¡Idolatría Al Ungido! - Pastor Tony Vargas 1k3e3

¿Bien? ¿Cuántos quieren escuchar la Palabra de Dios? Amén.

Ok, vayan conmigo a Segunda de Reyes, capítulo 5, desde el verso 8, ¿sí? Segunda de Reyes, por favor, póngamela ahí arriba, y les voy a decir una cosa, yo siempre lo digo y lo repito, me gustan las personas que traigan su Biblia, o al menos que tomen apuntes, que hagan tal, porque hay perlas que salen, y las perlas, tú aquí puedes recibir, ¡ay, qué bueno, qué bueno lo que dijo el pastor! Pero te vas y mañana no te acuerdas, si no lo apuntas, ¿amén? Porque me pasa a mí también, ¿eh? Y yo digo, aunque yo cuando voy a, ¿sabes lo que hago cuando voy a un congreso? Pongo la grabadora, cojo el móvil, saco la grabadora de voz, ¡tic! Y grabo todo el culto, después me lo escucho en audio, y lo escucho una y otra vez, una y otra vez, y una y apunto con más detenimiento, pero es bueno, siempre, ¿por qué? Porque lo que hoy tomas aquí, después Dios te puede hablar más en casa, puede tocar tu vida, puede hacer cosas tremendas en la intimidad en tu casa, ¿amén? Bien, dice así la palabra de Dios, cuando Eliseo, hombre de Dios, se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras, le envió este mensaje, ¿por qué está usted tan molesto? Mándeme usted a este hombre para que sepa que hay profeta en Israel.

Así que Naamán, con sus caballos y sus carros, fue a la casa de Eliseo, y se detuvo ante la puerta.

Entonces Eliseo mandó un mensajero a que le dijera, ve y zambúllete siete veces en el río Jordán, así tu piel sanará y quedarás limpio.

Naamán se enfureció y se fue quejándose, di conmigo, se fue quejándose.

Primero se enfureció, di conmigo, primero se enfureció, y después se fue qué, ¿cómo se fue? Vaya con Naamán.

Y se fue quejándose.

Y dice el tipo, eso lo digo yo, no lo dice la Biblia, ¿eh? Yo creí, dice, yo creí que el profeta saldría a recibirme personalmente para que con un movimiento de la mano me sanara la piel de mi enfermedad.

¿Acaso los ríos de Damasco y el Abaná y el Farfar no son mejores que toda el agua de Israel? ¿Acaso no podría zambullirme en ellos y quedar limpio? Furioso, dio media vuelta y se marchó.

Entonces sus criados se acercaron para aconsejarle, señor, si el profeta le hubiera mandado algo complicado, ¿usted no lo habría hecho acaso? No más razón si lo único que le dice a usted es que se zambulla, así quedará limpio.

Así que Naamán bajó al cordón y se sumergió siete veces según se lo había ordenado el hombre de Dios.

Entonces su piel se volvió como la de un niño y quedó limpio.

Di conmigo, amén, amén y amén.

Dale un aplauso al rey por su palabra.

¿Cuántas veces andamos por la vida pidiéndole a Dios que haga un milagro en nuestras vidas, sí o no? ¿A que sí? ¿Cuántas veces le pedimos a Dios, señor, por favor, toca la vida de mi hijo, toca la vida de mi esposo, toca mi vida, señor, necesito un milagro, necesito esto, necesito aquello, sí o no? Pero entonces a lo mejor Dios a través de un profeta, de la pastora, del pastor, de quien sea, de un líder, viene y se te da una palabra, una palabra, un rema y ese rema tú lo recibes, pero en tu mente comienzas a hacer tus croquis y empiezas a pensar, bueno, pues será así, quizás será, porque yo me acuerdo que fulanita tenía algo parecido y Dios la sanó de tal manera.

Y ya empiezas a pensar que tu milagro puede venir de esa manera, pero después piensas y dices, bueno, a lo mejor yo soy un poco más pecador que fulanita y Dios no lo hace así conmigo, quizás lo haga de otra manera y empiezas a pensar y decir, bueno, a lo mejor me acuerdo una vez que leí que a una persona y comienzas a hacer tus cuentas y Dios no va a hacer, Dios no hace tus cuentas, Dios tiene sus propias cuentas, amén? Dios tiene sus propias cuentas o empiezas a imaginarte cómo Dios lo puede hacer, cómo no, cómo etcétera, etcétera, etcétera.

Y eso lo único que va a hacer es que a la hora que tenga que llegar el milagro, tú no lo recibas porque no viene de la manera que tú pensaste.

¿A cuánto nos lias ahora?