DESAFINADO (Entrevista a Ray Loriga) s7d

Dijimos que Desafinado iba a ser parte importante en este mes del libro de Rivas Vaciamadrid y una base importante de ese mes del libro es uno de los escritores que nos va a visitar durante este mes en Rivas que es ni más ni menos que Ray Loriga, que está pasando la tarde con nosotros durante un rato antes de su visita en la sala atrio de Rivas. Ray, ¿qué tal? Bienvenido a Desafinado.

Pues bien hallado. Encantado de estar aquí. Gracias.

Es un placer tenerte, que inaugures este mes del libro en Rivas.

Visita el Cinelab de Rivas y presenta su última novela, Tim.

Parte de esta visita, Ray, también va a ser para hablar de cine, gracias al cine en tu carrera.

Quería empezar preguntándote qué recuerdo tienes de él, si es un recuerdo muy lejano, si guardas un buen recuerdo.

¿Del cine? Sí. O sea, de mi actividad en el cine.

Sí, sí, sí.

Te lo siento, del cine es un buen recuerdo porque veo películas.

Sí, es continuo.

A diario.

Pero de mi trabajo en el cine, sí, guardo un buen recuerdo.

Es una actividad, sobre todo como director, que hice excepcionalmente.

He dirigido dos películas. Como guionista he trabajado más y sigo a veces haciendo trabajos de guión.

Creo que más en la parte de la cocina, lo que llaman doctoring, donde tú corriges otros guiones o ayudas a estructuras o haces diálogos, digamos cosas de trabajo técnico que te pagan pero no firmas.

Son como que trabajas con la productora.

Y eso lo sigo haciendo y está bien, es un trabajo que me gusta, me desengrasa del yoísmo de la literatura donde lo haces tú todo, Juan Palomo, yo me lo uso, yo me lo como, y trabajas con otra gente, ves otras ideas, cómo arreglar o mejorar ideas ajenas o colaborar con otros guionistas y es un trabajo que me gusta.

Decías que te daba como mucha pereza todo el tema de sacar adelante una película, de la financiación, ese curro un poco tortuoso.

Sí, la verdad es que en cine normalmente he trabajado de encargo.

Si me llaman para algo concreto y la oferta está bien y no sé qué, me gusta hacerlo.

No me veo con el proceso de levantar un proyecto, convencer gente, ir a buscar financiación, esa parte del oficio se me hace muy pesado.

Decía mi amigo Vigas Luna que en Paz Descanse decía que teníamos que hacer las películas gratis y cobrar por las cenas y las reuniones y las comidas de trabajo, que son un coñazo, y estaba de acuerdo.

Porque hay una parte bonita y hay una parte ejecutiva muy pesada.

¿Ves algo cinematográfico en Tim, en la novela? No.

¿No lo ves? No que se pueda filmar, me parece infilmable básicamente.

Es un monólogo interior toda la novela y la construcción de flashbacks, recuerdos y no sé qué, no le vería ningún sentido a rodarlo.

Cuando escribo una novela la verdad es que rara vez pienso si tiene posibilidades cinematográficas y casi intento huir de que las tenga.

En esta última novela, en Tim, existe la sensación de ser un tanto desconcertante, el hecho de que no tenga trama, tú cuentas que también te pusiste como en un extremo, eso sí que era buscar, el apretarte a ti mismo para llevar la novela a un límite o a un espacio que no era habitual en ti.

Y no sé si eso era también un desafío para el público, si era algo que tú buscabas.

Bueno, cada libro al final tiene que ajustarse a su concepción, necesitas unas herramientas concretas para cada forma y este libro nació así, de una voz acorralada, de un narrador dudoso, dudable, el que buscaba y preguntaba y se contestaba y corregía su propia respuesta y luego corregía su propia pregunta, esa era la articulación que me interesaba.

Entonces, bueno, se fue esquinando hasta ese punto, que era el que me interesaba en esta novela concreta.