
Descripción de 6º Domingo de Pascua 554n37
Reflexión de Monseñor Munilla sobre el evanevangelio del Domingo de la 6ª semana de Pascua (Ciclo C) e41z
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Sexto domingo de Pascua, que en su ciclo C proclama el evangelio de Juan 14, 23 al 29. Me vais a permitir que en esta oportunidad contextualice el comentario de este evangelio en un evento histórico que estamos celebrando en la iglesia de grandísima importancia. No me refiero al jubileo, en esos 2.025 años del nacimiento de Jesucristo, me refiero a los 1.700 años de la celebración del concilio de Nicaea. Un 20 de mayo del año 325, o sea que esta semana se han cumplido 1.700 años, se iniciaba el concilio de Nicaea en el que la iglesia respondía a distintas herejías que se estaban extendiendo y definió el dogma cristológico, nuestra fe sobre Jesucristo.
Este es un concilio que había sido convocado por Constantino, por el emperador Constantino, después de que él se había convertido al cristianismo y había cesado, por lo tanto, la persecución contra los cristianos y el cristianismo había pasado a ser la religión oficial del imperio romano. Pero como se extendía a herejías, sobre todo el arrianismo, el arrianismo que negaba la divinidad de Jesucristo, decía que Jesucristo no era Dios, que era inferior al Padre.
Entonces se hizo ese concilio en el cual se formuló ese credo maravilloso, que es uno de las dos versiones, el credo largo, solemos decir popularmente que rezamos los domingos en la Santa Misa. Allí decimos, creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre por quien todo fue hecho. Como vemos una expresión contundente de la divinidad de Jesucristo.
Jesús dice es homo iusios, es consustancial al Padre, es de la misma naturaleza del Padre. Pues bien, casualmente el Evangelio que hoy se proclama, Juan 14, 23, 29, pues contiene una expresión que los arrianos, esos que decían que Jesús no era Dios, los arrianos esgrimían, aducían un versículo del Evangelio de hoy para negar la divinidad de Jesucristo. Luego providencialmente merece la pena que nos adentremos en esto, para formar nuestra fe.
El texto del Evangelio de hoy en el que Jesús está preparando su despedida porque se marcha el próximo domingo, celebramos la ascensión, dice, que no se turbe vuestro corazón ni sea cobarde. Me habéis oído decir, me voy y vuelvo a vuestro lado. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Esta es la expresión que resultó conflictiva ahí en aquel concilio de Nicea. El Padre es más que yo. Y claro, los arrianos que negaban la divinidad de Jesucristo decían, ves, Jesús no puede ser Dios, porque dice que el Padre es más que él.
Y entonces algunos grandes padres como San Atanasio, que participó en aquel concilio, aunque todavía no era obispo, pero tuvo una gran influencia en aquel concilio, dijo, cuidado, la expresión de que el Padre es más que yo hay que entenderla. El Padre es más que Jesús en cuanto Jesús hombre, pero el Padre es igual que el Hijo en cuanto a la naturaleza divina. Este argumento también lo repitió San Agustín, entendiendo en el mismo sentido. Dice San Agustín, Cristo es igual al Padre en cuanto a su divinidad, pero es menor que el Padre en cuanto a su humanidad.
Es decir, que la expresión el Padre es más que yo no implica inferioridad ontológica, sino que se refiere a esa condición temporal humana asumida por Jesucristo en su encarnación, cuando Jesús tomó la forma de siervo. Por lo tanto, el concilio de Nicea dijo, no, no, este texto hay que entenderlo correctamente y además hay que contextualizarlo, hay que contextualizarlo en todos otros textos en los que la confesión de la fe de Jesucristo es clarísima.
Por ejemplo, ¿cuáles son esos textos? El prólogo del Evangelio de San Juan, donde se dice, en el principio existía el verbo y el verbo estaba con Dios y el verbo era Dios. Todo fue hecho por medio de él y sin él no se hizo nada de cuanto existe y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Es un texto que es muy claro.
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