
East End 1888, Cinco Victimas, Jack the Ripper - Cap 61 6m4u6g
Descripción de East End 1888, Cinco Victimas, Jack the Ripper - Cap 61 1e1h3l
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
El miedo no siempre es malo, a veces es una advertencia.
De ti depende salir corriendo o adentrarte en las sombras y tratar de entender por qué asusta a lo desconocido.
Somos Marta y Gemma Fontana y visitamos lugares malditos tratando de conocer sus historias.
¿Nos acompañas? Antes tenemos una noticia buena y una mala.
La buena es que la muerte puede bailar.
La mala es que busca pareja de baile.
¿Me concedes este baile? Hola, ¿qué tal? Yo soy Marta, o Martillo, como queráis, y estoy aquí con mi hermana.
En 1887 se celebró el jubileo de oro de la reina Victoria.
En su coronación era apenas una adolescente.
En 1887 llevaba 50 años de reinado.
Reyes y reinas europeos, príncipes indios, dignatarios y representantes de todos los rincones del imperio, incluso la reina hawaiana Laliwokalani, se presentaron allí.
Sin embargo, Londres era algo más que aquel brillo privilegiado.
Existía otro Londres.
Las periferias eran áreas empobrecidas, de desamparo, delincuencia y miseria.
El barrio peor considerado de todos era el de Whitechapel.
Y en este escenario de calles estrechas y oscuras, en 1888, las violentas muertes de mujeres pusieron allí el foco, dando luz a más que sus terribles asesinatos.
Soy Gemma, ¿os venís a dar un paseo por el listén de Londres? ¿Qué pasa, qué pasa? El vecino, el vecino que se llevó la ambulancia a principios de semana, ¿te acuerdas? Sí.
Están desalojando su casa, están sacando un montón de cosas y las están llevando allí, allí, mira, donde los contenedores.
El señor Vinagre, que no nos saludó en vida.
Ese, ese, que no sabemos qué le ha pasado al viejo Cascarrabias.
Era un tío taciturno que siempre nos dio muy mala espina.
Sí, la verdad es que sí.
Estaba un poco loco, ya muy mayor, jamás, como has dicho, nos saludó y tenía siempre las cortinas corridas.
Un vecino raro, pero, oye, están desvanejando.
Raro, raro.
Desvanejándolo todo, todo tirado, mira.
Oye, ¿cuántos libros, no? Y archivadores y papeles viejos.
Vamos.
Sí, sí, porque de verdad que es una pena.
Es muy desagradable ver la vida de personas en la basura.
En los encans de Barcelona, que es un sitio que realmente adoro, un mercado de andróminas y antigüedades, a veces se te ponen los pelos de punta, se te estruja el alma al ver la intimidad a subasta.
Fotos familiares, recuerdos, el ajuar de toda una vida, pequeños tesoros a la venta al mejor postor.
Porque al final somos solo huellas en la arena.
Y cosas que alguien decidirá si conservar u olvidar, vender o tirar.
Huellas en la arena. He visto allí hasta dentaduras postizas.
Ojos de cristal y de todo.
Realmente es escalofriante.
Venga, va, vamos para las basuras, que con la diógenes que gastamos, qué mal nos harán los vestigios de nuestro misterioso.
Y por chafardear un poco a ver qué es.
Y temido vecino.
Oye, y al igual encontramos un expediente ovni o algún secreto de la realeza.
A ver, ¿qué guardaba este señor? A saber.
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