Capítulo 12 3k223

CAPÍTULO XI.

Era idiota.

Nick apretó los puños y se preguntó qué se había apoderado de él para plantearle una relación así a Sky.

Jamás se había mostrado así con una mujer.

Obviamente había perdido la cabeza.

Normalmente dejaba que la naturaleza siguiera su curso y eso no le llevaba a ningún lugar comprometido porque normalmente no tenía nada en común con las mujeres con las que salía, solo una relación sexual muy placentera.

Acababa de meter la pata.

Le tenía que dar igual que Sky encontrara a otro hombre.

A él lo único que le tenía que importar era olvidarse de ella y quedar con ella no lo estaba ayudando en absoluto.

Más bien al contrario.

Su idea de que Sky iba a caer rendida en sus brazos no había salido bien.

Nick creía que se iba a derretir en cuanto la enviara las flores y los bombones, que estaría completamente enamorada de él para después de la cena.

Había esperado algún tipo de respuesta ante su propuesta.

Mientras se dirigía al coche, pensó que lo de John había sido una sorpresa.

Aunque aquel hombre no se la hubiera arrebatado, no quería verlo cerca de Sky.

Además, aquel hombre tenía pinta de ser aburrido y conservador hasta límites insospechados.

¿Qué se podía esperar de un analista financiero? No era el hombre apropiado para Sky.

¿Por qué saldría con él? Obviamente tendría unos buenos ingresos, sería una persona predecible y le daría la casa con jardín en las afueras y los hijos que ella quisiera.

Aún así, no podía permitir que Sky lo eligiera a él.

Mientras se metía en el coche, decidió que tenía que cambiar de táctica.

Había entrado en la vida de Sky como un elefante en una cacharrería y tenía que frenar un poco.

Tenía que enamorarla de nuevo hasta conseguir que se olvidara de casarse y de tener hijos y sólo pensara en él.

Nick sonrió, dispuesto a descubrir por qué lo había dejado en realidad ya que no se creía que Sky hubiera sido capaz de sacrificar lo que tenían por el sueño de tener hijos en el futuro.

Pero si entonces sólo tenía 20 años, toda la vida por delante para ser madre.

No, había tenido que ser por otro hombre y Nick estaba decidido a averiguar quién había sido el ladrón y a crucificarlo.

Tenía muy claro lo que quería.

Quería a Sky.

Unas cuantas semanas con ella y podría olvidarse de Sky Andrews para siempre.

«Mira lo que te acaban de traer», dijo Rihanna entrando en el despacho de Sky con una rosa amarilla.

«Es de John», preguntó Sky.

Rihanna negó con la cabeza.

«¿Nick?» Rihanna asintió y le entregó la flor.

«¿Maggie sigue enferma?» «Sí», contestó su hermana.

«Perdona por llegar tarde, pero anoche tuve una cita y me he acostado muy tarde».

Sky sonrió.

«¿Tenemos algún florero por ahí para poner esta flor?» Le preguntó a Rihanna.

«Sí, hay uno en la cocina».

Sky se puso en pie y salió al pasillo.

Rihanna la siguió.

«¿Ya lo hago yo sola?» «No creo que puedas».

Sky miró a su hermana pequeña y se dio cuenta de que tenía razón.

No quería estar sola y no quería hacer aquello sola.

Razón más que suficiente para ignorar a Nick Coburn y buscar a un hombre amable y tranquilo para casarse con él.

Rihanna la siguió hasta la pequeña cocina.

«Esto de ser recepcionista me gusta mucho», comentó Rihanna.

«¿Así?» Le preguntó Sky colocando la rosa en un florero de cuello alto.

«Me gusta no estar sola.

Me gusta estar en el ajo de todo lo que ocurre, ver a la gente que pasa, escuchar las conversaciones de todo el mundo y ayudarte a ti con tu vida amorosa».

«Hablas igual que mamá», sonrió Sky.

«En cualquier caso, mi vida amorosa es un desastre».

Rihanna se encogió de hombros.

«Estoy bastante asustada», itió Sky.

«¿Por qué?» «Cuando el otro día me mandó una floristería entera, no me dio miedo, pero el hecho de que me mande solo una rosa amarilla es realmente peligroso».

«No te entiendo».

«Tal vez estoy malinterpretando la situación», contestó Sky encogiéndose de hombros.

«Tal vez la estaba malinterpretando porque precisamente quería que Nick la deseara, quería que la sedujera y la convenciera para decir que sí a aquella relación porque así por fin el secreto que llevaba en su corazón saldría a la luz».

No podía ocultarle la existencia de su hija para siempre, sobre todo si tuvieran una relación.