Anochece, que no es poco 9x29 Rashomon 6f3j60

En Neo FM, Anochece, que no es poco, un programa en el que se habla de cine con más voluntad que acierto, con Arturo Hacha.

Buenas noches, bienvenidas todas, bienvenidos todos a este programa, no os habéis equivocado, es verdad que no soy Arturo Hacha, nuestro habitual presentador y director, soy José María Moraga, pero hoy voy a hacer las funciones delegadas por Arturo, ya que nuestro presentador Arturo, desde aquí le mandamos un abrazo, un beso, le deseamos una pronta recuperación, no se encuentra en condiciones de conducir el programa. Entonces bueno, pese a eso, más bien por decisión suya, estamos aquí otra pandilla de locos habituales, vamos a intentar llevar esto al mejor puerto posible.

No es día hoy para analogías náuticas, yo creo que más bien bélicas o de espadas o no sé qué decir, pero antes de seguir diciendo tonterías, voy a pasar la palabra a la primera invitada, la siempre entusiasta Piedad Bejarano, buenas noches. Buenas noches José María, buenas noches a todos. Antes de presentar al resto de personal que se ha reunido aquí, vamos a darle la palabra a Piedad, porque ella se va a encargar de la clásica alocución inicial con la que siempre empezamos, valga redundancia, los programas. Solamente voy a decir algo más y es, si sois fieles oyentes, ya sabéis cuál es la peli, pero si no, la desvelamos. Vamos a ver esa película de Akira Kurosawa de 1950, titulada Rashomon.

Hoy traemos a esta mesa una película de esas que han hecho cambiar la historia del cine, lo que se conoce como una obra maestra. Y los motivos que convierten cualquier obra de arte en un objeto de culto pueden ser muchos y seguro que los vamos a discutir ampliamente esta noche. Pero Rashomon supuso la apertura del cine japonés al mundo occidental y la consagración de un director que nos dejó títulos que han marcado la historia del cine.

Como decía, motivos hay muchos para alabar esta película, pero si me lo permitís, voy a tirar por lo personal. La primera vez que la vi fue hace 15 años en la sala de la Biblioteca de la Facultad. He vuelto a ella en varios momentos de la vida y al volverla a ver estas semanas ha provocado en mí el mismo impacto que entonces, algo que creo que solo consiguen las obras maestras. Y no solo por su belleza y ese uso magistral de la luz o su innovación narrativa, que también, por supuesto, esta película nos pone en jaque, a mi parecer, nos pone frente a un abismo, el de la imposibilidad del ser humano de alcanzar la verdad objetiva.

Algo que, por otro lado, creo que está muy vigente en este extraño mundo que habitamos, en el que impera la desinformación y el cuestionamiento entre lo real, lo que es verdad y lo que no, eso que llaman posverdad. Werner Herzog dijo que era la única película que había visto que tenía un equilibrio casi perfecto y que no entendía cómo Kurosawa lo había conseguido. Hoy vamos a tratar de desgranarlo.

Fantástico, muchas gracias, Piedad. Bueno, yo creo que está muy bien centrado el tema, nos lo ha puesto ya en medio de la mesa, ha presentado verdaderamente la película. Vamos a seguir saludando a nuestros invitados. Por estricto orden, no sé si son las manillas del reloj o contraria, pero bueno, a mi lado tengo a la diestra, tengo al ínclito Luqui.

Bienvenido y buenas noches, Luqui.

Hola, muy buenas. Bienvenido, muchas gracias. En esta noche un poco extraña, ¿no? Sí.

Pero a ver qué tal nos va.

A ver qué sale. ¿Cómo te relacionas tú con Rashomon? ¿Te interpelas igual que a Piedad? Pues sí, la verdad es que es una de las películas también que a mí más me gusta de su director.

Una película muy especial, muy original en su tiempo y hoy creo que lo sigue siendo y de eso seguro que hablamos, ¿no? De esa estructura narrativa que comentaba ella. Y la verdad que luego hablaremos supongo también con una película muy moderna, supongo para su época o que fue como yo creo que bisagra como se habla muchas veces, de que marcó un poco un antes y un después de cómo se contaban las historias, sino además de un sitio tan lejano como Japón.