
Descripción de LA CIUDAD Y LOS PERROS 1k6s52
Rincón Literario "Tres Minutos" Nº 9 curso 2024-25 Audición de Guadalajara Verde, en Radio Arrebato, programa Nº 22 del 22 de abril de 2025. Libro: La ciudad y los Perros Autor: Mario Vargas Llosa Editorial: Alfaguara Narradora: Maria Puebla Música: Love in México – Carmen María and Edu Espinal 546u4o
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Buenas tardes. Los tres minutos de hoy los dedicaremos a recordar a Mario Vargas Llosa, un coloso de la literatura que nos dejó el pasado 13 de abril.
Os leo un fragmento de La ciudad y los perros, un libro descarnado y brutal que me impactó profundamente. Años atrás los sábados eran días temibles.
Su madre se quejaba y maldecía más que los otros días porque el padre no volvía hasta muy entrada la noche. Llegaba como un huracán traspasado de alcohol y de ira, los ojos en llamas, la voz tronante, las descomunales manos cerradas en puño. Recorría la casa como una fiera su jaula de barrotes, tambaleándose, blasfemando contra la miseria, derribando sillas y golpeando puertas hasta rodar por el suelo aplacado y exhausto.
Entonces lo desnudaban entre las dos y le echaban encima una frazada. Era demasiado fuerte para subirlo a la cama. Otras veces venía acompañado. Su madre se precipitaba como una furia sobre la intrusa. Sus flacas manos trataban de arañarle la cara. El padre sentaba a Teresa en sus rodillas y le decía con salvaje algría, mira esto es mejor que el cachascán.
Hasta que un día una mujer le rompió la ceja a la madre de un botellazo y tuvieron que llevarla a la asistencia pública. Desde entonces se volvió un ser resignado y pacífico. Cuando el padre llegaba con otra mujer se encogía de hombros y arrastrando a Teresa de una mano salía de la casa.
Iban a Bellavista donde su tía y volvían el lunes. La casa era un hediondo cementerio de botellas y el padre dormía pierna suelta entre un charco de vómitos, hablando en sueños contra los ricos y las injusticias de la vida. Era bueno, pensó Teresa. Trabajaba toda la semana como un animal, tomaba para olvidarse de que era pobre, pero me quería y no me hubiera abandonado.
Mi madre tampoco era mala, pensó, sólo que había sufrido mucho.
Cuando su padre murió, después de una laboriosa agonía en un hospital de caridad, su madre la llevó una noche hasta la puerta de la casa de su tía, la abrazó y le dijo, no toques hasta que yo me vaya, estoy harta de esta vida de perros. Ahora voy a vivir para mí y que Dios me perdone. Tu tía te cuidará.
Aprovecho para recordaros que mañana 23 de abril se celebra el Día del Libro.
Espero que os traiga magníficas lecturas. Hasta pronto.
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