Elaine Parent: El Camaleón Más Buscado del Mundo 5m5oo

Bienvenidos, bienvenidas al Archivo de María.

El caso de hoy es un caso que es bastante truculento porque hoy nos metemos en la mente de un asesín que llevó el engaño a otro nivel.

Alguien capaz de ganarse la confianza de cualquiera sin despeinarse.

Este es el caso de Elaine Parent.

¡Empezamos! Corría el año 1989 y Beverly McGowan, de 34 años, intentaba pasar página tras un pasado bastante duro.

Sus dos últimas parejas habían perdido la vida en accidentes de tráfico y eso la dejó hecha polvo y completamente sola.

Después de aquello, intentó tener alguna que otra relación, pero en cuanto la cosa se ponía seria, salía corriendo.

Lo que antes era una mujer abierta y sociable, ahora se había vuelto tímida y reservada, pero seguía buscando cómo reconectar con esa versión alegre de sí misma, como si necesitara reencontrarse.

Cambiar de aires le parecía la mejor idea para empezar de cero, así que sin pensárselo demasiado se compró un pisito modesto en Pompano Beach, Florida, y se mudó allí con sus dos gatos.

En 1990, para poder pagar la hipoteca sin ningún apuro, decidió que era buena idea buscar una compañera de piso.

Además, tener a alguien más en casa le daría algo de tranquilidad, justo en un momento en el que se sentía bastante vulnerable.

A principios de julio, le comentó a su hermano Steve algo que le tenía bastante inquieta.

Había recibido un mensaje raro en el contestador, una voz masculina, seca y amenazante, que le decía, sé dónde vives y estoy deseando que estemos juntos.

Cagada de miedo, porque no hay otra palabra, se llevó el contestador al trabajo para enseñárselo a sus compañeros.

Todos coincidieron en que sonaba bastante turbio.

Y ahí fue cuando a Beverly le parecía una mejor idea no vivir sola.

Más o menos una semana después de ese mensaje, a mediados de julio, puso un anuncio en el Sun Sentinel, ofreciendo su habitación de invitados.

La respuesta no tardó en llegar.

Una mujer británica de unos 40 años, que se presentó como Alice, decía trabajar para IBM y que la acaban de trasladar de Londres a la oficina de Port Lauderdale.

Mi inglés fatal.

A simple vista parecía una mujer con mucho éxito.

Llevaba ropa de marca, conducía un coche muy caro y tenía toda la pinta de que sería muy puntual al pagar el alquiler.

Encima, era súper encantadora y muy guapa, con un rollo así magnético.

Como le dijo Beverly a sus amigos.

Así que no fue raro que se sintiera a gusto con ella desde el primer momento.

Tras ver el piso, Alice le dijo que estaba deseando mudarse cuanto antes.

Salieron a tomar algo al pueblo para hablar tranquilamente de los detalles y, entre charla y charla, conectaron rápidamente.

Las dos coincidían en bastantes cosas.

Fue entonces cuando Alice empezó a hablarle de una de sus pasiones, la numerología, que es una pseudociencia que dice que los números tienen un significado místico o incluso divino y que están relacionados con los eventos que nos pasan.

Los numerólogos creen en cosas como el número del camino de la vida o el número del destino y aseguran que ciertos números tienen un poder especial que puede influir en nuestra vida.

Alice, que estaba bastante metida en ese mundo, le propuso a Beverly hacerle una lectura personalizada usando datos clave de su vida, según ella, que podría averiguar detalles de su futuro.

Eso sí, para hacer esa lectura necesitaba los datos muy concretos.

Le pidió su pasaporte, su número de la seguridad social y su certificado de nacimiento.

Beverly le dio toda esa información sin pensárselo demasiado.

Con esos datos, Alice hizo su lectura y le contó que, según los números, conocería a su futuro marido a los 40 años y que acabaría siendo rica.

Pero también le advirtió que un hombre y una mujer cercanos a ella iban a traicionarla y hacerle daño.

Esto último, por desgracia, no iba muy desencaminado.

La noche del 17 de julio de 1990, apenas unos días después de que Alice se instalara con ella, con Beverly, Beverly desapareció.

Y el 19 de julio varios amigos y familiares recibieron cartas de despedida escritas por su puño y letra.

En ellas decía que había vendido el piso y que empezaba una nueva vida en otro sitio.

Una de estas cartas, dirigida a su hermano, mencionaba que todas tenían matasellos del 18 de julio y que habían sido enviadas desde Miami.

Ninguna de estas cartas decía dónde se iba ni cuándo volvería.

Cómo es lógico, todas.