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Descripción de 41 Cuando el trabajo depende de Dios y del sol 5a276s
"Este podcast es una dosis de sarcasmo e ironía, donde desmenuzamos la actualidad con humor ácido. Prepárate para reírte de lo absurdo de nuestro tiempo sin filtros ni formalidades." 2d4r3q
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
¿Cuándo el trabajo depende de Dios y del Sol? ¡Ay! ¡Pero qué bonito es vivir en España! El país donde las matemáticas no son una ciencia exacta, sino un arte interpretativo.
Aquí los números no se calculan, se sienten.
Y si no te gusta lo que dicen, tranqui, que los políticos tienen una solución infalible, reinterpretarlos hasta que parezcan otra cosa.
Porque sí, amigos y amigas, es fascinante ver cómo cada mes los datos del paro se convierten en una obra maestra de la prestidigitación numérica.
Da igual que en la calle veas más carteles de «se alquila local» que de «se necesita personal».
O que tu primo lleve seis meses trabajando en una formación subvencionada que solo sirve para engordar las estadísticas.
Lo importante es el titular.
El empleo se mantiene estable, suben las afiliaciones a la seguridad social, el paro baja un 0,0003%, lo que demuestra que la economía va como un cohete.
Pero claro, ayer, mientras yo removía mi sofrito, con la tranquilidad de una ciudadana que ya está curada de espanto, la ministra apareció en la radio para dar los datos del paro.
Ahí estaba ella, con su habitual sonrisa de «aquí no pasa nada» anunciando los datos del paro.
Pero ¡oh, sorpresa! Resulta que no eran tan buenos como se esperaba.
¿Motivo? No.
No es porque la economía vaya mal, ni porque las empresas estén cerrando, ni porque la industria esté en coma inducido.
¡No, hombre, no! Es que este mes pasado no coincidió con Semana Santa y, además, había llovido un montón.
¡Claro! Ahora todo encaja.
Y yo ilusa de mí, pensando que el empleo dependía de la inversión, de la productividad o de la estabilidad económica.
¡No, hombre, no! ¡Qué tontería! Resulta que en este país el paro depende de la agenda del Vaticano y del parte meteorológico.
Esto plantea cuestiones interesantísimas.
Por ejemplo, ¿qué hacemos si el mes que viene no mejora el empleo? ¿Prezamos para que las próximas procesiones sean trimestrales en vez de anuales? ¿Prohibimos la lluvia por decreto? Porque visto lo visto, es urgente garantizar que haga sol todo el año.
No vaya a ser que se nos disparen las cifras del paro.
Sí, amigos, ahora resulta que el paro de España depende de si cae un chaparrón o no.
Esto plantea muchas preguntas.
¿Tenemos una industria sin tacho? ¿Las fábricas se inundan con cada tormenta y dejan de producir? ¿O será porque este país ya no tiene industria, ni tejido empresarial, ni sector productivo? ¿Será que la única industria que nos queda es la del turismo y la hostelería y si el camarero no puede poner la terraza, pues ese mes no cuenta? ¡Qué maravilla de modelo económico! España-Dor, ciudad de camareros, donde el empleo es estacional, los contratos duran lo que dura una tapa de bravas y el crecimiento se mide en la cantidad de terrazas abiertas.
Aquí no creamos tecnología, ni fabricamos coches, ni desarrollamos grandes infraestructuras.
Aquí ponemos cañas y servimos arroces.
Pero ojo, que nadie se equivoque.
En este país parados, lo que se dice parados, no hay tantos.
Al menos en los informes oficiales, claro.
Si la cifra no cuadra, se hace lo de siempre.
Se contabiliza como empleados a los fijos discontinuos, aunque en ese momento estén en su casa sin trabajar.
Se cuentan como ocupados a los que están en cursos de formación, aunque el curso sea de motivación personal para el emprendimiento imaginario.
Se da de alta becarios, prácticas no remuneradas y trabajos eventuales de tres días como si fueran empleos estables.
Y así, mes tras mes, con ajustes contables dignos de un trilero de feria, logramos lo imposible, el paro baja aunque haya más gente sin trabajo.
¡Maravilloso! ¡Magia potagia! ¡El paro baja y la economía florece! A esperar el próximo informe del Gobierno, donde seguiremos dependiendo de los camareros, de los festivales de verano y de que haga buen tiempo para que los turistas llenen las terrazas.
Y, por supuesto, el mes que viene nos contarán que el paro ha bajado porque han contratado a cuatro socorristas en la Costa del Sol.
O porque han decidido que, si un parado ha mandado un currículum en el último mes, ya cuenta como activo en el mercado laboral.
Eso sí, en agosto, si hay tormenta, nos dirán que la culpa es del cambio climático.
En fin, sigamos disfrutando de este país donde los números no mienten, simplemente los políticos los maquillan hasta que parecen otra cosa.
Y donde el futuro del empleo depende de si llueve, de si hay procesiones y de cuántos turistas piden paella con chorizo.
Porque lo importante es que la gente se sienta bien.
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