
Generador de Ideas 808: “El arte sin órganos” con Ana Gorostizu 725sg
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En este Generador de Ideas, exploramos los límites del sonido, la identidad y la experiencia con Ana Gorostizu, autora del ensayo “El arte sin órganos”. Un viaje filosófico a través de la música electrónica, en el que se cruzan ideas de Deleuze y Guattari, la hauntología y el ritual de la pista de baile. 6o2lo
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Pues mira, el cuerpo sin órganos al final es un concepto de Lesiano, bueno, más bien que viene de Antonín Artaud, que nos habla de un cuerpo que está en una potencia de posibilidad inmensa.
Eso a mí me pareció muy interesante en relación con mis experiencias propias dentro de la fiesta y el baile.
Cuando estaba investigando para escribir este libro y hablar sobre la música electrónica, leía mucha teoría de la teoría crítica y entonces me encontraba con mucha jauntología, me encontraba con mucha crítica, digamos, como a la productividad o al mercado, consumo de la música en general, pero no encontraba esa relación que yo mantengo con el baile cuando estoy de fiesta.
Igual en el libro de Regin de Mackenzie, porque hay mucho de eso, pero me faltaba un concepto, una conceptualización, un nombre, de ahí el cuerpo sin órganos, creo que es un nombre perfecto para esto.
Soy Ana Borostico, soy escritora, esto es el Arte sin órganos y espero que disfrutéis mucho de la música electrónica.
Bueno, el sampleo recoge elementos del pasado y los trae al presente, de esa manera podemos hablar de fantasmas y de jauntología, aunque la propia fiesta no sea algo que notemos y que nuestros cuerpos perciban necesariamente, que hay algo del pasado que viene a manifestarse en el presente.
El escucho en casa se nota muchísimo, de repente hay una voz que te lleva un tiempo que no es exactamente en el que tú estás y cuando conoces los temas que se están pinchando también te retrotrae su lugar.
También por eso el contraste con el concepto de cuerpos sin órganos es interesante, porque por una parte tenemos como la jauntología y toda la idea del archivo y el sample y aquello que nos remite un poco a la nostalgia y a un pasado vivido, probablemente no fuera mejor, pero que esté idealizado, y luego la propia experiencia del baile, como otra cosa que es diferente, que olvida ese fantasma, que olvida ese archivo, que olvida toda la jauntología y se hace presente de una forma súper radical.
Melancolía en sí no es ni buena ni mala, es una emoción humana natural en la forma que la nostalgia.
El problema es como la patología melancólica la recursiona al objeto perdido, constante, que se queda como perdido y como indeterminado.
A mí me interesa mucho Julia Cristieva, y tiene un libro muy interesante que se llama Sol negro, depresión y melancolía, que me impactó mucho, porque me hizo pensar justo en la melancolía como esa tristeza y ese deseo sin objeto de algo perdido.
Hace tiempo que igual nuestra cultura siente que tiene algo perdido, pero creo que eso no es necesariamente verdad.
Creo que desde la crítica cultural muchas veces hablamos de lo que el pasado ha sido y lo que el presente ya no tiene, pero tenemos que fijarnos en lo que está sucediendo de forma inmediata.
De ahí también el interés por el baile.
No se suele hablar mucho de baile, porque el baile es lo más inmediato.
Está ahí el cuerpo, está por delante y hay muchísimas cosas por hacer, y en el baile nos relacionamos con otros cuerpos, amos con ellos, tenemos comunidades.
Es decir, como que hay mucha potencialidad ahí.
Para mí el encuentro es fundamental, el encuentro con los otros.
En un encuentro como un poco desinteresado, que eso es igual lo que favorece una obra de arte en general, un encuentro desinteresado con algo otro que no eres tú.
Y en el baile, precisamente, conectamos con esa otredad de una forma muy especial, a través del tacto, de la visión, de la sensación del aire moviéndose a nuestro alrededor.
Y hay una percepción de que somos todas una misma masa de cuerpo gigantesca.
Yo creo que esa es la belleza de la electrónica en concreto, que a diferencia también de otro tipo de fiestas, de músicas, de conciertos o como lo queramos llamar, la electrónica tiene algo único de hacernos sentir en una comunidad presente que tiene muchísimas posibilidades dentro de sí, que parece que podemos volver a convivir las unas con las otras fácilmente de nuevo.
Y eso es algo que, como dices, en la cultura tan individualista en la que vivimos, y el capital favorece mucho, que pensemos que estamos aisladas las unas de las otras, pero que al final no es así, en realidad.
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