LADO A, LADO B - DIVIDIDOS POR LA FELICIDAD (SUMO) 2ge43

Desde este momento y por los próximos 10 minutos vamos a hablar de un álbum, de un disco, de un trabajo musical que marcó una época y un tiempo. El Club del Vinilo de Neuquén te presenta Lado A y Lado B, las dos caras de una misma obra, lo conocido y lo desconocido. Lado A y Lado B, un microprograma con perfil clásico. Con ustedes, el disco de hoy.

¿Qué hacés? ¿Qué decís? ¿Cómo andás? Bienvenido seas, bienvenida seas a nuevo micro de Lado A, Lado B. Nosotros somos el Club del Vinilo, mi nombre es Fernando Barraza. Todos los jueves emitimos al aire un programa de dos horas donde pasamos vinilos, cassettes y compactos, pero también nos desbarramamos entre semana con estos micro librios donde presentamos grandes discos que están cumpliendo 20, 30, 40, 50, 60 y hasta 70 años. Verdaderos clásicos, algunos absolutamente masivos, otros de culto, pero siempre, siempre, siempre excelentes discos, como por ejemplo este que vamos a presentar hoy, que cumple el 23 de marzo, este año, ni más ni menos que 40 años.

Caras, conchetas, miradas, perretas y hombres encajados en quioruchi, quiero...

Estamos en marzo del año 1985, exactamente el 23 de marzo de 1985 y CBS Argentina edita un disco que sería un antes y un después en la historia del rock argentino. Se trata, damas y caballeros, ni más ni menos que, de divididos por la felicidad de la agrupación Sumo.

Esta es la oportunidad de la agrupación, liderada por el italiano Luca Prodan, de afianzar de una manera masiva lo que ya habían insinuado en un cassette de edición independiente intitulado Corpiños en la Madrugada, que era una suerte de mezcla de post-punk, reggae, new wave, etcétera, en una escena de rock argentino donde todo tenía que ser muy claro y preciso.

Cada media en su cajón y nada de mezclar las cosas de una manera descarada y felizmente punk, como si lo hacía la agrupación Sumo. Hay un texto de Alfredo Rosso que habla muy pero muy concretamente sobre lo que significó el espíritu de este lanzamiento completamente rupturista dentro del rock argentino, que barrió con los idiomas, con los estilos, con todo.

Dice Alfredo, a destiempo y gracias a algunos signos providenciales, el rock argentino pudo recuperar de golpe casi ocho años de historia y completar la asignatura pendiente que dejó el punk como bomba de cambio. Divididos por la felicidad, el álbum debut de Sumo apareció como un manual de supervivencia para la generación post-malvinas, justo cuando empezaba el fin de la alegría democrática. El impacto fue tremendo y aún hoy sigue sorprendiendo la irreverente mirada de Luca Prodan para sacudir una escena tan alejada de sus años de formación en la lejana Inglaterra.

De allí proviene el reggae blanco con mueca prepotente, las derivaciones del punk como materia evolutiva en la búsqueda de climas oscuros y actitud combativa y los primeros experimentos entre rock crudo y música electrónica. Pero lo más interesante aparece en la extraña integración entre la idiosincrasia de un italiano fugitivo y sus secuaces argentinos. Cinco tipos en estado de shock permanente frente al tornado que dirigía una orquesta desquiciada, cantaba raro y revelaba los síntomas de la enfermedad cada vez que subía a un escenario. Luca sabía que no le quedaba mucho tiempo de vida y decidió jugar esas últimas cartas en un proyecto imposible.

Ese proyecto, damas y caballeros, era este, Sumo.

En el año 1985 plasmaban este disco de hoy, de lado A y lado B, que es Divididos por la Felicidad.