
#7 - Los McCartney aprenden a vivir sin Mary. 3x1n10
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Esto es Querido McCartney, el podcast hermano de Strawberry Fields Beatles Podcast y de Querido Lennon. Aquí conoceremos la vida del que es, para mí, el mejor músico del siglo XX, Paul McCartney. Mi nombre es Eva Paula Bonora, y os narraré con mucha ilusión y amor la vida de esta gran leyenda viva. En el último episodio de Querido McCartney hablamos sobre la triste muerte de Mary, la madre de Paul, cuando éste sólo contaba catorce años, y de cómo su primera guitarra zenith fue el refugio que necesitaba para superar la muerte de su madre. Hoy narraremos cómo los varones McCartney se adaptaron a su nueva vida.
Jim no tuvo más remedio que echarse la pena a la espalda y afrontar la realidad. Paul y Mike habían pasado una temporada en casa de sus tíos Jim y Harry después de la muerte de Mary, pero cuando volvieron a casa Jim parecía tener mejor ánimo y había comenzado a ocuparse de sus nuevas responsabilidades. Económicamente no podían permitirse una empleada del hogar, así que Jim aprendió a cocinar, a lavar, a planchar y a hacer todas las tareas que los hombres ingleses, especialmente los norteños, consideraban cosas de mujeres. No estaba solo, sus hijos colaboraban, y sus hermanos y hermanas los visitaban con frecuencia para ayudarlos, animarlos o llevarlos a comer.
Todos los martes Jim y Millie limpiaban la casa y cocinaban platos calientes para cuando los chicos volvieran de clase. Seguramente Paul también cocinaba de vez en cuando, porque ya tenía su insignia de bivac de los Boy Scouts, y eso significaba que ya sabía hacer hogueras y cocinar sobre ellas. Jim continuó poniendo en práctica diversas normas y costumbres de Mary propias de una profesional sanitaria, como por ejemplo el color del ajuar. Por deformación profesional, a Mary no le gustaba usar manteles y servilletas de colores o estampados, porque las manchas se camuflaban y a ella le gustaba que todo fuera blanco para poder identificarlas cuanto antes y limpiarlas enseguida.
Otra cosa era la dieta. A Mary le preocupaba mucho la salud de sus hijos, y controlaba la cantidad de fibra que ingerían y si iban bien al baño diariamente. A diferencia de lo que pudiéramos imaginar de una casa habitada por tres hombres, dos de ellos adolescentes, el aroma a lavanda se percibía siempre, porque Jim las cultivaba en el jardín trasero y las frotaba entre sus dedos para liberar el aroma por la casa. En aquel jardín trasero, Paul y Mike acostumbraban a sentarse a ver el espectáculo que la Academia de Policía les ofrecía.
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