
Gabriel García Márquez: Un cuento de misterio 3j4x5v
Descripción de Gabriel García Márquez: Un cuento de misterio 4b3q14
Voz: Manuel López Castilleja Música: Chopin_Fantaisie Impromptu Youtube.com Cuando la marquesa empezaba a dar alpiste al canario número trece, sonó la campanilla. “Voy inmediatamente”, pensó en correcto alemán, y descendió las escaleras. Cuando abrió la puerta, vio a un caballero desconocido, serio, que se limpiaba las uñas con una navaja. “¿Qué viene usted a hacer a esta hora?”, preguntó la marquesa en alemán. “Vengo a asesinarla”, respondió el caballero, en perfecto ruso. “Debí imaginarlo”, dijo la marquesa. “Siempre que le doy alpiste al canario número trece, viene alguien a asesinarme”. Todo lo anterior lo dijo en inglés, porque la marquesa no sólo era políglota, sino que sabía que lo eran también todos los hombres que iban a asesinarla cada vez que le daba de comer al canario número trece. Como es natural, el caballero entendió. “Entonces, ¿está usted lista?”, preguntó el caballero, sin moverse de la puerta, sin dejar de limpiarse las uñas con la navaja. “Todavía no –respondió la marquesa–. Permítame que me lave las manos, que todavía las tengo llenas de alpiste”. Hizo pasar al caballero, lo sentó en el diván con toda la refinada cortesía de una marquesa políglota, y se dirigió al baño mientras decía: “La última vez que me asesinaron, olvidé lavarme las manos, y eso es una indecencia”. Ya desde el baño, gritó en griego: “Imagínese usted, ¿qué dirían mis parientes si me encontrasen con las manos así?”. Pero el caballero no oyó, extasiado como estaba en el canto de los treinta y dos canarios de la marquesa. La dama regresó, secándose las manos en la falda. “¿Quién me manda a asesinar?”, preguntó con curiosidad, interrumpiendo al caballero, que se había puesto a silbar. “La manda a asesinar su esposo, señora”. La marquesa no pudo contener su emoción: “¡Ya me lo imaginaba! ¡Boris es tan gentil!”. Se sentó en el diván donde estaba el caballero y agregó: “Para las bodas de plata, me hizo asesinar, nada menos que por un príncipe árabe, quien habiendo asesinado a sus ochocientas esposas, había batido el récord mundial”. El caballero dejó de arreglarse las uñas y dijo dignamente: “Los tiempos cambian, señora. Antes podía darse uno el lujo de que lo asesinara un príncipe árabe. ¡Pero ahora la vida está tan cara…!”. La marquesa empezó, entonces, a hablar de otras cosas. El caballero la interrumpió: “Perdone, señora. Estamos perdiendo tiempo y esta mañana tengo mucho que hacer. En este solo sector tengo que asesinar como a siete condesas, ocho duquesas y una cenicienta”. “¡Ay, qué romántico!”, exclamó la marquesa, visiblemente emocionada. “No le haré perder tiempo”. Y luego, apretando las manos contra el pecho, preguntó: “¿Trajo usted la penicilina?”. El caballero pareció ahora indignado: “Penicilina, ¿para qué”. La marquesa se puso de pie, golpeó el piso con el tacón y exclamó: “¡Sin penicilina, no me dejo asesinar!”. El hombre estaba intrigado: “Pero, ¿qué va a hacer usted con penicilina?”. La marquesa respondió: “No voy a correr el riesgo de una infección por negligencia suya”. El caballero, que era un hombre inteligente, logró convencer a la marquesa de que un asesinato de celebración no tenía peligro alguno de complicación. “Está bien –dijo la marquesa–. Y, ¿qué va a dejar usted como huella para la policía?”. Y el caballero respondió: “Las huellas digitales. ¿No es suficiente?”. “Tiene usted razón”, dijo la marquesa. Y exclamó emocionada: “¡Cómo progresa la ciencia!”. Acto seguido, se tumbó sobre el diván, como correspondía a una dama. (Diario El Heraldo, abril de 1950) s6g6u
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Un cuento de misterio Gabriel García Márquez Cuando la marquesa empezaba a dar al piste al canario número 13 sonó la campanilla voy inmediatamente pensó incorrecto alemán y descendió las escaleras cuando abrió la puerta vio a un caballero desconocido serio que se limpiaba las uñas con una navaja qué viene usted a hacer a esta hora preguntó la marquesa en alemán vengo a asesinarla respondió el caballero en perfecto ruso debí imaginarlo dijo la marquesa siempre que le doy al piste al canario número 13 viene alguien a asesinarme todo lo anterior lo dijo en inglés porque la marquesa no sólo era políglota sino que sabía que lo eran también todos los hombres que iban a asesinarla cada vez que le daba de comer al canario número 13 como es natural el caballero entendió entonces está usted lista preguntó el caballero sin moverse de la puerta sin dejar de limpiarse las uñas con la navaja todavía no respondió la marquesa permítame que me lave las manos que todavía las tengo llenas de alpiste hizo pasar al caballero lo sentó en el diván con toda la refinada cortesía de una marquesa políglota y se dirigió al baño mientras decía la última vez que me asesinaron olvidé lavarme las manos y eso es una indecencia ya desde el baño gritó en griego imagínese usted qué dirían mis parientes si me encontrasen con las manos así pero el caballero no oyó extasiado como estaba en el canto de los 32 canarios de la marquesa la dama regresó secándose las manos en la falda quién me manda asesinar preguntó con curiosidad interrumpiendo al caballero que se había puesto a silbar la manda asesinar su esposo señora la marquesa no pudo contener su emoción ya me lo imaginaba boris es tan gentil se sentó en el diván donde estaba el caballero y agregó para las bodas de plata me hizo asesinar nada menos que por un príncipe árabe quien habiendo asesinado a sus 800 esposas había batido el récord mundial el caballero dejó de arreglarse las uñas y dijo dignamente los tiempos cambian señora antes podía darse uno el lujo de que lo asesinara a un príncipe árabe pero ahora la vida está tan cara la marquesa empezó entonces a hablar de otras cosas el caballero la interrumpió perdón la señora estamos perdiendo tiempo y esta mañana tengo mucho que hacer en este solo sector tengo que asesinar como siete condesas ocho duquesas y una cenicienta hay que romántico exclamó la marquesa visiblemente emocionada no le haré perder tiempo y luego apretando las manos contra el pecho pregunto trajo usted la penicilina el caballero pareció ahora indignado penicilina para qué la marquesa se puso de pie golpeó el piso con el tacón y exclamó sin penicilina no me dejó asesinar el hombre estaba intrigado pero qué va a hacer usted con penicilina la marquesa respondió no voy a correr el riesgo de una infección por negligencia suya el caballero que era un hombre inteligente logró convencer a la marquesa de que un asesinato de celebración no tenía peligro alguno de complicación está bien dijo la marquesa y que va a dejar usted como huella para la policía y el caballero respondió las huellas digitales no es suficiente tiene usted razón dijo la marquesa y exclamó emocionada como progresa la ciencia acto seguido se tumbó sobre el diván como correspondía a una dama
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