Chapter 1 354l3d

La Pelota Caliente de Iván González García.

Dedicatoria. A Añanet mi compañera de toda la vida.

A César, Cata, Ari y Daya, mis hijos del alma.

A Dana, mi nieta. A Doña Inés y Toño González, mis padres.

A mis hermanos, cómplices de los años felices.

A Dora Mautón con el alma y todo mi agradecimiento. Sin ella nada hubiera sido posible.

A mis tíos, que siempre estuvieron cerca. A Carlos y Rosita in memoriam.

A Jorge García Usta, el compadre, el amigo, el soporte.

A Sacra Nader, ángel de la guarda, dulce compañía.

A todos los peloteros colombianos. A Raúl Porto Cabrales, historiador del béisbol. A Napito Perea, Joche Baena, Jaime Tous, William Molina, Humberto Ceballos, Erick Baena, los peloteros del barrio. A Napoleón Perea, Marcos Pérez, Luis Alberto Payares, Carmelo Hernández Pé, Romar, Meporto, Luis de Lucas, El Capi Castillo, Campo Elías Terán, Marcos Molina, Gualberto Ahumedo, Emiro Bertel, Armando López, Freddy Ginete, Ricardo Rossi, Carlos Crismat, Chelo de Castro, Hugo Higuera, Julian Marrugo, Alirio Pérez, Juan Carlos Rebollo, Rafa Guerra, Ricardo Bello, Gustavo Morales y todos los narradores y comentaristas deportivos del Caribe colombiano que convirtieron mi infancia y adolescencia en un verdadero paraíso. Alfredo Ayarza por creer y apoyar mis sueños. Uno solo será el campeón, pero todos la vivimos. Es la pelota caliente. Que la disfruten, amigos.

Supercombo Los Tropicales Primero El pitcher se toma todo su tiempo. Se coloca el derecho Robinson Jaramillo.

Levanta los brazos, se mece. Ahí lanza. Bajita. ¡Al centro! ¡La primera! Una bola y cero strikes. La cuenta para el bateador de turno. Ventura Miranda, número 21 en la camiseta. Corre en primera base. ¡ita! Pardo porjita al jardín izquierdo.

Ahí vuelve. Se acomoda nuevamente. Está lanzando de lado para cuidar al corredor de primera.

El lanzamiento. ¡Bola! El disparo a segunda. ¡Quieto! Se robó la base. Corredor en intermedia. Parte baja del noveno episodio. Gol puertos. Cuatro carreras. Águila. Tres carreras. Pero hay un corredor en la segunda almohadilla amenazando seriamente con empatar el juego. El pitcher vuelve. Ahí lanza. ¡Strike! La vio pasar y se lo marcaron.

¡Recta, rápida a la esquina derecha del home! Gol puertos a un out de la victoria.

El águila amenazando con empatar, pero dicen los brujitos de Macondo que cuando el enfermo se mejora, ¡se muere! Entra nuevamente el pitcher en caja. Se lleva las manos a la cintura.

Ahí suelta. ¡Bug! Sale un batazo largo para el jardín central. ¡Atrás! ¡Atrás! ¡Atrás! Le pone piernas al asunto. ¡Nada! A eso no le llega nadie. La pelota se va elevando, se va elevando y la pelota se ha llevado la cerca. ¡Un batazo descomunal, mis amigos! ¡Jorón! ¡Es increíble! Se ha quedado con puertos en el campo. ¡Águila! ¡Águila! ¡Águila! ¡Águila campeón! ¡Esto no es apto para cardiacos! ¡El público se ha enloquecido! ¡Esto no lo esperaba nadie! ¡Águila! ¡Águila! ¡Águila! Y ahora, un emotivo comentario de Meporto, la Biblia del béisbol. Les juro que desde los tiempos de Óscar Luis Gómez no se veía nada parecido. ¡Es una especie de Babe Ruth colombiano! ¡Lástima que no se haya ido para los Estados Unidos! ¡Esto es increíble!