La ContraRéplica - Estado vs nación 141v4p

Soy Fernando Díaz Villanueva, hoy es 11 de mayo de 2025 y esto es la Contracrónica.

Bienvenidos a la Contrarréplica, la contrarréplica del domingo, ya sabéis, ayer no tuvimos contraportada porque este viernes tuve un lío, un lío personal con B1, es decir, los que seáis patronos de aquel canal de YouTube lo sabréis, porque se armó una bastante gorda en el CEU, en la calle Julián Romea. Bueno, tuve que dar más que una charla a estar en una mesa redonda, pero vamos, fue un día de actividades múltiples, con varias charlas, con mesas redondas, etcétera, organizadas por todas por Jano García y total bellamón, de lo cual pues yo estaba muy contento y se me fue el día a lo tonto. Pude, eso sí, de camino grabar una a la contra que subí anoche en mi canal de YouTube, pero poco más. Ya sabéis que como el viernes se complique, también la contraportada o el contraplano, la contrarreplica no, la contrarreplica la hago los sábados.

Y bueno, pues hoy ya me había reservado para tratar unos cuantos temas, uno que me venía de la semana pasada, el tema del día, el tema del domingo, que es el de Estado y Nación, una historia que hemos tratado aquí en más de una ocasión y que bueno, siguen los contrascuchas preguntando por esta historia. Pero os voy a dar el número antes de meternos en harina, es el número de WhatsApp por si queréis enviar vuestras notas de voz, es el 69827909. Desde que empecé a hacer esto en vídeo, hace ya unos cuantos meses, lo que he hecho, esto lo cambié hace un mes, una cosa así aproximadamente. Los que veáis en YouTube, quiero decir, tenéis el número del 69827909 en uno de los lados de la pantalla. Por si no os habéis saltado esta parte, que yo sé que muchos os la saltáis.

Bien, pues que sepáis que tenéis ahí el número por si queréis enviar estas notas de voz. Ya sabéis, tratándose de la contrarreplica, lo suyo sería 1, 2, 3 minutos, que se escuche bien e importante. Decidme cómo os llamáis, porque no soy adivino. A pesar de que tengo aquí mucha pantalla y una mesa y un micrófono y tal, lo que no tengo es una bola de cristal, ni creo que la vaya a tener nunca porque eso no existe, es pura magia. Así que decidme cómo os llamáis para que me pueda referir a vosotros o dirigirme a vosotros por vuestro nombre de pila. Vosotros sabéis el mío, también sabéis mis dos apellidos, no hace falta que me deis los apellidos, con el nombre me basta. Bien, pues dicho esto, pasamos ya a la contrarreplica.

Empezamos el programa de hoy con Mario, que es un contrascucha de Colombia, que nos trae un tema del que creo que nunca hemos hablado, he hecho memoria cuando estaba escuchando su nota de voz y creo que aquí nunca se ha hablado. El de la automedicación en Estados Unidos, que ha dado lugar a epidemias como la de los opiáceos, que es así que la hemos tratado aquí en la contrarreplica. Bien, pues vamos a empezar por el tema de la automedicación, aunque Mario nos mete otro, también otro problema de salud pública que tienen en Estados Unidos, que es el de la alimentación, o mejor dicho, el de la mala alimentación. Hola Fernando, buenos días. Hoy quiero participar de la contrarreplica intentando explicar desde el punto de vista utilitario el problema de la automedicación en Estados Unidos. No lo hago desde el punto de vista científico, porque no soy tal así como lo es Pizarro o Andrea. Y por cierto, a ellos un saludo.

Prosigo. Imaginemos un trabajador que ha pactado con su empleador un pago de 20 dólares la hora.

Recordemos que este país, para los trabajadores menos cualificados, puede manejar esta esquema Fordista, donde se asume que el trabajador produce lo mismo en la hora 1 que en la hora 8, la hora 10 o la hora 16. Este hombre, hipotético, invierte ocho horas de su día en ir al trabajo, porque es lo que le sirve, el presupuesto y lo que le conviene. Listo.

De estas ocho horas hay dos opciones para el almuerzo, porque tiene que parar para comer algo, sino se muere. La primera opción es invertir una hora de su tiempo en comer un plato elaborado en un restaurante. No hablo de una estrella Michelin, hablo de un restaurante convencional, como podría haber en el centro de Madrid o un restaurante muy básico en Bogotá, aunque las comparaciones son un poco odiosas.