
CONECTAR CON NUESTRO CUERPO INTERNO 693u70
Descripción de CONECTAR CON NUESTRO CUERPO INTERNO 6l6o4e
Conectarse con el cuerpo interior para transformarse. Ser consciente de nuestro cuerpo nos ayuda a transformarnos. 2b29w
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Para esta práctica, puede ayudarle cerrar los ojos.
Más tarde, cuando estar en el cuerpo se haya vuelto natural y fácil, ya no será necesario.
Dirija su atención al cuerpo.
Siéntelo desde dentro.
Está vivo.
Hay vida en sus manos, en sus brazos, piernas y pies, en su abdomen, en su pecho.
Puede sentir el sutil campo de energía que impregna todo el cuerpo y da vida vibrante a cada órgano y a cada célula.
Puede sentirlo simultáneamente en todas las partes del cuerpo, como un solo campo de energía.
Siga concentrándose en la percepción de su cuerpo interior por unos momentos.
No comience a pensar en él, siéntelo.
Cuanta más atención le preste, más clara y más fuerte se hará esta sensación.
Se sentirá como si cada célula estuviera más viva, y si usted tiene un fuerte sentido visual, puede tener una imagen de que su cuerpo se vuelve luminoso.
Aunque esa imagen puede ayudarlo temporalmente, preste más atención a la sensación que a cualquier imagen que pueda surgir.
Una imagen, no importa lo poderosa o bella que sea, está ya definida en una forma, así que hay menos oportunidad de penetrar más profundamente.
La percepción de su cuerpo interior carece de forma, de límites, es insondable.
Usted puede siempre profundizar más en él.
Si no puede sentir mucho en esta etapa, preste atención a lo que sí puede sentir.
Quizá hay solo un ligero hormigueo en sus manos o pies.
Es suficiente por el momento.
Concéntrese en la percepción.
Su cuerpo está tomando vida.
Más adelante practicaremos algo más.
Por favor, abra los ojos ahora, pero mantenga algo de su atención en el campo de energía interna del cuerpo, incluso mientras observa la habitación.
El cuerpo interior está en el umbral entre su identidad formal y su identidad esencial, su verdadera naturaleza.
Nunca pierda el o con él, la transformación a través del cuerpo, porque la mayoría de las religiones han condenado o negado el cuerpo.
Parece que los que buscan la realización espiritual siempre han considerado el cuerpo como un obstáculo o incluso como algo pecaminoso.
¿Por qué tan pocos de los que buscan han encontrado en el nivel del cuerpo? Los humanos están muy cerca de los animales.
Todas las funciones corporales básicas, placer, dolor, respiración, comida, bebida, defecación, sueño, el impulso de buscar pareja y de procrear, y, por supuesto, el nacimiento y la muerte, las compartimos con los animales.
Mucho tiempo después de su caída desde un estado de gracia y unidad a la ilusión, los seres humanos despertaron súbitamente en lo que parecía ser un cuerpo animal, y encontraron esto muy molesto.
No te engañes a ti mismo, no eres más que un animal.
Esta parecía ser la verdad que les miraba a la cara, pero era demasiado perturbadora para tolerar.
Adán y Eva vieron que estaban desnudos y tuvieron miedo.
La negación inconsciente de su naturaleza animal se estableció muy rápidamente.
La amenaza de que podían ser dominados por fuerzas instintivas poderosas y volver a una inconsciencia completa era ciertamente muy real.
Aparecieron la vergüenza y los tabúes acerca de ciertas partes del cuerpo y ciertas funciones corporales, especialmente la sexualidad.
La luz de su conciencia no era todavía suficientemente fuerte para tener amistad con su naturaleza animal, para permitirle ser, incluso gozar ese aspecto de sí mismos, no digamos profundizar para encontrar lo divino oculto en ella, la realidad dentro de la ilusión.
Así pues, hicieron lo que tenían que hacer, comenzaron a disociarse de su cuerpo.
Ahora se veían a sí mismos como teniendo un cuerpo, en lugar de simplemente ser un cuerpo.
Cuando surgieron las religiones, esta disociación se volvió aún más pronunciada, como la creencia de que tú no eres tu cuerpo.
Innumerables personas en Oriente y Occidente, a través de los tiempos, han tratado de encontrar a Dios, la salvación o la iluminación por medio de la negación del cuerpo.
Esto tomó la forma de negación de los placeres de los sentidos, especialmente la sexualidad, ayuno y otras prácticas aséticas, incluso infligir dolor corporal en un intento por debilitarlo o castigarlo, ya que lo consideraban pecaminoso.
En la cristiandad, esto solía llamarse la mortificación de la carne.
Otros intentaron escapar del cuerpo.
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