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Sueñacuentos
Enjaul-hada

Enjaul-hada 4t3k3q

4/4/2025 · 13:34
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Sueñacuentos

Descripción de Enjaul-hada 3ky27

Amapola es un hada entusiasta, feliz, pizpireta. Precisamente de esa naturalidad, de su libertad, es de lo que queda prendado Samuel, un humano que la observa sin que ella se dé cuenta. Pero un día todo cambia y lo que Samuel tanto iraba de Amapola comienza a ser un problema para él. Por miedo a perderla, la encerrará en una jaula de oro. Guión y montaje: Elena Lostalé Voces: Elena Lostalé Voz niña: Alejandra Rojas Músicas: CC 4.0: Spring chicken (Brian Teoh), Ghost Dance (Rafael Krux), Winter (Alexander Nakarada), Chica cantando (kevp888) Imagen: Freepik CC - BY: Hada y Jaula (brgfx) 265io

Lee el podcast de Enjaul-hada

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Sueña cuentos.

Historias para niños que sueñan despiertos.

Enjaulada.

Bueno, ha estado guay el cumple, ¿no? ¿Lo habéis pasado bien? Sí, los cumples en el parque son los mejores.

¿Sí? ¿Mejores que los de los sitios esos de tirolinas y dar saltos? Sí.

¿Mejores que cuando vais a un escape room? ¡Mucho mejores! ¿Y eso por qué? No sé, porque en el parque somos más libres.

Sin duda es un buen argumento.

Oye, al que no he visto es a Adrián. ¿No le habían invitado? Sí.

¿Y cómo es que no ha ido? Bueno, es que últimamente ya no se junta mucho con nosotros.

Ah, ¿no? ¿Y eso por qué? Es por un amigo nuevo que tiene, que nos lo ha quitado.

¿Cómo que os lo ha quitado? Sí, le ha ido separando del grupo.

Al principio era muy simpático con todos, sobre todo con Adrián.

Le hacía regalos y le decía que era el mejor y todo eso.

Después empezó a decirle que no se juntara con nosotros.

Y ahora van los dos solos.

No me digas, pero eso no puede ser.

Tenéis que hablar con Adrián.

Lo hemos intentado, pero no nos escucha.

Vaya, eso es que ha caído en manos de un encantador de serpientes.

¿Eso es normal, mamá? ¿El qué? Que un amigo te separe de los demás amigos.

Desde luego que no es normal.

Eso no es amistad, es control.

Le ha comido la cabeza.

Oye, tú a ese otro niño no te acerques, ¿eh? No, claro.

Además, no me cae bien.

Te dice cosas amables y de repente se enfada contigo sin motivo.

Así, en el mismo minuto.

Un manipulador de manual.

Pero, ¿cómo podemos ayudar a Adrián si no se quiere acercar a nosotros? Es complicado, sí.

Tendrá que darse cuenta por sí mismo.

Y los amigos continuad ahí.

No os olvidéis de él.

Que sepa que puede contar con vosotros.

¿De qué sirve si no nos escucha? A veces sirve.

Te voy a contar un cuento para que veas que a veces lo más insospechado puede hacer ese clic que una persona necesita para abrir los ojos y darse cuenta de lo que ocurre.

Escuchad atentamente vosotros también, sueñacuentos.

En lo más profundo del bosque esmeralda, en un pequeño claro salpicado de flores silvestres, vivía Amapola.

Amapola era una hada alegre, llena de entusiasmo.

Le gustaba cantar y bailar, andar descalza.

Las cosas más sencillas la hacían feliz.

Un rayo de sol atravesando las nubes, el canto del viento entre las hojas.

Ella sabía que una gota de rocío, si se observa con atención, es un espejo que devuelve la imagen del bosque en miniatura.

Sentía pasión por las cosas que solo se ven, se escuchan, con el alma.

Su entusiasmo la hacía ser un poco despistada.

Por eso Amapola no sabía que desde hacía algún tiempo un humano la seguía y la observaba en secreto.

Se trataba de un muchacho que estaba prendado de su alegría, de su ilusión por las cosas, de su libertad.

Disfrutaba viéndola tan sencilla y feliz.

Un día, mientras perseguía entre risas a un revoltoso saltamontes, Amapola tropezó con una raíz y cayó al suelo, con tan mala suerte que se golpeó la cabeza contra una piedra.

Todo se volvió negro.

Cuando Amapola volvió en sí, se dio cuenta de que estaba en un lugar desconocido.

Estaba acostada sobre un mullido almohadón.

Todo a su alrededor era gigantesco.

La mesa, la silla, la ventana, la puerta.

¿Dónde estaba? No recordaba nada ni sabía cómo había llegado hasta allí.

Por fin has despertado.

¿Cómo te encuentras? ¿Quién es usted? ¿Dónde estoy? Me llamo Samuel y estás en mi casa.

Tranquila.

Te golpeaste la cabeza en el bosque y te quedaste inconsciente.

¿Inconsciente? Quiero irme a casa.

Las hadas no podemos dejarnos ver por los humanos.

No te preocupes.

Podrás irte a casa cuando te recuperes.

No, no, pero eso no puede ser.

Mi familia estará preocupada.

Debo irme ya.

Tienes una herida en las alas.

Primero tendrás que curarte.

Si te dejo así en el bosque serás una presa fácil.

Sí, eso es cierto.

¿Lo ves? Tranquila.

Tan pronto te recuperes podrás marcharte.

Serán solo unos días.

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