etapa de actriz aficionada, definitivamente se fue a Nueva York y se inscribió en la Liga de Estudiantes de Arte de Manhattan, hecho que le permitió estudiar dibujo y pintura. En aquellos días, conoció a Condé Nast, el fundador de la prestigiosa revista Vogue. En sus páginas comenzó a desempeñar su faceta de modelo durante un tiempo, llegando incluso a aparecer en portada en más de una ocasión. Poco a poco,