ATEEP 001| Exoplanetas habitables 2k5r3g

Advertencia importante. Este podcast puede provocar efectos secundarios como cuestionamiento existencial, fascinación por las estrellas y una necesidad incontrolable de compartir datos astronómicos en cenas familiares.

Al darle al play, aceptas que podrías empezar a pensar como una científica y desarrollar alergia a las pseudociencias. Escúchalo bajo tu propia cuenta y riesgo.

23 siglos en la Grecia antigua se plantó la semillita de la ciencia moderna. Luego se olvidaron de regarla, pero oye, la intención estaba... Bien, pues ya en esa época Aristóteles, el gran filósofo griego que incluso defendía la observación y la experimentación, soltó con toda su pachorra que las mujeres tenían dos dientes menos que los hombres. Y tal era su prestigio que nadie se atrevió a abrir la boca para corregirle hasta el siglo XVI, en los comienzos de la ciencia moderna. ¡Ay, el siglo XVI! Eso sí que era otra época.

Fue cuando Galileo escribió aquello de, en cuestiones de ciencia, la autoridad de mil no vale el razonamiento humilde de un solo individuo. Pero cuidado, que lo dijo Galileo, un tío que invitaba al papa a su casa a merendar churros y que repartía telescopios como si fueran Ferrero Rocher. Pero sólo si eras duque, duque o conde o cardenal de Postín. ¿Y a los astrónomos no? No, al enemigo ni agua.

Así que lo de razonamiento humilde no iba con él. Muy fan de Copérnico y su sol en el centro, pero cuando Kepler le escribió para explicarle su razonamiento humilde de las órbitas elípticas, lo dejó con doble checa azul durante años.

¿Primer caso de Gostin? ¿Y qué decir de Sir Isaac Newton, que estudiaba en secreto astrología? Pero claro, ¿qué se puede esperar de un sagitario? Y es que la historia de la ciencia no es un camino limpio, recto y brillante. Es una historia humana, caótica, unas veces mezquina, otras tantas engreída, pues como una nochebuena en casa de los pantohabamos.

Por eso hoy queremos invitarle a conocer la trastienda de la ciencia, esa parte que no sale en los libros de texto, la parte humana, la duda, la pasión, el sudor, el esfuerzo, el café frío de las tres de la mañana, la precariedad laboral, la ambición y la obsesión por descubrir la respuesta y también la belleza de entender, aunque sea un poquito, cómo funciona el universo.

Y para eso tenemos la suerte y el privilegio de contar cada semana con investigadoras, escritores, geólogas, físicos, pensadoras, personas con las manos en la masa del saber. Estamos aquí para contarles cómo hemos llegado a saber lo que sabemos y por qué hoy podemos afirmar sin pestañear que antes todo esto era plasma. ¡Comenzamos! Y para este primer programa contamos con un elenco de lujo. Comenzamos con Victoria Muñoz Iglesias, geoquímica que siempre ha trabajado en planetología, interior y superficie de planetas y lunas heladas. ¡Bienvenida Victoria!