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Descripción de El anciano 1y3y2m
El anciano es un cuento de autor anónimo, narrado por María Cristina Salas, escritora, autora de varios libros infantiles y de novelas para adultos con página web www.mariacristinasalas.com La música es de audionautix. El montaje es de Enrique Martínez. La portada que ilustra el audio pertenece al libro infantil juvenil El hada Marylina de María Cristina Salas y está disponible en Amazon. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/2342 e2y68
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Hoy les voy a contar un cuento que se llama El Anciano.
Un hombre de avanzada edad llamó a la puerta de un monasterio.
Aunque era analfabeto y muy ignorante, vibraba en deseos de purificarse y de encontrar la libertad interior.
Solicitó humildemente que le aceptasen como novicio, pero los monjes y el abad del monasterio se dieron cuenta de que era analfabeto y de muy corto entendimiento.
Le consideraron totalmente incapacitado para leer los sermones de Buda, recitar mantras o poder efectuar el ceremonial del culto.
Pero, como contemplaban en el anciano, mucha motivación espiritual y un ardiente deseo por perfeccionarse, accedieron a que ingresara en el monasterio.
Para que no se sintiera humillado, consideraron que alguna ocupación había que asignarle.
Le dieron una escoba y le dijeron que se encargara de mantener limpio el jardín.
Fueron transcurriendo los meses y los años.
El anciano se aplicaba con minuciosidad y esmero en su sencilla tarea.
Poco a poco, los lamas comenzaron a percibir cambios en la actitud del barrendero.
Se le veía tan sosegado, contento y equilibrado.
De todo él emanaba una atmósfera de paz infinita y contagiosa.
Los monjes comenzaron a darse cuenta de que el anciano había ido consiguiendo un notable y evidente avance espiritual, un gran progreso anímico.
Siempre era afectivo, nunca se inmutaba y era ecuánime en su comportamiento.
Los monjes, extrañados, decidieron preguntarle al anciano qué prácticas o métodos especiales había desarrollado para conseguir un estado de mente tan lúcido y estable.
El anciano les dijo, No, amigos, no he hecho nada especial, podéis creerme.
Diariamente, con mucha atención, me he dedicado a limpiar el jardín.
He puesto, eso sí, mucho esmero y amor cada vez que barría las hojas.
Y cada vez que barría la basura y limpiaba el jardín, pensaba que estaba barriendo la basura de mi corazón y limpiando mi espíritu.
La verdad es que, día a día, me he ido sintiendo más sosegado, contento y lúcido.
Detrás de la persona más inesperada podemos encontrar a un maestro, ¿verdad?
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