
Descripción de 267 Pararse a pensar d1j54
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El título de la reflexión de hoy es invitador para infinidad de actividades que llevemos a cabo, pero a mí en esta ocasión me apetecía centrarme en una persona icónica y sobresaliente como es Santa Teresa de Calcuta, principalmente conocida como la Madre Teresa, monja misionera de la India que fundó las Misioneras de la Caridad, recientemente beatificada por el Papa Francisco y Premio Nobel de la Paz en 1979, y albergo la intención de someter a examen cuatro expresiones atribuidas a ella y desgranarlas como a mí me gusta.
La primera, la sensación más grata y grande, la paz interior.
Yo creo que a poco que nos detengamos a reflexionar sobre ello, habremos de reconocer que no hay nada como eso, porque sentirnos en equilibrio sin vaivenes tempestuosos que nos zarandeen o que nos conduzcan a la deriva es el oasis del alma.
Baste recordar que cuando algo nos pasa la cara factura de traducirse en inquietud interna, en culpa desasosegada o en desazón atormentadora, lo mínimo que provoca son impresiones nocivas y dañinas.
La segunda, el mejor remedio, el optimismo.
Para todo y en todos los órdenes, incluso en aquellos casos en que no parece existir más que una lectura posible, porque algunas cosas son como son y no van a cambiar, nos pongamos como nos pongamos.
Pero si en lugar de contemplarlas a través del velo gris del pesimismo, lo hacemos bajo el fulgor rosa del optimismo, el cambio en nuestra percepción es radical y nuestra manera de afrontarlo se contagia sin que apenas nos percatemos de esa transformación.
La tercera, el día más bello, hoy.
No es un precioso modo de expresar el carpe diem y no abarca exclusivamente eso, sino que, para mí, particularmente, también recoge algo que considero trascendental y a lo que en tantas oportunidades apelo.
La gratitud, agradecer cada día y paladear la recompensa de lo que implica, porque su belleza reside en que es un regalo sin parangón, porque el hoy, nuestro momento actual, es la mejor ofrenda de que podemos disponer y es lo que cuenta de veras.
Y la cuarta, el arma más eficaz, la sonrisa.
Que la sonrisa lo vence prácticamente todo, aunque sólo sea por lo difícil que es sustraerse a ella.
Y no aludo únicamente a la sonrisa física, la que se ve y se muestra patente, sino a la invisible, la que está escondida u oculta, pero se manifiesta en lo que hacemos y en cómo lo hacemos.
Porque la sonrisa es la amabilidad, es el aliento, es el ánimo, es la empatía, es la dulzura, es el saludo por la mañana y el saludo por la noche, es todo aquello que ilumina de una forma cálida y envolvente.
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