La hora del té - 005 - Previo del regreso 3jl35

Hola, me alegro de que estés aquí. Ya sabes que tu visita es siempre bienvenida en este solitario rincón lleno de misterios. Acércate. Toma asiento en ese viejo sillón y acomódate.

¿No la oyes? Ya suena. Ha llegado la hora del té. En el Factor Enigma.

Hola, ¿qué tal? Espero que te encuentres bien. Si es la primera vez que llegas a este podcast, soy Chelu Muñoz y te doy la bienvenida a este pequeño rincón en el que me rodeo de misterios y enigmas. No te fíes de lo que vas a escuchar en esta hora del té porque no tiene nada que ver con lo que es un episodio del Factor Enigma.

Te recomiendo que escuches algún programa antiguo como Toma de o, pues de momento, por llamarlo de alguna manera, hoy solo paso por aquí a modo de desahogo personal. Si ya nos conocíamos de antes, me alegro muchísimo de este reencuentro. La verdad es que ya tenía ganas de volver a ponerme delante de este micrófono. Tengo que reconocer que ha sido una ausencia larga.

El Factor Enigma ha permanecido más de dos años en silencio, pero creo que a nivel personal era necesario. Nunca he sido de desnudarme a nivel íntimo en mis episodios, pero también es cierto que el Factor Enigma como formato tampoco da demasiado pie a ello. Y como sabrás, eso fue el motivo por el que nacieron estas pequeñas píldoras llamadas la hora del té, poderme salir de la rigidez por otro lado buscada del Factor Enigma, y poder desviarme en contenido y en forma cuando lo viese oportuno.

Pues bien, usando el símil del desnudarse hoy se viene un estriptiz, y quiero por medio de esta hora del té, compartir contigo que creo que ha llegado el momento de que el Factor Enigma vuelva. Pero por seguir un poco de orden en la narración, creo que es importante aclarar cuáles son mis pretensiones teniendo un podcast y por qué me fui. Cuando comencé a hacer mis primeros pinitos en este mundo, fue porque un podcast era el resultado perfecto de meter en una coctelera algunas de mis grandes pasiones. En primer lugar, obviamente, mi gran afición por el mundo del misterio, sin la cual el Factor Enigma no tendría ningún sentido.

En segundo lugar, mi vocación frustrada por los audiovisuales. Y digo frustrada porque cuando terminé de estudiar, me di cuenta de una cosa. Si quieres trabajar en este negocio, o tienes padrino, o tienes mucho morro. Y yo por desgracia no tengo ni lo uno ni lo otro.

He de reconocer que me cuesta mucho venderme. Quizás sea falta de seguridad o exceso de prudencia, pero nunca creo que mi producto es suficientemente bueno.

Por otra parte, supongo que en mí hay una parte creativa que necesita expresarse de alguna forma. En mi juventud la enfocaba en un grupo de teatro en el que participaba, y en los últimos tiempos en dar forma a cada episodio del Factor Enigma.

En resumen, un podcast era el proyecto perfecto para dar rienda suelta a mis instintos.

Además, un podcast tiene la ventaja de la independencia. Puedes enfocarlo como Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como. Y a mí esto me viene muy bien, porque debido a mi trabajo, el que de verdad llena la despensa y paga las facturas, mis horarios son muy cambiantes y fuera de la norma. Por lo que coordinarme con otras personas se hace bastante complicado.

Y sí, alguien ha venido a decirme que me profesionalice en el podcast y lo priorice sobre mi trabajo habitual. Pero no nos engañemos. Un podcast, salvo contadas excepciones, no da para vivir. Nuevamente, hay que tener padrinos, venir ya con fama de otros ámbitos o ser increíblemente bueno y dar el campanazo. De momento, mi beneficio con el Factor Enigma habrá sido, entre licencias de música, material técnico, licencias de programas,