¡La impactante traición de Horus revelada! 29c24

Yo estaba allí el día que Horus mató al emperador.

Así empieza una historia contada una y mil veces, envuelta en la bruma de la leyenda y la tragedia.

Una historia que no fue simplemente una batalla más de la Gran Cruzada.

Fue el comienzo de la caída.

Esta es la crónica del inicio del fin.

El día en que la esperanza murió y el caos empezó a ganar.

En una galaxia desgarrada por la guerra y el aislamiento, el emperador de la humanidad surge como un faro de orden.

Su visión es audaz.

Reunificar los mundos perdidos de la humanidad.

Aplastar toda superstición.

Erradicar la ignorancia y reemplazarla por la razón, la ciencia y la voluntad imperial.

Para ello, crea a los Primarcas, 20 seres de proporciones míticas, genéticamente diseñados para comandar ejércitos, liderar mundos y encarnar virtudes extremas.

A partir de ellos, forma las legiones astartes, marines espaciales, guerreros transhumanos, diseñados para ser imparables.

Pero el universo es cruel.

Durante una incursión del caos, los Primarcas son dispersados por toda la galaxia.

Cada uno cae en un mundo distinto, sin memoria de su origen.

El emperador se embarca entonces en la Gran Cruzada para reconquistar los mundos humanos y recuperar a sus hijos perdidos.

Uno a uno los encuentra.

A cada uno le entrega el mando de su legión correspondiente y entre todos ellos destaca uno, Horus.

El primero en ser hallado, el más carismático, el más brillante, el más amado.

Horus es designado señor de la guerra, comandante supremo de todas las legiones cuando el emperador decide regresar a Terra para emprender un misterioso proyecto.

Con su nombramiento se convierte en la voz del emperador, su voluntad en los campos de batalla.

Pero ese título no sólo le otorga poder, también siembra la semilla de la división.

A bordo de la nave insignia Espíritu Vengativo, Horus lidera la 63ª Expedición, una flota imperial con una sola misión, llevar la luz del emperador a los mundos olvidados.

Junto a él, los capitanes de los lobos lunares, su legión personal.

Entre ellos el carismático Tariq Torgadon, el impetuoso Abaddon, el reflexivo pequeño Horus Aximand y el noble Garbiel Loquen, protagonista de esta crónica.

Loquen es capitán de la décima compañía, leal, valiente y profundamente humano.

Es el arquetipo de las Tartes ideal, pero también un hombre de conciencia.

Cuando no lucha, medita, reflexiona y comienza a cuestionarse cosas que otros prefieren ignorar.

La flota descubre un sistema de nueve planetas gobernado por un hombre que se hace llamar a sí mismo emperador.

Horus opta por la diplomacia, envía a su capitán favorito, Astur Seganus, como emisario, pero Seganus es asesinado brutalmente por la guardia personal del autoproclamado emperador.

La conmoción es total, Horus amaba a Seganus como a un hijo.

Aún así, intenta una segunda misión diplomática.

Esta vez es el retorcido Malohorst, quien se ofrece como emisario.

Las naves que lo acompañan son derribadas sin piedad.

Horus no tiene más opción, ordena el ataque.

El asalto comienza.

Los lobos lunares, junto con gigantescos titanes del Adeptus Mechanicus, aterrizan en el tercer planeta del sistema.

Su objetivo, tomar la ciudad elevada, un complejo palaciego que simboliza el poder del falso emperador.

La batalla es feroz.

Aeronaves caen del cielo como meteoritos.

El suelo tiembla bajo el peso de los titanes.

Los rayos de plasma atraviesan el cielo.

Pero lo más impactante no son las armas, es la revelación.

Los defensores de la ciudad se reúnen.