Horror en el Orient Express. Sesión 44. Capítulo Siete. La Verdadera Forma de Dios (Una Golondrina en el Firmamento) 102su

Bienvenidos a Horror Cósmico, el podcast de rol que te hará perder cordura.

Vamos a empezar la sesión número 44 de Horror en el Orien Express.

Capítulo 7. La verdadera forma de Dios.

No mires atrás, Orfeo, hasta que a tus pies ya no los cubran las sombras telades de una fontana en un muro antiguo, surgidos de la profundidad del mundo, tras zambullirse en las aguas oscuras que ocultan como un nacimiento y un bautizo, como náufragos en una nueva tierra. Nuevo o distinto, da igual, pues eso es lo que contemplamos ahora, tras haber atravesado las columnas del Hades que sostienen el mismo orbe, y como una iniciación mistérica de un oráculo olvidado, tras atravesar las horas de la noche que todo lo envuelve bajo el mundo que pisan los hombres y surgir al alba al nacimiento de la creación y al nuestro propio, allí un nuevo amanecer de una historia que decae, el fin de Constantinopla, fruto de nuestra naturaleza.

Pues ninguna bestia es tan salvaje como el hombre cuando tiene el poder para expresar su ira. Y en la aurora recordamos las brazadas de una mujer que nadaba en la laguna Estigia al encuentro de la locura, y mientras olemos el humo de los incendios, los llantos y la rabia de los vencidos, y el hundimiento de lo que fue el cruce de Oriente y Occidente. ¿Qué vemos en realidad? ¿La locura? Pues, ¿de qué otra forma nos queda contemplar lo que hemos hecho? ¿Qué renacerá de todo esto? Así es como avanza la historia.

Agolpe este martillo, un martillo que de vez en cuando aplasta, ateridos por el frío que os envuelve, ropas húmedas, frías y mojadas, por encima de vosotros, un rostro burlón, una medusa, una gorgona, ojos abiertos, una gran lengua, y de entre esos dientes, mana un agua clara y pura. Así es como la contempláis a ella, y por ese hueco, un vacío, sobre vosotros, el humo de los incendios, y en vuestras manos, un cilindro de cuero, en su interior, un ritual. Estáis cansados, exhaustos de no dormir, ojos enrojecidos, gargantas rotas de gritar y suplir.