Descripción de Episodio 288: ¿Qué dos toques, ni dos toques? 3l552r
Presentado por Juanma Álamo, el programa "Maneras de Vivir" nació para para que la gente del Atleti encuentre un pedacito lo que llevaba años reclamando. Con Miguel Peris, Javier G. Gómara, Ricardo Menéndez, Chema García y... Tú. Imagen: Atlético de Madrid. c3k26
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
MANERAS DE VIVIR, con Juan Málamo.
Por aquello de la educación, buenas lo que sean, en función de cuando tú estás escuchando este episodio de Maneras de Vivir, buenas tardes, buenas noches, buenas mañanas, buenos días, buenas lo que sean.
En los 287 episodios anteriores de Maneras de Vivir, esto parecería el principio de una serie de televisión de la Fox, jamás, repito, jamás, he escrito la entradilla de este programa.
Jamás.
Siempre he hablado desde el corazón, sin que la cabeza le haya puesto mucho freno a lo que yo he dicho habitualmente.
Afortunadamente, especialmente para mí, Maneras en mi casa, y en mi casa puedo cometer los errores que sean necesarios.
En los 287 episodios anteriores de Maneras de Vivir, hemos vivido momentos buenos, momentos muy buenos, momentos malos, momentos regulares o muy malos.
Pero, aunque a Ricardo no le gusten los monólogos, que no le gustan mucho, hoy va a tener otro y va a tener que aguantar un poquito.
El 5 de abril de 1981, yo tenía 13 años, cumplía 14 ese mismo año.
Estaba en el Vicente Calderón con mi padre, viendo un partido del Atlético de Madrid, el famoso Atlético de Madrid-Zaragoza.
Mi padre, que en paz descanse, me sacó del campo antes de que aquello terminara, visto la que se estaba viniendo encima.
Seguramente salí llorando de allí, yo no me acuerdo, pero seguramente saldría llorando de allí.
Camino de la casa de mi abuela, en Marqués de Badillo, la misma casa en la que falleció mi padre.
Aquellas lágrimas eran las de la impotencia de un niño que empezaba a ser de la ley.
Anoche, en el autobús de la Peña Aris, en el autobús de Leganés, a la que una vez más agradezco poder ir al Metropolitano con ellos, se repitieron las lágrimas de un niño.
Podían haber sido perfectamente las mías, es más, igual alguna se me escurrió por dentro, pero no lo eran.
Eran las de otro chaval, que debía tener más o menos la edad que yo tenía aquel abril del 81.
No sé si era su padre o algún representante de la Peña el que intentaba consolarle, pero quizás sea una de esas primeras grandes puñaladas que se claven en su corazón rojiblanco.
Que no tenga dudas que van a llegar muchísimas más.
Hoy, gracias a Alvar, supuestamente, no podría ver cómo un balonazo en los testículos de un central del Atlético de Madrid lo convierten en un penalti.
Le pasó a Miguel Ángel Ruiz ante el Real Madrid.
O cómo te expulsan a un futbolista que va a poner paz en una discusión, como le pasó, y nos contaba hace dos episodios, Antonio Rejuela ante el Real Madrid.
Lo que seguramente tampoco podría imaginar en esta pubertad de esta criatura es ver cómo un árbitro, en una tanda de penaltis, tiene un on-goal, porque te dicen que le has dado con los dos pies al balón en el lanzamiento.
Pero eso ya lo ha visto, eso lo ha vivido, y eso, para su desgracia, nunca va a poder olvidarlo.
No va a poder olvidar que una noche de marzo del 2025, su equipo, que fue mejor que el rival, y le ganó en el tiempo de partido disputado y empató la eliminatoria, pero tuvo que irse a los penaltis, cayó eliminado.
Otra vez cayó eliminado.
¿Con una anulación de un penalti que nadie entendía? Puede ser.
Han pasado 24 horas de lo ocurrido, 24 horas de debates, de discusiones.
Que si le da con los dos pies, que si no le da.
Que si el Cholo grita en la sala de prensa que alguien levantara la mano y dijese quién había visto que le daba con los dos pies.
Que si la imagen brasileña, que si la imagen de la televisión turca a una albanesa, si el fútbol depende de esta sandez, esto no es fútbol, papá.
Esta mañana a las siete de la mañana, os puedo asegurar que escuchabas a ti, que escuchas habitualmente maneras, seguía igual de indignado que estaba anoche.
Bueno, quizás que estaba más.
Estaba más porque no era capaz de entender cómo hoy en día se puede cometer semejante tropelía.
Ah, y eso reconociendo que, según pitó el árbitro, al final de la prórroga, me marché del campo.
Sí, me fui del campo.
Les explico.
Tenía la corazonada de que si la Leti no levantaba la eliminatoria antes de los penaltis, en la condena máxima del fútbol, el fútbol iba a condenar de forma máxima a la Leti.
Y mi cabeza, pero sobre todo mi corazón, no querían tener guardado ese recuerdo.
Para que no se instan dudas, puse un tuit a las siete de esta mañana, cierto que subidito de tono, con mucha carga de indignación, en el que pedía que no me calentara la cabeza ningún imbécil porque ni he visto un vídeo a velocidad normal, ni lo voy a ver, en el que se demuestre mínimamente que Junián Álvarez le da con los dos pies.
Pero voy más allá.
Y si le hubiese dado de manera involuntaria, alguno vendrá a decirme, es que la norma, pues como decía el Coco Basile, me cago en la norma.
La norma es una mierda y la interpretación de la norma es una canallada.
No se puede dejar a un equipo fuera de unos cuartos de final de la Copa de Europa por semejante sandez.
No se puede dejar a una afición que anoche otra vez, anoche, se dejó la vida por el camino.
No se puede dejar a ese niño que lloraba en el autobús.
Comentarios de Episodio 288: ¿Qué dos toques, ni dos toques? 6d2c2j