
Descripción de Capítulo 41 284z1s
Capítulo de la serie radiofónica 'EL cielo que nunca vi', una producción de Radio Centro 5a6p1k
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Diva Estudios presenta una producción de Radio Centro, El Cielo que Nunca Vi, una idea original de José Maya con la actuación estelar de Lupita Lara y Néstor de Barbosa.
Usted no siguió a ese hombre. Sí, después de aguardar unos segundos para no sorprenderlo cuando estuviera llamando, dándole ocasión de improvisar algún pretexto.
Lo encontró en el departamento.
Estaba con Lucía. Creo que sí, aunque Lucía me dijo que estaba sola.
Naturalmente tuvo tiempo de esconderse. Le pregunté usted algo a mi hija. No, no le dije nada, pero advertí su nerviosismo.
Su actitud confirmaba lo que sucedía. No puedo creerlo.
Discúlpeme, doctor Javier, pero no puedo creerlo.
Conozco a mi hija.
Conozco su reserva, su prevención hacia los hombres.
No crea que porque se crió en aquel barrio donde la moral casi se desconoce, es como las otras muchachas.
Antes se dejaría matar.
No hay que correr una aventura de esa clase. Las muchachas cambian, don Julián.
Pueden también conservar las buenas apariencias y cometer faltas de las que parecen incapaces. No sería el primer caso. No, Lucía, no.
La rectitud de Lucía, su pureza, es algo que no puede cambiar.
Créame, doctor Javier, no es que desconfíe de sus buenas intenciones, pero tiene que existir alguna confusión.
Estoy tan seguro que me dejaría cortar la cabeza antes que itir semejante cambio en mi hija.
Comprendo sus sentimientos y también su reacción. La esperaba.
No obstante, me he creído en la obligación de prevenirle.
Ese hombre pudo subir a cualquier otro departamento.
Hay otras muchachas en el edificio.
Es cierto que usted lo vio, pero no con Lucía. El hecho de que entrara al edificio no significa nada firme.
Le he dicho lo que he visto y lo que deduzco, don Julián.
Ahora, crea usted lo que quiera. Si desconfía de mi palabra, pues...
No, no, no.
¿Cómo voy a desconfiar de su palabra, doctor? Pero... pero si todo eso es cierto, ¿qué puedo pensar de mi hija? ¿Cómo puede ser capaz de mentir tanto, de tantas falsedades? Es como una pesadilla.
No, no, no, no puede ser. No puede ser.
Creo... creo que si todo eso es cierto, sería capaz de matarla.
Por favor, tranquilice eso, don Julián, y no piense barbaridades.
Lo único que tiene que hacer es cuidarla más, vigilarla.
Corregirla tan duramente como sea preciso, pero claro, sin extremar las cosas.
Nunca le puse la mano encima. Nunca, doctor.
Pegarle me hubiera parecido un crimen, pero va a recibir la primera golpiza de su vida.
Y le aseguro que no podrá olvidarla.
Cuidado con lo que hace, don Julián. Dándole golpes no adelantará gran cosa.
Tan solo da rienda suelta a su propia furia.
Tiene que hablar con ella seriamente, decirle todo lo que debe escuchar para que cambie de conducta.
Yo sé lo que tengo que hacer, doctor.
Pediré permiso a su padre para que me deje salir ahora mismo de la fábrica.
No, no, por favor, tiene que reflexionar, que calmarse.
Recuerde que Lucía es ciega. Lo triste de su situación, todo lo que lleva padecido.
Si ha hecho lo que usted dice, no la compadezco.
No la compadezco en lo absoluto.
Es todavía peor que su madre.
Esa no andaba con tapujos ni con falsedades, pero Lucía...
Lucía se ha burlado de mí y de todos.
Puede que tenga alguna justificación, don Julián. Aguarde a preguntarme.
No, no sé. Estoy como loco ahora.
Venga conmigo, vamos al restaurante a tomar algo.
Tiene que ser en arsenal.
Mejor déjeme solo, doctor Javier.
Se lo ruego.
Como usted quiera.
Prefiero no tropezarme con nadie ahora.
Pero tranquilícese.
No tome determinación alguna hasta que se tranquilice.
¿Va a seguir mi consejo? Don Julián trató de calmarse sin conseguirlo.
Un rato más tarde salió de la fábrica a rumbo a su casa.
Según pasaban los minutos, sentía que una furia incontenible lo poseía.
Así llegó al departamento dejando abierta la puerta del mismo tras de sí.
Llamando a Lucía lleno de soberbia y coraje.
¡Lucía! ¡Lucía! ¡Lucía! Papá, ¿qué te sucede? ¿Qué qué me sucede? Y todavía tienes el atrevimiento de preguntármelo.
¿Por qué me hablas así, papá? ¿Qué te he hecho? Vas a decirme todo, Lucía.
Me oyes. Todo.
¿Quién es ese hombre que te visita cuando Damián y yo no estamos en la casa? ¡Contesta, Lucía!
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