
La estirpe de la cripta completo #vampiros 6s2o3a
Descripción de La estirpe de la cripta completo #vampiros l5g1o
RELATOS DE VAMPIROS: Relatos de la noche para escuchar y leer inmersos en la oscuridad y la tiniebla... LA ESTIRPE DE LA CRIPTA La estirpe sin nombre (The Nameless Offspring) —a veces traducido al español como: La estirpe de la cripta— es un relato de terror del escritor norteamericano Clark Ashton Smith (1893-1961), publicado originalmente en la edición de junio de 1932 de la revista Strange Tales of Mystery... La estirpe sin nombre, uno de los mejores cuentos de Clark Ashton Smith, relata la tenebrosa historia de sir John Tremoth y lady Agatha, una desgraciada mujer que, tras lo que posiblemente fue un ataque de catalepsia, es dada por muerta y enterrada en la cripta familiar. Tras algunos días, recobra la conciencia, escapa de su ataúd, y narra una serie de acontecimientos particularmente inquietantes. Según el testimonio de lady Agatha, durante su estancia en la bóveda familiar fue visitada por un terrible y pálido rostro inmerso en las sombras. Nueve meses después da a luz un niño monstruoso, y finalmente muere. El niño es encerrado en una habitación de la mansión Tremoth, completamente aislado... La estirpe sin nombre pertenece al canon de los Mitos de Cthulhu. De hecho, la introducción al relato es un pasaje del Necronomicón que habla de los moradores de las criptas, básicamente los Ghouls, a los que H.P. Lovecraft ya había incluído en su mitología en el cuento: El modelo de Pickman (Pickman's Model). Posteriormente, August Derleth le otorgaría a estas criaturas un libro apócrifo propio: el Cultes des Goules, donde se describen sus leyendas y odiosos hábitos necrófagos. En este sentido, es justo incluir a La estirpe sin nombre entre los mejores relatos de vampiros de los Mitos de Cthulhu. "Muchos y variados son los oscuros horrores que infestan la Tierra desde sus orígenes. Duermen bajo la roca inamovible; crecen con el árbol desde sus raíces; se agitan bajo el mar y en las regiones subterráneas; se esconden en los reductos más profundos; emergen a veces del decrépito sepulcro de orgulloso bronce o de la humilde fosa de tierra. Hay algunos que son conocidos por el hombre; otros, permanecen todavía ignorados, aguardando el terrible día de su revelación. Tal vez los más abominables aún no se han manifestado. Pero entre aquellos que ya se han revelado, dando a conocer su insoslayable presencia, hay uno que por su suprema atrocidad no puede en lo absoluto ser nombrado: la descendencia que los ocultos moradores de las criptas han engendrado en la humanidad. (Abdul Alhazred; Necronomicón) 3o4932
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La estirpe de la cripta Muchos y variados son los oscuros horrores
que infestan la tierra desde sus orígenes.
Duermen bajo la roca inamovible, crecen con el árbol desde sus raíces,
se agitan bajo el mar y en las regiones subterráneas.
Se esconden en los reductos más profundos, emergen a veces del decrépito sepulcro
de orgulloso bronce o de la humilde fosa de tierra.
Hay algunos que son conocidos por el hombre, otros permanecen todavía ignorados,
aguardando el terrible día de su revelación.
Tal vez los más abominables aún no se han manifestado,
pero entre aquellos que ya se han revelado, dando a conocer su insoslayable presencia,
hay uno que por su suprema atrocidad no puede en lo absoluto ser nombrado.
La descendencia que los ocultos moradores de las criptas han engendrado en la humanidad
es una suerte que la historia que ahora debo relatar sea un cúmulo de sombras indeterminadas,
de borrosas insinuaciones y de vagas deducciones.
De otra manera, jamás podría ser escrita por la mano humana o leída por el ojo mortal.
Mi participación en el espantoso drama se limitó a su último acto,
y sus primeras escenas fueron siempre para mí tan sólo parte de una remota y sombría
leyenda.
Sin embargo, el quebrado reflejo de sus sobrenaturales horrores
ha dispersado los sucesos de mi vida cotidiana, los ha hecho parecer más que frágiles telarañas
en los oscuros bordes de algún vasto abismo azotado por incesantes vientos o de alguna
cripta entreabierta en cuyo interior se ocultan supurantes las más negras corrupciones de
la tierra.
La leyenda me era conocida desde la infancia como un tema familiar de susurros y de mudos
asentimientos de cabeza, ya que Sir John Tremont había sido compañero de clase de mi padre,
pero yo jamás lo había visto, ni había visitado Tremont Hall, sino hasta el momento
en el que comenzaron los eventos que formarían el acto final de la tragedia.
Mi padre me había llevado consigo al emigrar de Inglaterra a Canadá, cuando aún era yo
un niño, prospero como apicultor en Manitoba y tras su muerte las cormenas me tuvieron
ocupado durante varios años, impidiéndome llevar a cabo mi anhelado sueño de visitar
mi tierra natal y explorar sus comarcas.
Cuando por fin logré efectuar el viaje, no quedaban huellas de dicha historia en mi memoria
y Tremont Hall no era en modo alguno parte de mi itinerario, cuando decidí realizar
un recorrido en motocicleta por los típicos condados ingleses.
Jamás me había sentido atraído a dicha mansión, mi visita fue puramente accidental.
Había olvidado su ubicación exacta y ni siquiera imaginé que podría hallarme en
sus aledaños de haberlo sabido.
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