Adiós, a las joyitas arquitectónicas del despilfarro con sello barroco y cableado europeo 4l1pv

Vecinas, vecinos, de lunes a viernes tendremos este espacio para hablar de los chismes más frescos y relevantes de esta su querida vecindad llamada Puebla.

Temas políticos, sociales y empresariales contados de una manera fácil pero siempre profesional, para reírnos, enojarnos y por qué no hasta llorar de lo que pasa en nuestro día a día.

Nada más fácil que informarse como si estuvieran hablando con su vecina o vecino de al lado.

La Rascona te lo cuenta.

Vecinas, vecinos, los saluda la Rascona, su vecina chismosa de más confianza.

Aplausos por favor.

Pero por qué aplaudimos Rascona? Al fin alguien en el gobierno poblano se atrevió a hacer lo que miles de ciudadanos y ciudadanas llevamos años pidiendo.

Auditar esas joyitas arquitectónicas del despilfarro, con sello barroco y cableado europeo, también conocidos como el Museo Internacional del Barroco y el teleférico que da vértigo de puro coraje.

Uff si, que coraje con tanto dinero que le metieron.

Mira tú, que el gobernador Alejandro Armenta anunció que va con todo contra la corrupción de istraciones pasadas.

Dijo textual, que si investigue y si hay responsables vivos que se actúe, porque los muertos no pagan fianzas, claro está, no claro que no, y uno no puede evitar celebrar esta determinación.

Ya era hora de preguntarse quién se está haciendo rico con obras que no visitan ni los pájaros.

O dígame usted, vecino entusiasta, ¿cuántas veces has subido al teleférico? Ay ninguna.

¿Y cuántas veces has dicho que ganas de gastar 523 millones de pesos al año en contemplar yeserías barrocas sin aire acondicionado? No pues no, si vivimos al día.

Lo del museo barroco es de antología, pagaremos 9 mil millones de pesos durante 15 años más.

¿Y qué recibimos a cambio? Salas vacías, conciertos esporádicos y un eco hermoso que multiplica el silencio de la indignación ciudadana.

Y eso que no le han puesto luces LED como en Las Vegas, porque si no...

Eso sí ya sería el colmo.

A Alejandro Armenta se lo preguntó como quien ve la cuenta del restaurante y no pidió ni postre.

¿Quién se enriqueció con esto? Y luego remató.

Esto no fue una sola persona, fue una mafia.

Ya nada más faltó que sacar un pizarrón con hilos rojos para conectarlos al ex gobernador de Marras, un empresario fifí y al proveedor de tornillos suizos del teleférico.

Ah sí, el teleférico.

Esa estructura altísima y carísima que cuesta más desmontar que construir, 26 milloncitos nada más.

Como estos muebles del Infonavid que uno no se atreve a mover porque se deshacen, pero con tres ceros más.

Que poca.

El monumento a la movilidad que no mueve a nadie.

¿Pero qué más dijo? Lo mejor fue la promesa de no ponerle su nombre a las obras, porque claro, en Puebla hay más placas con nombres de políticos que árbol en los camellones.

Como Edmundo Atletewi que le puso su nombre a un tope.

Jaja sí, se pasó.

Pero el caso es que Alejandro Armenta juró que sus proyectos serán para la gente y no para alimentar egos.

Aunque a estas alturas uno se conforma con que no dejen deudas de por vida, sinceramente.

Pues sí, tienes razón, pero mejor celebremos este arranque de dignidad istrativa.

Que se audite, que se exponga y que sí se puede que se devuelvan los vueltos, porque si algo necesita esta Puebla barroca y cableada, es menos fachada y más rendición de cuentas.

Y si no se puede meter al Museo Internacional del Barroco a todos los culpables, al menos que se les cobre el boleto.

Ojalá Rascona, ojalá.

Vecinas, vecinos.

Como recuerdo la tía Flor que siempre decía, escoba nueva, barre bien.

No sé qué quería decir, pero sin duda era sabia.

Mejor me voy, nos escuchamos el lunes sin falta.