Los ballesteros: una familia de plateros entre Sevilla y Potosí | PODCAST #182 2o595p

Muy buenas a todos, aquí Adolfo Ruiz Calleja en un nuevo podcast del Blog Numismático.
En este caso vamos a hablar de los Ballesteros,
una familia de plateros que acabaron siendo ensayadores muy importantes a caballo entre el siglo XVI y el siglo XVII.
Con los Ballesteros pasa un poco como con los Rincón,
que muchas veces decimos, sí, ensayador Rincón o ensayador Ballesteros,
nos pensamos que es siempre la misma persona, pero no,
no es así como vamos a ver en este podcast.
Saco este tema porque Jesús Vico tiene una subasta para el día 20 de febrero de 2025.
Es una subasta online, su XXV subasta online, una subasta sencilla con unas 600 piezas,
bastante asequibles todas ellas, siempre cositas interesantes de todas las épocas,
como es propio de la subasta de Jesús Vico, pero bueno,
con estas subastas online yo creo que todo el mundo podemos pescar,
así que os invito a echar un vistazo.
Y como hay varias monedas ensayadas por Juan Ballesteros,
vamos a ver de dónde viene esta familia de plateros y de ensayadores.
Y para eso, para encontrar los orígenes a donde se puede rastrear,
nos tendríamos que ir hasta Toledo, allá por el año 1510 aproximadamente.
Ahí nació Hernando de Ballesteros, que ha pasado a la historia,
conocido como Hernando de Ballesteros el Viejo, luego vamos a ver por qué.
Este fue el patriarca de esta familia de plateros, nació, como digo,
se cree que en Toledo, estudió en Alcalá de Henares y luego marchó para Sevilla.
Ahí fue un platero, un artista, un artista muy afortunado, hizo auténticas obras de arte
y ya en 1553 le nombraron platero de la Catedral de Sevilla.
Y esto no es poca cosa, tened en cuenta que a mediados del siglo XVI
toda la plata y todo el oro que venía de América pasaba por Sevilla,
entraba en la Casa de Contratación de Sevilla.
Esto ya lo hemos hablado en otros podcast, entonces claro,
Sevilla era una ciudad inmensamente rica,
pues de luego una ciudad por donde pasaban muchísimos metales preciosos.
Claro, tened en cuenta que la Catedral estaba muy próxima de la Casa de Contratación,
muy próxima ya no solamente en cuanto a cuestión política o en cuestión de poder,
sino incluso a cuestión física.
La Casa de Contratación estaba en la actual Plaza de la Contratación de Sevilla
y la Catedral, ya sabemos todos dónde está la Catedral de Sevilla,
cualquiera que haya pasado por ahí.
Entonces, no sé, esto a lo mejor un sevillano me lo puede decir,
pero entre la plaza y la Catedral que puede haber 200 metros, más o menos,
y la Casa de la Moneda también estaba muy cerca.
Entonces, bueno, es razonable pensar que tanto por motivos políticos
como por motivos hasta físicos, la Catedral de Sevilla vivía momentos
muy muy dulces a mediados del siglo XVI.
Y claro, ahí tenemos a Hernando de Ballesteros,
como un gran artista del Renacimiento sevillano,
haciendo auténticos relicarios, portapaces, cruces, verdaderas maravillas.
No solamente restaurando las que ya había, sino haciendo nuevas obras de arte.
De la vida de Hernando de Ballesteros el viejo se sabe bastante menos,
bastante menos que de su aspecto artístico.
Se sabe que se casó con Ana de Narváez y que con ella tuvo dos hijos.
Al menos dos hijos que fueron plateros a su vez.
Uno se llamó Hernando y el otro se llamó Juan.
Entonces tenemos aquí a Hernando de Ballesteros y Juan Ballesteros.
Y aquí un par de salvedades por temas de la onomástica.
El primero es que vemos que el nombre de Hernando se va repitiendo.
Bueno, hay que decir que Hernando era un nombre muy común en la época.
A mediados del siglo XVI había mucha gente en Castilla que se llamaba Hernando.
Entonces, bueno, no es sorprendente que se llamasen así.
Además que era entonces y sigue siendo razonablemente típico que padre e hijo compartan nombre.
En cuanto a llamar Hernando de Ballesteros y luego Juan Ballesteros,
bueno, pues hay que decir que ese D se ponía y se quitaba con total facilidad.
Entonces muchas veces depende de cómo una persona firmase.
Pues se suele incluir el D o no.
Esto ocurre también en otros países, por ejemplo en Portugal,
donde se puede poner en los apellidos el D o no dependiendo de la persona según quiera.
Aunque tus padres no tengan el D, lo puedes colocar.